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Sánchez saca en Andalucía medio millón de votos más que Susana Díaz en las autonómicas de hace 5 meses

Susana Díaz, ex presidenta andaluza.

Daniel Cela

Andalucía ha sido de derechas cinco meses y ahora vuelve a ser de izquierdas. O, para ser rigurosos: Andalucía seguirá siendo una comunidad gobernada por el centro derecha, pero este domingo ha devuelto la confianza al PSOE para que dirija el país. Con el 67% escrutado, Pedro Sánchez ya había superado en Andalucía el millón de votos que obtuvo Susana Díaz hace cinco meses en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre, y que expulsó a los socialistas de la Junta tras 36 años en el poder. 

En Andalucía ha votado más gente que hace cinco meses [el 73,2%, 15 puntos más que en el 2D], ha vuelto a votar más gente a los partidos de izquierdas que de derechas [50,13 frente al 48,12%] y ha votado más gente al PSOE. Ha funcionado la campaña del miedo a que se repitiese en España lo que pasó en Andalucía: un Gobierno de PP y Ciudadanos, sustentado por la extrema derecha de Vox. Con el 94% escrutado, el PSOE rebasó los 1,5 millones de votantes, gana en las ocho provincias andaluzas, logra 24 de los 61 escaños en juego, obtiene todos los senadores que presenta (24, tres por provincia) y dobla en votos y diputados a los socios del Ejecutivo, PP y Cs, que se disputan la segunda plaza, empatados a escaños (11). “Los socialistas andaluces le hemos hecho una moción de censura en las urnas al trifachito del Gobierno andaluz”, anunció una pletórica Susana Díaz, pasadas las 00.30 horas de la noche, desde la sede del PSOE regional, en la sevillana calle San Vicente.

En la misma noche electoral, Díaz ha empezado ya a articular esta victoria como propia, para usarla tanto en clave interna -contra los intentos de Ferraz de moverle la silla- como para ejercer la oposición al Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla, al que tratará de desestabilizar aprovechando que sus ex socios de Ciudadanos han rebasado en votos al PP. En efecto, el nuevo equilibrio de poderes de los partidos que residen en San Telmo es una bomba en potencia: la formación naranja irrumpió en el Parlamento andaluz en 2015 con nueve diputados, apoyó al Gobierno de Díaz, y cuatro años después cogobierna con el PP, y supera en votos a un partido que llevaba 40 años ejerciendo la oposición en Andalucía. 

Históricamente, la participación en unas generales siempre ha sido superior al de unas andaluzas. Aún así, en el PSOE se preguntan ya si Sánchez moviliza a más socialistas en Andalucía que Díaz. La ex presidenta ganó con el 27,95% de los votos hace cinco meses, y Sánchez obtiene un 34,2%. En porcentaje, el PSOE logra una marca mejor en Andalucía que en el conjunto de España y superior al de cualquier otra comunidad, aunque aquí haya votado menos gente. Esta región ha sido esencial para la victoria socialista. Pero, ¿de quién es el mérito? “De todos, de todo el PSOE”, dicen hoy los socialistas andaluces en San Vicente. “Del PSOE y del candidato, que era Pedro. Susana lo fue hace cinco meses y perdió el Gobierno”, replican los socialistas andaluces en Ferraz.

Doble de diputados que el PP

El fracaso político de la ex presidenta andaluza ha servido de acicate para consolidar la victoria de Sánchez y, eso, irremisiblemente, va a reabrir el debate interno sobre la renovación del liderazgo al frente del PSOE andaluz. Una renovación que Ferraz volverá a exigir, esta vez con más fuerza, tras las municipales del 26 de mayo; y Díaz peleará con uñas y dientes para impedir que le muevan la silla. Son las terceras generales a las que concurre Sánchez como candidato, son las primeras que gana y éste es su mejor resultado en Andalucía: logró un 31,5% en 2015 (22 diputados); un 31,2% en 2016 (20 diputados) y un 34,3% este domingo: 24 diputados, más del doble que el segundo (Ciudadanos, 11 escaños) y el tercero (PP, 11 escaños).

Susana Díaz ha protagonizado una campaña en primera persona, más intensa que la hizo hace cinco meses para sí misma, y en todos sus mítines repetía el mismo mantra:  que “Andalucía sería la comunidad que más votos iba a aportar a la victoria del PSOE en España”. Así ha sido, en números absolutos y en porcentaje. La andaluza le prometió a Sánchez 1,5 millones de votantes, y ha clavado el vaticinio. 

El resultado electoral en Andalucía es un doble termómetro: mide la recuperación del voto progresista y singularmente del voto socialista, apenas cinco meses después de que el bloque de derechas superase al de izquierdas en las andaluzas del 2 de diciembre. La segunda lectura es la que enfrenta al PSOE con el PSOE, es decir, la que hoy calcula la victoria socialista en Andalucía como un mérito del candidato Sánchez frente a la candidata Díaz, que no fue capaz de movilizar a tantos electores, perdiendo el Gobierno autonómico. Esa es la interpretación de los datos que hacen los sanchistas para, llegado el momento, reabrir el proceso de renovación en el PSOE andaluz y abrir la puerta de salida a Díaz. 

Es difícil que Ferraz reproche a la ex presidenta andaluza falta de implicación en esta campaña. Díaz ha recorrido más kilómetros que para las andaluzas, ha visitado 36 pueblos clave, pidiendo el voto para Sánchez, pero también para sus alcaldes, que vuelven a competir en las urnas el próximo 26 de mayo. Su objetivo era demostrar que tiene cogido el pulso orgánico de su federación, y que ésta sigue siendo la agrupación más musculada y movilizada de España. La supervivencia orgánica de la líder del PSOE andaluz depende tanto de la victoria de Sánchez en las generales, como de la suma de sus alcaldes en las municipales.

En las elecciones de diciembre de 2015, las primeras de Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno, el PSOE fue la fuerza más votada en Andalucía (22 diputados) y obtuvo porcentualmente más votos aquí que en el conjunto de España: un 31,5% frente al 22%. La entonces presidenta andaluza hizo de aquel resultado una victoria personal y lo usó contra Sánchez, a quien ya pretendía disputar el liderazgo del partido. Seis meses después, en las generales de junio de 2016, el PSOE dejó de ser la primera fuerza en Andalucía, perdió 300.000 votos y dos escaños (20 diputados), aunque siguió ganando en proporción al PSOE de Sánchez: un 31,2% frente al 22,6%. En las segundas generales del madrileño, los socialistas lograron en Andalucía 84.300 votos menos de los que había obtenido Susana Díaz un año antes en las autonómicas. Esa vez, la sevillana esquivó la responsabilidad de la derrota, argumentando que ella “no era la candidata”. “Yo no me presentaba, éstas no eran mis elecciones”, dijo entonces.

Antecedentes

En ambas citas electorales, la participación en Andalucía fue levemente inferior a la del conjunto de España. El PP, que ganó las últimas generales en esta región, históricamente es más fuerte en estos comicios que en las autonómicas. La participación en Andalucía era un elemento clave, no sólo para medir el poder del candidato a la presidencia del Gobierno, sino para aclarar si Sánchez moviliza a más gente que Díaz. Andalucía está entre las comunidades autónomas con más votantes potenciales del PSOE -más de 6,5 millones de electores- y una mayor o menor movilización aquí era determinante para el resultado del PSOE. El riesgo para Díaz es que una victoria clara de Sánchez en Andalucía lleve aparejada la pérdida de su liderazgo al frente del PSOE andaluz, si Ferraz decide apropiarse del resultado de las urnas. El resultado no es el mejor que han tenido los socialistas en Andalucía en unas generales, pero sí será fundamental para apuntalar a Sánchez en Moncloa. La participación, en cambio, ha sido muy inferior al media nacional, y ha estado muy por debajo de la movilización en otras comunidades clave, como Cataluña.

En 2016, el PP ganó en todas las provincias andaluzas, excepto en Sevilla, Huelva y Jaén, donde los socialistas se mantuvieron por encima en votos. Ahora el PSOE se ha beneficiado de un conjunto de tres factores: el desplome del PP, la fragmentación del voto conservador y la bolsa de restos en las circunscripciones más pequeñas. Todo esto, junto a la maquinaria de la Ley Electoral, le ha servido a los socialistas para ensanchar su ventaja respecto a sus competidores.

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