Todos los grupos del Parlamento andaluz aíslan a Vox y firman una condena mayoritaria a la violencia machista
El día internacional contra la violencia de género ha quedado embarrado este año por el guirigay de los cinco partidos del Parlamento andaluz, incapaces de aparcar la refriega política para salvaguardar el consenso en esta materia. Vox había avanzado su negativa a firmar junto al resto de grupos una declaración institucional de condena a la violencia machista. La falta de unanimidad, según el reglamento de la institución, impedía que la Cámara emitiese una posición institucional, y esto ha obligado al resto de partidos a buscar alternativas para sortear el veto de Vox.
PSOE, PP, Ciudadanos y Adelante Andalucía se han visto forzados a abandonar el salón de Plenos para hacer lectura de un manifiesto de repudia al maltrato contra las mujeres, que contabiliza 53 asesinadas por sus parejas en lo que va de año en todo el país. Este movimiento de repliegue ha salvado a última hora el compromiso político de los grupos, pero no ha quedado reflejado en el diario de sesiones de la Cámara. Esta declaración pseudoinstitucional ha sido leída por la presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, en presencia del presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, el resto de su gabinete, diputados del PSOE encabezados por su líder, Susana Díaz, miembros de Ciudadanos y de la coalición Adelante Andalucía.
Pero la jornada ha sido atropellada y ha dejado dos imágenes insólitas: por un lado, la soledad en el hemiciclo del Parlamento de Vox, un partido contrario al Estado de las Autonomías que hoy, sin embargo, ha sido el único beneficiado del reglamento del Parlamento autonómico. Sólo un diputado del grupo se encontraba dentro del hemiciclo mientras fuera tenía lugar el acto de condena. La otra imagen es el insólito forcejeo del resto de partidos por protagonizar lo que quedaba del 25N, día internacional contra la violencia de género.
Ha habido dos actos conmemorativos separados, dos lecturas y dos manifiestos de condena, aunque los textos apenas difieren entre sí. El PSOE fue el primero en anunciar e impulsar una negociación con el resto de grupos -excepto Vox- para sacar adelante un manuscrito de repulsa contra la violencia sistemática contra las mujeres. Los socialistas avanzaron su iniciativa el pasado viernes, una vez que Vox hubo confirmado que rompería la unanimidad necesaria para que el Parlamento emitiese una declaración institucional. Pero también porque, ese mismo día, la presidenta de la Cámara, Marta Bosquet, declinó tomar la iniciativa para buscar el consenso de los grupos proponiendo un texto alternativo. “No me corresponde a mí, sino a los partidos”, dijo, a preguntas de los periodistas.
Luego Bosquet cambió de opinión y la solución alternativa para sortear el veto de Vox a la condena contra la violencia de género se bifurcó en dos vías paralelas: por un lado la iniciativa del PSOE, que había invitado ya a asociaciones feministas a la lectura de su manifiesto por la mañana, a las puertas del salón de Plenos de la Cámara; y por otro lado la iniciativa de la presidenta Bosquet, que convocó otra lectura por la tarde, con la firma de todos los grupos excepto Vox. Lo que se visibilizó fue una disputa obscena por acaparar los focos. En el camino, el consenso político se tropezó y cayó de boca, evidenciando el nerviosismo que provoca en el arco parlamentario la dualidad de Vox, un partido que “dinamita” el consenso en políticas de género, según coinciden el resto de formaciones, pero que hoy por hoy es una pieza clave para la sostenibilidad del Gobierno de PP y Ciudadanos.
Los socialistas lograron consensuar su manifiesto con PP, Ciudadanos y Adelante Andalucía, pero no consiguieron que los dos primeros se sumaran a la lectura del mismo en el patio del Parlamento. Fue a mediodía, ante el busto de Blas Infante, y mientras tenía lugar este acto, el portavoz naranja, Sergio Romero, denunciaba a pocos metros de allí que aquel era “un acto de partido” y que no acudiría. El portavoz popular, José Antonio Nieto, explicaba que sí pensaban acudir, pero que se “habían equivocado del lugar de la convocatoria”, de modo que tampoco estuvieron presentes. Tras el acto, el portavoz del PSOE, José Fiscal, compareció ante la prensa visiblemente cabreado, entendiendo que las fuerzas de derechas habían “boicoteado” su acto, y acusó directamente a la presidenta del Parlamento de haber “dinamitado el consenso” empujada por un “afán de protagonismo desmedido”. “Es lamentable que la presidenta y miembro de Ciudadanos sea incapaz de dejar al lado su ansias de protagonismo ni siquiera el 25N. Su acto de indignidad ha tocado hoy suelo”, dijo.
Mientras Fiscal relataba estas palabras ante los periodistas, Bosquet le estaba llamando al móvil para preguntarle si firmaría el segundo manuscrito junto al resto de partidos. “Me está llamando ahora mismo”, dijo el socialista. Finalmente, el PSOE suscribió también ese documento, con algunas variaciones respecto al primer texto [la supresión del concepto “patriarcado”], el resultado fue leído por la presidenta de la Cámara a las puertas del hemiciclo, 15 minutos antes del comienzo del Pleno “para garantizar el mayor número de diputados posibles”. A este acto también se sumaron trabajadores y trabajadoras del Parlamento. Todos, excepto los 12 diputados de Vox, que permanecieron ausentes esperando a que terminara la lectura.