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Bordados 'made in Pakistán': los artesanos estallan ante el “bombardeo” de piezas asiáticas 'low cost' en cofradías andaluzas

Una de las piezas que podrán verse en el nuevo espacio expositivo para el arte sacro en Sevilla.

Antonio Morente

Sevilla —
3 de febrero de 2025 20:58 h

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La cuestión se hizo especialmente visible a principios de enero, cuando empezó a circular en redes sociales la imagen de un nuevo manto para la Virgen de una hermandad de Morón de la Frontera, en Sevilla. Más allá de posibles gustos, la cuestión era que la pieza se había hecho en Pakistán, lo que abrió un debate con ingredientes como calidad, tradición y coste económico. Ha sido el caso que más revuelo ha generado, pero se veía venir que la cosa no iba a quedar ahí y así ha ocurrido: ante su creciente proliferación, los artesanos sacros andaluces se han unido para alzar la voz ante esta invasión de productos 'low cost'.

En el caso de Morón, el hermano mayor salió al paso aclarando que ellos no habían encargado el manto, que era una donación de un grupo de fieles que agradecían, pero que ellos no tenían nada que ver con Pakistán. Ahora, en un inusual gesto, las entidades que aglutinan a los artesanos que con su trabajo nutren a las hermandades han sacado un comunicado denunciando el “bombardeo incesante” que sufren las cofradías y el propio sector artesanal con ofertas para encargar estos enseres en destinos exóticos.

Las asociaciones de arte sacro de Cádiz, Córdoba, Málaga y Sevilla han puesto el grito en el cielo ante la “competencia desleal” que hacen unos “talleres extracomunitarios” (mencionan expresamente Pakistán y Bangladés) que tienen su fuerte en unos precios reducidos. Eso sí, la contrapuesta es que “plagian diseños, incumplen normativas y afectan al patrimonio cultural de Andalucía”.

Tener pocos recursos no es excusa

La oferta es amplia: bordados en oro al estilo sevillano, cordonerías, hilaturas, galonerías... Y el resultado son “enseres cofradieros o procesionales de muy escasa calidad”. Además, se ejecutan con “procedimientos o técnicas inadecuadas” por talleres que “están fuera de la tradición” y los conocimientos artísticos “acuñados durante siglos”.

Más allá de lo llamativo que pueda resultar este choque, hablamos de una actividad con un innegable impacto económico, social y cultural en Andalucía, aunque la falta de cifras fiables ha hecho que la propia asociación gremial sevillana haya encargado un estudio específico a la Universidad de Sevilla. Nada más que en esta provincia se calcula que unas 300 familias viven de estas labores artesanas.

Por cierto, que los propios artesanos consideran que la falta de fondos económicos “no justifica” recurrir a esta producción 'low cost'. De hecho, subrayan que siempre ha habido “cofradías humildes y con escasos recursos” que han optado por otras variantes de técnicas y procedimientos más asequibles. Es el caso de lo que se conoce como bordado de aplicación, al que han recurrido no pocas hermandades modestas “con resultados excelentes”. Por ello, inciden en que “no es cuestión de los fondos que se dispongan sino de la gestión patrimonial que se realice con ellos”.

“Ni de lejos” la misma calidad

“Técnicamente, no tienen –ni de lejos– la calidad ni los valores plásticos y artísticos” de las piezas andaluzas, subraya el colectivo. “No resistirán el paso del tiempo”, auguran, a lo que suman que no tienen opciones de arreglo o reparación y que se hacen con “hilos de plástico de aspecto metálico con poca variedad y escaso valor artesanal”. Y cuando no copian un diseño clásico, se descuelgan con “extrañas composiciones ornamentales buscando un golpe de efecto” que no entroncan con la tradición.

Los artesanos reivindican que sus piezas “no son meros objetos de consumo fáciles de imitar”, y que “llevan consigo un esfuerzo artístico, técnico e incluso vital”. En este sentido, apelan al “valor identitario” de su producción, fruto del “ingenio artístico y unos procesos de ejecución artesanales” que contrastan con las “técnicas heterodoxas y semiindustriales” de estos talleres que, además, se venden como “supuestos avances fruto del progreso de la técnica y la informática”.

Ante esta oferta, son “víctimas fáciles” todos aquellos que, “con cierto grado de esnobismo”, olvidan que estos enseres son piezas artísticas. Los afectados subrayan que están “abiertos a los avances y la tecnología”, que usan en “fases muy puntuales” de sus trabajos, pero sin desvirtuar el carácter artesanal del oficio, “existiendo una frontera y un límite definido y entendible para cualquier persona con un mínimo de sentido común”.

Más allá de los bordados

Hace un año se aprobaba en el Parlamento andaluz la declaración del sector como Bien de Interés Cultural (BIC), y hace pocas semanas el Gobierno concedía la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2023 a la Asociación Gremial de Arte Sacro de Sevilla. El presidente Juan Manuel Moreno recibía recientemente en San Telmo a los responsables andaluces del colectivo, transmitiendo el apoyo de su gobierno a los artesanos y a los oficios vinculados al arte sacro. Desde 2020, la Junta ha destinado ayudas por valor de seis millones de euros a este ámbito, que han beneficiado a casi 240 hermandades y cofradías y cerca de 700 actividades, anunciándose ahora una nueva convocatoria por importe de 2,2 millones.

Frente a todo este pedigrí, los artesanos hacen hincapié en que la producción no artesanal “está exenta de cualquier normativa, legislación de todo tipo –incluida la laboral en todas sus acepciones– o tributación tanto en sus países de origen como en el nuestro”. De paso, recuerdan su aportación a las economías locales, por lo que no tener en cuenta su aportación a las arcas públicas lo consideran “una conducta irreflexiva e inmadura”.

Y aunque el foco se pone en el campo del bordado y en talleres extracomunitarios, alertan de que el problema también afecta a otras disciplinas como la talla en madera, el dorado o la orfebrería. Y que ya se está detectando este tipo de ofertas 'low cost' en el ámbito local, regional e incluso nacional, que “comparten la forma de publicitarse a través de las redes sociales”.

“Víctimas de un fraude”

También se denuncia publicidad engañosa, porque “con total impunidad por su parte y desamparo por la nuestra” utilizan como reclamo fotografías de enseres creados por artesanos andaluces, “haciendo ver engañosamente que dichas piezas las han elaborado ellos”. También transmiten que son capaces de replicarlas tal cual, “lo cual supone una flagrante violación de todos los derechos mercantiles y de regulación de competencias”.

El problema es que les resulta fácil eludir responsabilidades gracias a su carácter extracomunitario y la naturaleza tan específica y localista del sector. “Ello genera confusión y engaño en sus potenciales compradores, quienes terminan siendo víctimas de un fraude”, resume el gremio.

El sector, por cierto, mantiene en paralelo una batalla para que todo su prestigio social tenga un reflejo en lo económico. Así, ha conseguido que desde este año exista un epígrafe propio en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE) para los artistas y artesanos del arte sacro. Y también consiguieron una reducción del IVA del 21 al 10%, cuya renovación por cierto se incluía en el famoso decreto ómnibus que PP, Vox y Junts tumbaron en el Congreso y en el que también iban ayudas al transporte o la subida de las pensiones.

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