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Adiós a 2024. Hola, 2025
Llegará el tiempo que los recuerdos del 2024 serán imprecisos como lo son ya los de otros años. Inventaremos días felices y quemaremos en aras del olvido las malas pasadas, o lo que no interesa. Seremos capaces de ello porque la memoria es frágil (con los años ya se sabe que más) y esa ductilidad es un bálsamo para afrontar el día después, pero también para el borrado de toda huella culpable o dolorosa. Decimos adiós a 2024 y si le decimos adiós es porque le hemos sobrevivido; a fin de cuentas, lo que cuenta es sobrevivir.
Sobrevivir “a la puta realidad”, decía la canción de Mónica Naranjo. Un cuarto de siglo ya. Este 2024 nos ha hastiado de puta realidad colmada de indiferencia e incompetencia. Aquí trazo un hilo inconexo, de lo que me viene a la cabeza y al corazón, de las tragedias cotidianas como la de Gaza, la DANA de Valencia, los menores inmigrantes de Canarias hacinados en centros de acogida y el goteo incesante de los crímenes machistas. No son todas las que han sido, y quizás las conecto por la incertidumbre de 2025 con el auge de gobernantes reaccionarios: Donald Trump vuelve a la Casa Blanca.
Gaza sigue siendo una jaula cementerio en el cogollo del Mediterráneo, un mar que circunda los países donde el turismo ha alcanzado cifras apoteósicas, entre ellas España. El viaje como símbolo del carpe diem de las sociedades desahogadas, cuando en la otra orilla, la muerte injusta de inocentes asesinados deja de ser noticia porque ya no es novedad.
El 2024 ha estado lleno de gestos políticos sobre la Franja de Gaza. Los del Gobierno de España que, a instancias de Pedro Sánchez, reconoció el estado de Palestina la pasada primavera. Y los esfuerzos de Josep Borrell al frente de la política exterior de la Unión Europea. Todos ellos loables, al menos desde mi punto de vista, pero impotentes. Ninguno de estos gestos, ni tan siquiera el del secretario general de la ONU, Antònio Guterres, enfrentándose a Netanyahu, han servido para hacer desistir al gobernante israelí. Sánchez, Borrell y Guterres son la resistencia socialdemócrata ante la que se avecina. Esto es así, lo que no sabemos es cuánto durará. Borrell, por ejemplo, ya está fuera de juego en 2025.
La estampa de los cientos de voluntarios cruzando el puente de la Esperanza no tapa la puta realidad de la indiferencia. La mayoría vamos a lo nuestro. Lo de algunos, además, a la envidia y el odio. ¿Cómo se puede haber llegado a tal nivel de crispación política este 2024 con una España en la cresta de la ola económica como nunca ante sus vecinos europeos?
Mientras las ciudades bellas del Mediterráneo mueren de éxito por la avalancha de turistas, en la franja de Gaza, los palestinos mueren no solo por las bombas, también de hambre y frío. No hay día que la munición asesina no mate a una veintena de ellos. En 15 meses de asedio y genocidio, la cifra de muertos supera los 45.500, muchos miles de ellos niños. Se calculan 11.000 desaparecidos bajo los escombros y hay 108.338 heridos. Tampoco olvidemos los rehenes injustamente atrapados en la guerra. ¿Qué será de todos ellos si el objetivo de barrer la Franja y redimensionar Israel se cumple? Me repito todas estas cifras para recordarme la sinrazón y la crueldad humana. Llegará el día que será solo un mapa nuevo y un recordatorio de una guerra más.
Gaza está en la puerta de al lado de Europa, pero Canarias, un poco más lejos, es Europa. Da igual, 2024 acaba sin que se resuelva el cumplimiento de los derechos humanos de más de 5.000 menores inmigrantes subsaharianos hacinados en 80 centros de las islas. Incompetencia, unido a la indiferencia y cálculo electoral de los partidos de la derecha y ultraderecha para un reparto de estos menores en centros de la Península. ¿Habrá traslado a la Península este 2025 sin el apoyo de las comunidades gobernadas por el PP cuando este partido parece maniatado por la ultraderecha con la que puede gobernar España?
La incompetencia política para actuar rápido ha llenado de congoja a los valencianos afectados por la DANA del 29 de octubre. No lo van a olvidar cuando se abran las urnas, aunque sus casas y negocios vuelvan a brillar como los chorros del oro con lluvia de millones. Esa soledad ateridos de frío será difícil de olvidar. Para ellos 2024 sí tendrá una huella indeleble. Tampoco sorprende la reflexión de algunos de los damnificados anotando con desazón que mientras ellos se ahogaban en el barro, lo perdían todo y buscaban a sus familiares desaparecidos -223 fallecidos-, a solo unos metros, en la capital y playas, sus conciudadanos tomaban cerveza en las terrazas y seguían adelante con sus planes de celebrar Halloween.
La estampa de los cientos de voluntarios cruzando el puente de la Esperanza no tapa la puta realidad de la indiferencia. La mayoría vamos a lo nuestro. Lo de algunos, además, a la envidia y el odio. ¿Cómo se puede haber llegado a tal nivel de crispación política este 2024 con una España en la cresta de la ola económica como nunca ante sus vecinos europeos? O quizás sea por eso, porque este gobierno de izquierdas maneja mucho dinero. Un ejemplo, el que las ayudas no lleguen pronto a los valencianos se debe en parte a los bulos que afines a la ultraderecha espolean en las redes para que los afectados no pidan un dinero que dicen que han de devolver, cuando son subvenciones a fondo perdido. Lo paradójico será cómo corrientes que niegan el cambio climático pueden ganar votos en las zonas devastadas por la DANA. Trump ganó así.
Las extremas derechas, que ya gobiernan en Argentina e Italia y ganan terreno en Francia y Alemania, están de celebración. También en España. ¿Cómo responderá España el año del 50 aniversario de la muerte del dictador Franco y el nacimiento de la democracia?
La epidemia de bulos y el auge de las ideas reaccionarias niegan también la existencia de la violencia machista el año que se han cumplido veinte de su primera ley. Una ley aprobada por unanimidad en España. Nada de eso sería posible ahora, cuando sigue haciendo mucha falta: 46 mujeres asesinadas por hombres este 2024, además de nueve menores. “Casi no hay luz en este oscuro callejón”, decía la letra de aquella canción de los noventa que cantaba Ana Belén sobre la “negra historia del corazón”.
Adiós 2024, hola 2025. El año no puede nacer con más incertidumbre, leo en numerosas publicaciones ante el dato preeminente de 2025: Vuelve Donald Trump a la Casa Blanca. Las extremas derechas, que ya gobiernan en Argentina e Italia y ganan terreno en Francia y Alemania, están de celebración. También en España. ¿Cómo responderá España el año del 50 aniversario de la muerte del dictador Franco y el nacimiento de la democracia?
Hay muchas preguntas desasosegantes, pero abro con una canción y deseo cerrar respondiendo con otra, escrita por Víctor Manuel en los lejanos noventa, la que nos ha regalado en vídeo el Museo del Prado con la voz a capela de Ana Belén: España camisa blanca de mi esperanza… “Quisiera poner el hombro y pongo palabras, que casi siempre acaban en nada, cuando se enfrentan al ancho mar…”.
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