¿Cómo se diagnosticaría hoy la ‘locura’ de Don Quijote?
“Y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro”. Ésta es una de las primeras frases de El Quijote en la que Miguel de Cervantes caracteriza mentalmente a su personaje, el hidalgo caballero que en otro de sus famosos episodios veía gigantes donde sólo había molinos de viento. Ese perfil mental de Alonso Quijano ha sido el escogido por un grupo de 600 psiquiatras de todo el país para participar en un proyecto donde han expuesto, bajo criterios clínicos, su diagnóstico sobre la existencia o no de alguna patología mental en el protagonista de la novela.
Coincidiendo con el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, los psiquiatras han celebrado así esta efeméride acercándose desde su ámbito profesional a Don Quijote en un particular proyecto en el que han tratado de elaborar un diagnóstico retrospectivo, analizando la novela para poder interpretar las conductas del hidalgo caballero en sus aventuras y desventuras.
Las conclusiones de los especialistas –que no obstante en un 25,6% manifiestan la dificultad de llegar con certeza a un diagnóstico recogido en la Clasificación Mundial de Enfermedades tratándose de un personaje de ficción- abren un abanico de caracteres tan rico como el propio personaje de Cervantes.
El 43,9% de los psiquiatras han diagnosticado distintos trastornos mentales a Don Quijote o alteraciones del carácter, mientras que un grupo del 30,33% ha opinado que el principal protagonista de la novela de Cervantes no es un enfermo mental, según recogen las conclusiones de este estudio publicadas en un artículo por el psiquiatra Joaquín Sama en la revista del Colegio de Médicos de Córdoba.
De entre los especialistas que sí ven en Don Quijote distintos diagnósticos psiquiátricos, un 15,3% de ellos consideran al hidalgo caballero como “un enajenado mental, es decir, que está fuera de la realidad”, aunque sin llegar a concretar la clase de patología que padece. Otro 7,4% de los expertos creen que el personaje de Cervantes sufre “trastorno de ideas delirantes persistentes”, un cuadro clínico en el que de nada sirve la argumentación lógica sobre esas ideas.
Para un 6,6% de los médicos don Quijote sufría un trastorno afectivo bipolar, virando su actitud entre la exaltación del ánimo y el decaimiento y algunos signos de depresión. Con porcentajes menores se distribuyen otros diagnósticos concluidos en este estudio: trastorno esquizofrénico (3,3%), parafrenia (2,8%), delirio compartido (2,8 %), esquizofrenia paranoide (1,9%), síndrome de Ganser (1,1%) y trastorno esquizotípico de la personalidad (0,6 %), son así otras patologías que los especialistas han visto en el ingenioso hidalgo.
Altruista que pierde el sentido de la realidad, no el juicio
Sin embargo, para el 30,33% de los psiquiatras que no han diagnosticado una patología mental al protagonista de la novela de Cervantes, “Don Quijote no es un enajenado mental, ni siquiera en sus momentos menos lúcidos, más disparatados”, defiende el doctor, sino que desarrolla distintos caracteres sin llegar a ser enfermedad.
Entre esos caracteres destacan el idealismo, el inconformismo – es “el arquetipo de revolucionario anónimo que toma partido en solitario contra las injusticias sociales”- y el altruismo, definido como “aquella acción que busca mejorar las posibilidades de supervivencia de otros seres a pesar de la merma de las posibilidades de quien la ejerce”. Y claro está a lo largo de la novela que Alonso Quijano “pone en riesgo su propia existencia en una lucha desigual contra supuestos y peligrosos enemigos, ofrece protección a su muy amada y sublimada Dulcinea, busca con ahínco deshacer entuertos y traer la justicia a este mundo, sin obtener a cambio una contrapartida cierta”.
De los episodios de la novela en que ‘la locura’ de Don Quijote toma protagonismo, los especialistas en psiquiatría aluden a varios perfiles de personalidad: desde un mitómano, “excéntrico y algo chiflado, a quien se le va la cordura en algunos momentos, pero conserva el sentido de la realidad en lo fundamental” hasta ese personaje en el que predomina el altruismo y en el que “la emoción de sentirse héroe se hace tan intensa en él, que en ciertos momentos le lleva a perder el sentido de la realidad, que no el juicio”. Un sentido de la realidad que desaparece en el citado episodio de los molinos de viento o en el del rebaño de ovejas. “No tiene alucinaciones, sino falsas percepciones, ilusiones debidas a la intensa emotividad que pone en el empeño”.
A modo de epílogo de este particular diagnóstico psiquiátrico del personaje cervantino, el doctor Sama explica en su artículo que “no cabe duda que si don Quijote hubiera existido realmente y hubiese deambulado por nuestros pueblos y ciudades, a pesar del mayor nivel de tolerancia que se le supone a la sociedad actual, hubiera tenido muchas posibilidades de ser ingresado con carácter urgente en la Unidad de Psiquiatría más cercana”. Eso sí, considera el doctor- “tras varios días de estancia hospitalaria, se le habría dado el alta médica con su correspondiente informe y tratamiento que incluiría con toda probabilidad algún neuroléptico (fármaco antipsicótico) de última generación”.