La emigración no es como la pintan

La noticia, atribuida a la Agencia Federal de Empleo alemana, se ha difundido estos días en cientos de periódicos, radios, televisiones, páginas webs y blogs de todo tipo: “Hasta diciembre, un total de 50.201 españoles emigraron durante 2012 a Alemania en busca de trabajo”.

Sin embargo, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), cuyos datos acaba de actualizar el Instituto Nacional de Estadística (INE), a 31 de enero de 2013 en Alemania residen 54.358 personas nacidas en España, de los que 12.793 son nacidos en Andalucía.

Parezcan muchos o pocos, lo más llamativo es que en plena crisis, con los medios de comunicación transmitiendo constantemente la idea de que los españoles se van fuera a buscarse la vida, el crecimiento sobre el 31 de enero de 2012 es tan sólo de un 2% en ambos casos. Frente a la cifra de 50.000, El INE recoge menos de 2.000, de los que apenas 260 son andaluces.

Más aún, a pesar de todos los reportajes periodísticos, desde que empezó a publicarse esta estadística el 31 de enero de 2009, al inicio de la crisis, el número de españoles residentes en Alemania sólo ha crecido un 4%, y un despreciable, estadísticamente hablando, 0,4% en el caso de los nacidos en Andalucía.

No es una discrepancia aislada. La pasada semana, el primer ministro británico, David Cameron, aseguró en una comparecencia pública, para justificar los recortes que estaba a punto de aprobar, que el Reino Unido soportaba una gran demanda de empleo por parte de los españoles. Según él, entre marzo de 2011 y marzo de 2012, un total de 30.070 españoles llegaron a su país en busca de un empleo.

Tampoco aquí coinciden los datos. El PERE recoge que a 31 de enero de este año vivían en el Reino Unido 45.089 ciudadanos nacidos en España, un 6% más que el año anterior. Eso sí, con respecto a 2009 el crecimiento ya es considerable, casi un 17%. Aun así, en números absolutos el incremento no llega a las 7.500 personas en cinco años, muy lejos de los 30.000 anuales de los que habla Cameron.

Es más, con los españoles supuestamente saliendo en masa por las fronteras en busca, no ya de una vida mejor, sino simplemente de un empleo, los datos elaborados por el INE reflejan que desde 2009 el número de nacidos en España que se repartieron por los cinco continentes no suma los 40.000 ciudadanos, lo que supone un exiguo crecimiento del 6%.

Extranjeros españoles

Hablamos hasta ahora de los españoles nacidos en territorio español, pero españoles son muchos más. Sólo hay que ir al consulado de España en Bruselas para comprobarlo: la mayor parte de las personas que allí acuden para resolver sus papeleos son de origen magrebí. En su día inmigrantes en España que obtuvieron la nacionalidad española y que, ante la crisis, han vuelto a emigrar. Solo que esta vez como españoles, a un país con una importante comunidad magrebí y donde cuentan con redes familiares y sociales que les permiten encontrar más fácilmente un nuevo modo de vida.

Aun así, según los datos del PERE, del total de 1.931.248 españoles residentes en el extranjero, sólo el 34,9% ha nacido en España, y un pequeño 5,4% en terceros países. Mientras, la mayoría, el 59,1%, nació en su actual país de residencia. Es decir, españoles residentes en el extranjero que viven en el país en que nacieron. Es más, en total, entre enero de 2012 y enero de 2013, sólo 157.933 españoles se inscribieron en el padrón de residentes en el exterior, de los que apenas el 30% habían nacido en España.

Es posible acotar aún más el impacto real de la crisis sobre la emigración de los españoles, para comprobar que buena parte de los nuevos residentes en el exterior son, en realidad, hijos de inmigrantes retornados a su país de origen. El caso de Ecuador lo ilustra muy bien. A 31 de enero de 2013 residían en ese país un total de 21.009 españoles, 7.154 más que un año antes. Supone nada menos que un crecimiento de casi un 52%. Mientras, el aumento entre los nacidos en España es del 31%.

Aunque Ecuador es un país que experimenta en la actualidad un fuerte crecimiento económico, que puede haber atraído a algunos españoles en busca de oportunidades, cabe suponer que una buena parte de ese crecimiento se debe al regreso de ecuatorianos a su país al derrumbarse sus medios de vida en España como consecuencia de la crisis. De los 6.634 nacidos en España que actualmente residen oficialmente en Ecuador, 5.090 tienen menos de 16 años de edad. Es más, de los 2.092 emigrantes nacidos en España que llegaron a Ecuador en 2012, 1.941 eran menores de 16 años. Así, un buen número de esos emigrantes a Ecuador nacidos en España, serán en realidad hijos de emigrantes ecuatorianos nacidos aquí durante su estancia en el país.

Ni están todos los que son, ni son todos los que están

En definitiva, las estadísticas no reflejan la percepción generalizada de que España esté viviendo una nueva ola migratoria como la que vació los campos españoles en los años 60 del pasado siglo. “Las interpretaciones confusas o abiertamente erróneas de los datos sobre emigración española son cada vez más frecuentes”, se quejaba la socióloga Amparo González el pasado 18 de febrero en el blog Piedras de Papel de eldiario.es.

Experta en migraciones del CSIC, en su artículo González critica la “irresponsabilidad” de inflar las cifras, y advierte del daño que puede producir ahora que “mucha gente se puede estar planteando la posibilidad de marchar al extranjero”.

Es más, el sociólogo de la UNED, Luis Garrido Medina, publicaba esta semana un artículo abundando en el problema de la falsa imagen de que en España se está produciendo una gran emigración: “En oposición a tanta alarma sobre la salida de españoles en edad de trabajar, el PERE dice que han vuelto más españoles nacidos en España de los que se han ido”.

Claro que también es cierto que las propias estadísticas no reflejan fielmente la realidad de lo que está ocurriendo. España carece de un sistema estadístico capaz de analizar en detalle la emigración de su población. “El PERE no está diseñado para ello, no está pensado para analizar flujos de salidas de población”, reconoce Jaime Romero, responsable de la gestión de esta estadística en el INE.

Efectivamente, el acto de inscripción en el padrón es voluntario, y muchos de los que se van no lo hacen. Además, explica Romero, una buena parte de los inscritos en el padrón durante los últimos años es consecuencia de la Ley de Recuperación de la Memoria Histórica, que llevó a inscribirse como españoles a cientos de miles de descendientes de exiliados. De ahí la relevancia del alto número de españoles inscritos en el extranjero que residen en su propio país de nacimiento.

“Según las estadísticas, la emigración no es tal como la pintan”, dice Víctor Manuel Bellido, responsable del departamento de la Junta de Andalucía que atiende a los andaluces en el exterior.

Coincide con Romero en que, además, la realidad está influida por la Ley de Adquisición de la Nacionalidad Española de 2002, y por la Ley de Recuperación de la Memoria Histórica, de manera que “la mayoría del flujo de población corresponde a personas que no han nacido en España”. Ello, unido a la voluntariedad de la inscripción en el padrón determina, dice Bellido, “que tengamos constancia de los que se inscriben en los registros consulares, y se acabó”. Hay, sin embargo, “miles de españoles fuera cuya huella estadística sigue estando en España”.

Calidad más que cantidad

Es, en el fondo, lo mismo que opina la catedrática de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla, Josefina Cruz, cuando dice que “hay una falta de estadísticas fiables que permitan medir los flujos migratorios”. Y explica que sólo se inscriben aquellos mayores de edad interesados en votar, y los que están en los países más perdidos o conflictivos. “En Nueva York, Londres, Paris… en las grandes ciudades, dónde está la gran emigración, la gente no está inscrita”.

Cruz coincide también, en que por ahora no se puede hablar de un gran movimiento migratorio en España como el que caracterizó el siglo pasado. Pero matiza que “se trata de un problema más cualitativo que cuantitativo”. Y lo es porque afecta a mano de obra cualificada que ha costado años, y mucho dinero, formar. “Esa reflexión nunca se hizo sobre los que se fueron a trabajar a la Volkswagen de Alemania en los sesenta”, afirma.

Cruz matiza aún más. “El fenómeno no es nuevo. España lleva años siendo exportadora de mano de obra cualificada”. Y, como ejemplo, recuerda que hace al menos 15 años que médicos y enfermeras españoles se van al Reino Unido, Portugal y otros países en busca de un empleo digno.

En definitiva, aunque las estadísticas no reflejen con exactitud lo que está ocurriendo, lo que sí dejan claro a sociólogos, geógrafos y estadísticos es que la imagen de un país que se vacía a pasos agigantados de sus ciudadanos mejor formados tiene más de leyenda urbana que de realidad. Es cierto que muchos no se registran en el país de destino en cuanto llegan, pero sí tienen a hacerlo los que finalmente se quedan. Y los registros muestran que una gran mayoría vuelve.