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Gracias Sra. Tejerina
La exministra Tejerina le ha hecho un enorme favor al PSOE-A y su gestión educativa. Encima de no tener ni idea de lo que habla y de hacerlo con la soberbia que caracteriza a la derecha, encima de eso, es torpe. Insultar al alumnado andaluz es la mejor forma de que Díaz y los suyos saquen la bandera, organicen una rueda de prensa deprisa y corriendo delante de un colegio y eviten hablar de los problemas del sistema educativo andaluz. Chapó, Sra. Tejerina.
Pero es que la idea que hay de fondo es aún más peligrosa. En el PP piensan de verdad que los resultados educativos correlacionan con el partido en el Gobierno. Piensan que allá donde gobiernan ellos hay mejores resultados. Falso. Como falso es que haya dos cursos de diferencia entre el alumnado de Castilla y León y el andaluz. Una falacia que a fuerza de repetirla solo sirve para aumentar la prepotencia del norte y dificultar el autoestima de Andalucía. Datos hay a gusto del consumidor, y en eso el PSOE-A es experto y los maneja a su antojo. Podríamos hablar de que hay datos que hablan de que Andalucía tiene un sistema educativo bastante equitativo, o de que es la tercera comunidad autónoma con menor gasto por alumno.
Por eso mismo es importante ir al fondo de la cuestión.
Estos son los problemas de medir, cuantificar, hacer rankings y competir hasta en aquellas cuestiones que no tiene sentido hacerlo. Y de esa necesidad de medir nace el “sacrosanto” informe PISA que tanto manosean políticos y medios en una u otra dirección, y en el que hoy la Sra. Tejerina dice haberse basado sin mostrar ninguna evidencia. El problema es que PISA dista mucho de ser un informe neutral y casi más de ser científicamente válido para cambiar la Escuela. La OCDE impulsa dicho informe con unas intenciones claras: proponer cambios en los sistemas educativos para adaptarlos cada vez más a las lógicas neoliberales. De hecho no lo esconden, el error es nuestro por usarlo.
Son cada vez más las voces expertas que hablan de los problemas de PISA. Especialmente la estandarización sesgada de sus puntuaciones, el ignorar la variable cultural y el medir una serie de competencias que no están exclusivamente relacionadas con las prácticas docentes, como ellos reconocen, para luego sacar conclusiones que se usan para evaluar las prácticas docentes y sistemas. Y por eso, medir una serie de parámetros ignorando el contexto en el que se desarrollan los procesos educativos, o tomar unos datos sesgados para usarlos en nuestro beneficio más cortoplacista, nos lleva a decir estupideces del tamaño de que “lo que sabe un niño de diez años en Andalucía es lo mismo que uno de ocho en Castilla y León”.
Lo que sí nos dicen cada vez más expertos en educación, e incluso la propia OCDE acaba reconociendo, es que algunas de las variables más relacionadas con los resultados educativos son el nivel de estudios de la familia, el número de libros que hay en casa o el contexto socieconómico del alumnado. No son las únicas, menos mal. Pero son las oportunidades educativas, al fin y al cabo. Ay amigo... quién nos iba a decir que era una cuestión de contextos, una cuestión de la situación de partida en la que nacía cada alumno o alumna. Una cuestión de clase. Cualquier análisis que ignore eso, como el de la señora Tejerina, es una enorme mentira.
Y con eso, el sistema educativo debe poner todos los medios materiales, humanos, científicos y sociales para compensar las desigualdades de clase. Cualquier gestión educativa que no haga eso, como la del Gobierno de la Sra. Díaz, lo único que consigue no es que los niños y niñas de Castilla y León consigan más que los de Andalucía, sino que los niños y niñas de Andalucía que tienen un entorno sociocultural con más facilidades aprendan más que los que no las tienen.
Pero voy a más ¿Qué son los resultados educativos? ¿Qué es lo que, supuestamente, sabe más un niño de Castilla y León que un niño andaluz? ¿Se sabe mejor las tablas de multiplicar o resuelve mejor un problema? ¿Tiene más capacidad de expresar sus ideas oralmente? ¿Sintetiza mejor las ideas de un texto? ¿Trabaja mejor en equipo? ¿Tiene una tolerancia a la frustración más alta? ¿Es más feliz? Quién hace la ley hace la trampa, y en educación (como en tantas otras cosas) quién mide o evalúa hace la trampa, como ya reflejaba Tonucci en sus viñetas.
Gracias a la Sra. Tejerina hoy no hablaremos de esto, y los ineficaces gestores políticos del trasnochado aparato susanista de la Consejería de Educación dormirán tranquilos. Se enrollarán en nuestra bandera y olvidarán los recortes, las aulas prefabricadas, la climatización, el fracaso del bilingüismo, la burocracia docente, las metodologías trasnochadas, la inestabilidad interina o la falta de recursos para la atención a la diversidad.
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