- La huerta de Julián y Mari, en el norte de Sevilla, sobrevivió a la especulación urbanística y hoy sigue oliendo a tierra húmeda, a raíces, a puerros, a cítricos y a rúcolas. De aquí sale cada semana medio centenar de cestas de verduras frescas que abastecen a 200 familias de la capital y sus alrededores. Los grupos de consumo pagan una cuota mensual a cambio de cestas de productos ecológicos, y garantizan salarios justos y condiciones laborales dignas para quienes trabajan la tierra. Con estas condiciones, la iniciativa de la asociación El Enjambre sin Reina se ha convertido en un ejemplo de relación justa entre productor y consumidor en la Edad de las grandes superficies. Pasamos con ellos una jornada completa.
La huerta de Julián y Mari, en el norte de Sevilla, sobrevivió a la especulación urbanística y hoy sigue oliendo a tierra húmeda, a raíces, a puerros, a cítricos y a rúcolas. De aquí sale cada semana medio centenar de cestas de verduras frescas que abastecen a 200 familias de la capital y sus alrededores. Los grupos de consumo pagan una cuota mensual a cambio de cestas de productos ecológicos, y garantizan salarios justos y condiciones laborales dignas para quienes trabajan la tierra. Con estas condiciones, la iniciativa de la asociación El Enjambre sin Reina se ha convertido en un ejemplo de relación justa entre productor y consumidor en la Edad de las grandes superficies. Pasamos con ellos una jornada completa.
Los hortelanos Elena Rubio e Irra García recogen coles. / Luis Serrano
Los hortelanos Elena Rubio e Irra García recogen coles. / Luis Serrano
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