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Espadas esgrime la “autonomía” del PSOE andaluz para defender los regadíos en Doñana frente al Gobierno de Sánchez

Juan Espadas, líder del PSOE andaluz, junto a miembros de su grupo parlamentario, este jueves en el patio de la Cámara.

Daniel Cela

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El Parlamento andaluz aprobó el miércoles el inicio de la tramitación de una proposición de ley para indultar los regadíos ilegales en la corona norte de Doñana. La iniciativa partía de PP, Ciudadanos y Vox, grupos que sustentan al Gobierno de Juan Manuel Moreno, pero también contó con la abstención crítica del PSOE, y esto último ha desencadenado un terremoto político con réplicas en el Gobierno de Pedro Sánchez, radicalmente en contra de la propuesta.

El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, ha tenido que acudir personalmente al Parlamento este jueves para explicar la posición de su grupo, y por qué se mantuvo esa abstención a pesar de las llamadas de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que un día antes había escrito al propio presidente Moreno para pedirle que “desistiera” de la iniciativa parlamentaria. Que la medida prosperase, sin el rechazo rotundo de los socialistas andaluces, ha generado un profundo malestar en el Gobierno y en la dirección federal, que tilda la abstención de “inexplicable e incomprensible”, toda vez que la propia Comisión Europea había advertido por carta a España de las posibles repercusiones legales y las multas millonarias a las que se expone si esta iniciativa prospera.

Ante las preguntas de los periodistas, un Espadas visiblemente enfadado ha negado rotundamente que la abstención de su grupo pueda interpretarse como “un sí vergonzante”. “Aquí no hay ningún sí vergonzante. El sí es sí, y ayer no hubo un sí del PSOE. Esto es una iniciativa de las derechas para engañar a los agricultores”, ha asegurado. El dirigente socialista ha lanzado dos mensajes claros: el primero es que él tiene autonomía para defender un criterio político distinto al de su partido en Madrid, o del propio Gobierno; y el segundo es su preocupación por que Vox capitalice los problemas del campo andaluz, singularmente de la comarca de Huelva, confrontando los intereses económicos de la zona con la protección al medio ambiente. “Me niego a dejarle el campo a la extrema derecha y no voy a entrar en su marco mental”, ha asegurado, casi a gritos.

Espadas está en ruta permanente por toda Andalucía, a las puertas de unas elecciones en las que su gran déficit es que en gran parte de la región nadie le conoce. Este jueves ha desviado su agenda para pasar rápido por el Parlamento andaluz y defender, en primera personal, lo que votó ayer su grupo. Le precedía una lluvia de críticas de sus propios compañeros dede Madrid. El líder andaluz ha reprochado al Gobierno de Sánchez el estar demasiado lejos del terreno para entender las aristas de lo que está pasando en la corona norte de Doañana. “Tengo la conciencia tranquila. La abstención del PSOE abre una puerta para seguir trabajando por resolver un problema en la comarca onubense que existe, y si el Gobierno no ve que existe, yo trabajaré para explicárselo”, ha dicho Espadas, tras aclarar que “la ministra ha hecho lo que tenía que hacer”.

Un chivatazo a la ministra desde el Parlamento

Lo cierto es que no hay consenso en el seno del PSOE sobre este asunto, ni siquiera lo había dentro del grupo parlamentario andaluz, que cuenta con 33 diputados divididos por una zanja invisible que separa a los partidarios de Susana Díaz, que antes dirigían el grupo, y la nueva dirección, afín a Espadas. Uno de los discordantes, de hecho, fue quien alertó por teléfono a la ministra Ribera cuando finalmente se supo que el PSOE se abstendría (el sentido del voto se mantuvo en secreto hasta poco antes de apretar el botón). Así lo ha contado el propio líder del partido, visiblemente molesto: “No entiendo que haya que llamar a papá o a mamá. Las cosas del grupo parlamentario se resuelven en el grupo parlamentario”.

La ministra Ribera telefoneó a Espadas, que el miércoles se encontraba en Algeciras, para decirle que acababan de informarle de que el PSOE andaluz se abstendría, le pregunta “si no tienen otra opción” y le advierte de que “había razones de sobra para votar no” a la propuesta de PP, Cs y Vox. El líder socialista andaluz “llevaba dos meses” discutiendo el tema con Ribera, desde que las tres derechas registraron la iniciativa en la Cámara. “Hablo todos los días con ella”, dice, pero el cisma entre la posición política del Gobierno y del PSOE andaluz era irresoluble.

El problema del PSOE andaluz, que gobernó durante 37 años esta comunidad, es que en este debate ha ido a rebufo de una iniciativa parlamentaria de PP, Cs y Vox. Es sobre el texto de esta proposición de ley sobre el que se erige un debate complejo, que plantea legalizar 1.461 hectáreas de la corona norte de Doñana donde algunos agricultores, desde hace años, esquilman el acuífero del Parque Nacional. Sobre ese texto, la Comisión Europea ha enviado una carta preventiva a España, amenazándole con multas; se ha posicionado en contra la Unesco, recordando que hay ya una sentencia sin ejecutar porque el Gobierno central no hace lo suficiente por eliminar los pozos ilegales que esquilman Doñana; hay un escrito contrario del Ministerio de Transición Ecológica, de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y de numerosas organizaciones ecologistas.

Los socialistas andaluces rechazan la medida de las tres derechas, pero comparten los problemas de algunos de los agricultores de la zona y, en consecuencia, defienden la legalización de sus terrenos cultivables y la ampliación de sus regadíos, que hoy por hoy son ilegales. El PSOE no ha presentado un texto alternativo a la iniciativa de PP, Cs y Vox, porque cree que “correspondía al Ejecutivo de Moreno impulsar un proyecto de ley, con todos los informes jurídicos y técnicos necesarios”. Espadas defiende el “difícil equilibrio” entre la denuncia brutal contra la propuesta de las derechas -“propaganda barata, engaño masivo”- y su apuesta por debatirla, negociarla e incluso revisar el Plan de la Fresa de 2014 que, según ellos, “no afinó lo suficientemente bien” a la hora de determinar qué hectáreas tenían derecho a regadíos y cuáles no.

El Gobierno central, que tiene las competencias sobre el agua, reitera que “hablar de agua es hablar de nada, porque el acuífero de Doñana está sobreexplotado y no hay más agua disponible”. La Junta de Andalucía, que tiene las competencias sobre el territorio, explora con esta iniciativa la ampliación de regadíos, pero una de las vertientes es la reclamación al Estado de las infraestructuras pendientes para garantizar agua en superficie (el trasvase de los ríos Tinto y Odiel, la presa de Alcolea y el túnel de San Silvestre). 

En esta línea, el discurso de Espadas y Moreno es coincidente. Esto es lo que más le cuesta al líder socialista explicar al Gobierno y a Ferraz, que considera “inexplicable” la abstención del PSOE andaluz. Al final Espadas ha zanjado el debate con un discurso autonomista y de autoreafirmación. “Yo no recibo consignas ni cuestiones ni directrices de nadie. El PSOE andaluz es el PSOE andaluz. Aquel 28F votamos nuestro autogobierno, hemos sido gobierno de Andalucía y lo volveremos a ser”, dijo, ante el busto de Blas Infante en el patio del Parlamento, apelando al referéndum de autonomía [28 de febrero de 1980].

El dirigente socialista hubiese preferido que la proposición de ley de PP, Cs y Vox nunca llegase al Parlamento, porque esto ha obligado a su grupo a retratar su voto. Al debate acudieron alcaldes de la zona -muchos de ellos socialistas-, agricultores y organizaciones agrícolas, que en algún momento jalearon la intervención del diputado de Vox. La provincia de Huelva es un nicho de votos para el PSOE, que también gobierna la Diputación, donde han apoyado (con enmiendas) la iniciativa de las derechas. “Aquí hay que alinearse con aquellos a los que queremos defender, los agricultores que sufren una injusticia, esto no lo hago por un puñado de votos”, ha insistido Espadas.

Los socialistas andaluces defienden que su abstención de ayer era “difícil, pero responsable”, y que del Parlamento sale una “apuesta por la paz social”. “Doñana no está en peligro y el acuífero sigue siendo intocable”, concluye Espadas, que ya anuncia su participación en las próximas manifestaciones para reclamar las infraestructuras hídricas pendientes para garantizar agua en superficie para la zona.

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