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Un año desde la dimisión de Luis Salvador que precipitó el regreso del PSOE a la Alcaldía de Granada

La renuncia de Salvador acabó con un culebrón que deshizo al bipartito entre PP y Ciudadanos

Álvaro López

30 de junio de 2022 21:41 h

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Se cumple un año desde que Luis Salvador, entonces alcalde de Granada por Ciudadanos, dimitió de su cargo al frente del Ayuntamiento. Aquel 1 de julio de 2021 se marchaba el alcalde más inesperado durante la época democrática de la ciudad de la Alhambra y se precipitaba el regreso de un PSOE que acabaría pactando con un Salvador que hasta entonces era un enemigo íntimo de la formación socialista. 365 días después de aquellos acontecimientos, pocas cosas han cambiado en el Consistorio y los esfuerzos empiezan a centrarse en las elecciones municipales de 2023. Solo el actual alcalde, el socialista Francisco Cuenca, parece que repetirá como candidato al sillón de regidor.

Luis Salvador dejó de ser alcalde de Granada apenas dos años después de acceder al cargo. Si bien era una posibilidad que siempre estuvo encima de la mesa porque se había cerrado un presunto pacto de alternancia al frente del Ayuntamiento con el Partido Popular, lo cierto es que precisamente dicho acuerdo fue el que hizo saltar todo por los aires. Hasta la renuncia de Salvador, se habían sucedido semanas muy intensas en la Plaza del Carmen por los enfrentamientos entre los concejales del PP y el propio alcalde de Granada. Todo por una rueda de prensa que a la postre conseguiría su objetivo final: derrocar a Luis Salvador. Aquella comparecencia ante los medios la hizo Sebastián Pérez, en aquel momento concejal de los populares y reciente ex presidente provincial del partido.

El pacto “del whatsapp”

Pérez, que había perdido las elecciones locales de 2019 frente al PSOE de Francisco Cuenca y cuya formación no cedía unos comicios desde hacía tres décadas, al menos había minimizado daños colocando a su partido como el segundo más votado. Aquello, junto con una aritmética favorable para el bloque de derechas, le convertía en el candidato por lógica al sillón de alcalde. Sin embargo, un pacto inesperado y desde Madrid entre las direcciones de Ciudadanos y el PP, acabó con Pérez fuera de la alcaldía, cediendo su lugar a Luis Salvador por los naranjas. Un gobierno bipartito encabezado por Cs y de la mano de los populares que nació con sorpresa y tensión y que acabó muriendo de la misma manera.

En una rueda de prensa a finales de mayo, Sebastián Pérez se cobró su venganza, puesto que tenía cartas guardadas para hacerlo. Después de dos años asegurando que se había sellado un acuerdo con Luis Salvador para que a mitad del mandato ambos se cambiasen el puesto de alcalde, en aquella comparecencia ante los medios quiso medir sus fuerzas y precipitar la caída del regidor al asegurar que, si Salvador no se iba, él se encargaría de que lo hiciese a través de una moción de censura a favor del PSOE cuyos números daban. Meses antes, Pérez había dimitido de sus cargos dentro del equipo de Gobierno, pero mantenía su acta como concejal para guardarse el as que acabó utilizando en esta rueda de prensa que fue el inicio del fin del bipartito entre Cs y PP.

Un órdago que salió mal

Los populares, entre la espada y la pared por las palabras de su expresidente, no calcularon bien sus aspiraciones y decidieron tomar cartas en el asunto y exigirle a Luis Salvador que se marchase. Aunque habían sido tibios antes defendiendo la tesis del acuerdo de alternancia de Sebastián Pérez, entonces abrazaron sus argumentos y, sin mucho margen de maniobra, pidieron al alcalde de Ciudadanos que se marchase y diese paso a uno del PP. Aquello no solo no iba a ocurrir, sino que los que iban a dejar el equipo de Gobierno por su propia cuenta iban a ser los concejales populares. El 8 de junio cesaban todos de su cargo para forzar la renuncia de un Luis Salvador que se mantendría en el puesto de alcalde a pesar de estar en minoría absoluta. Horas después de que se marchase el PP, también dijeron adiós dos de los cuatro concejales de Ciudadanos, dejando a Salvador solo con un edil.

Desde esa fecha, lo vivido en el Ayuntamiento de Granada ha pasado a la historia por engrosar algunas de las páginas más surrealistas que nunca se han escrito en la ciudad. Luis Salvador trató de aguantar a toda costa al frente el Consistorio y llegó a amagar con hacerlo por el resto del mandato. Mientras, entre bambalinas, intentó cerrar acuerdos con el PSOE a través de sus contactos en la Federación Española de Municipios y Provincias para persistir en el cargo con un pacto con los socialistas. Aquello fue aplacado por el propio PSOE, que sin embargo acabaría pactando semanas después con el hombre con el que había jurado no ir “ni al tranco de la puerta”.

El Partido Popular, al ver que su órdago quedaba en nada y que Salvador estaba dispuesto a aguantar, trató de recular ofreciendo al entonces alcalde algún entendimiento para que se rehiciese el bipartito, pero ya sin que los números estuviesen del lado de la derecha. Con el paso de los días, el socialista Francisco Cuenca fue ganando enteros para recuperar una alcaldía que había perdido en las elecciones de 2019 pero que ya había ocupado desde 2016 hasta esa fecha. Había dos opciones: una moción de censura que podría darse incluso con el PP, dado lo “anómalo” del gobierno de Luis Salvador o esperar a su renuncia y hacer números para una investidura en la que Cuenca sería alcalde si nadie más conseguía los votos de la mayoría absoluta, ya que había ganado las elecciones.

Así, el 1 de julio de 2021, horas después de que el PP intentase a la desesperada recuperar el Ayuntamiento de Granada con sendas reuniones con el PSOE y con el propio Luis Salvador, el alcalde se marchó. Lo hizo diciendo que su gobierno mínimo “no podía funcionar” y advirtiendo que no ayudaría a los populares a regresar al poder porque se había visto “que les da igual que se llame Luis o Paco, con tal de que tenga sus siglas”. Para entonces, aunque desde el PSOE lo niegan, Salvador ya tenía cerrado un acuerdo para hacer alcalde a Francisco Cuenca y asegurarse un puesto en su equipo. Por eso, durante la rueda de prensa de su dimisión, Salvador dejó claro que no quería ningún acuerdo con el PP, por tener que depender de los concejales no adscritos o de Vox.

Cuenca vuelve a ser alcalde

Seis días más tarde, y con todas las cartas marcadas, Francisco Cuenca volvió a ser investido alcalde de Granada con el apoyo de Luis Salvador y del otro concejal que aún quedaba en Cs, Juan Antonio Huertas, además de los tres de Podemos-IU, cosechando una mayoría amplia de 15 apoyos que no se han mantenido después. La coalición de izquierdas amagó con su ingreso en el equipo de Gobierno, pero finalmente no accedió por la presencia de Salvador en el mismo. Por aquellas fechas, Cs también expulsó al exalcalde y a Huertas de sus filas, consumando su desaparición de un ayuntamiento al que es probable que no vuelva más por la desintegración que sufren las siglas naranjas en todo el territorio nacional.

Desde que Francisco Cuenca se hiciese con el bastón de mando otra vez, pocas cosas han cambiado en el escenario político de la ciudad. A pesar de que no ha conseguido aprobar aún las cuentas municipales y que el escenario no acaba de ser del todo propicio, el PSOE sí ha tenido la fortuna de vivir la recuperación de la normalidad tras la pandemia, recuperando las cruces de mayo o la Feria del Corpus. Además, como han seguido llegando fondos europeos por la Covid-19, el Consistorio ha podido llevar a cabo algunas acciones que desesperan a un Partido Popular que no entendió por qué cedía el bipartito justo cuando la vida política se ponía de cara para cualquier consistorio tras el coronavirus.

No obstante, hay temas en los que los socialistas están cosechando críticas. Uno de los más importantes es el del nuevo contrato del transporte urbano de Granada. La izquierda lleva años defendiendo la tesis de que hay que remunicipalizar un servicio que le sale caro a las cuentas locales y que es una “losa” para un ayuntamiento tan endeudado como el de la ciudad de la Alhambra con una deuda que ronda los 300 millones de euros. El PSOE apuesta por la gestión indirecta de los autobuses urbanos y esto le aleja de su socio preferente que es Podemos-IU.

Además, tampoco han conseguido que los cortes de la Zona Norte vayan a menos, sino que la situación sigue siendo muy grave para los vecinos. Al mismo tiempo, la ciudad padece la falta de recursos económicos en la pérdida de personal en su área de servicios sociales y ha cosechado el descontento de parte de la ciudadanía con la instalación de la llamada zona azul en más de mil aparcamientos, fruto de un convenio que se firmó en 2018 con Francisco Cuenca como alcalde y que debía cumplir, a pesar de la crisis económica a la que se ve abocada la sociedad por la guerra en Ucrania y los problemas energéticos.

Las elecciones de 2023 a la vista

En todo caso y de cara al futuro, parece evidente que Francisco Cuenca repetirá como candidato socialista al Ayuntamiento de Granada y también parece seguro que será el único de los cabezas de lista de 2019 que repetirán en 2023. El Partido Popular está deshojando la margarita para encontrar a un candidato que, si bien hace un año parecía destinado a perder ante Cuenca, los buenos resultados en las elecciones andaluzas para los populares, colocan a la lista del PP con serias opciones de volver a gobernar. Ahí aparecen nombres como el de la directora de la Alhambra, Rocío Díaz, el del representante de la Junta de Andalucía en Madrid, Vicente Azpitarte, o el del secretario provincial, Jorge Saavedra. Por el resto de partidos nada se sabe. Onofre Miralles no podrá repetir por Vox si finalmente acaba ocupando el puesto de diputado que deja Macarena Olona en el Congreso.

Ciudadanos, si finalmente se presenta, no tendrá a Luis Salvador como candidato después de que su expulsión lo llevase de vuelta a un PSOE en el que ya había militado durante 20 años. De hecho, Salvador ha pasado de ser muy crítico contra Pedro Sánchez, y participar en fotografías como la de Colón, a haber hecho campaña por Juan Espadas en Andalucía y sacar pecho de la gestión del presidente del Gobierno. Está por ver qué pasará con su futuro, pero este parece lejos del Ayuntamiento de Granada y dados los malos resultados socialistas en Andalucía, no queda claro si Luis Salvador podrá tener un destino que llene titulares y deje en duda la política de un PSOE muy tocado a nivel andaluz y cuyo relato no tendría fácil incluir al de un ex de Ciudadanos que se marchó por la puerta de atrás de los naranjas y también de los socialistas.

Sin saber tampoco qué pasará con Podemos-IU y si las siglas volverán a deshacerse para formar otro frente de izquierdas, lo cierto es que el año de mandato que queda en el Ayuntamiento de Granada parece estar más encaminado a lo que vendrá que a lo que hay. Tampoco hay demasiado margen para otras situaciones. El presupuesto municipal es el gran objetivo marcado por el PSOE para que se apruebe y aunque hay disposición para ello, no terminan de ver la luz unas cuentas que no solo serán para 2023, sino también para 2024 ya que las elecciones de mayo dejarán poco espacio para aprobar unas nuevas antes de que acabe el próximo año. Quedan once meses para volver a pasar por las urnas.

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