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‘La Peste’: una segunda temporada que hablará de corrupción y “en la que se entenderá todo”

La Peste

Alejandro Luque

Sevilla —

Si hubiera que calcular el impacto de un producto audiovisual por lo concurrido de sus ruedas de prensa, podríamos decir que el estreno de la segunda temporada de La Peste ha sido uno de los acontecimientos de la programación en lo que llevamos de Festival de Cine de Sevilla.Festival de Cine de Sevilla El director Alberto Rodríguez, natural de la capital hispalense y viejo conocido del certamen, aparecía junto a su equipo ante las cámaras y los micrófonos con el aura de las grandes estrellas, a pesar de su proverbial modestia. Todos lucían en las solapas una insignia dorada formada por tres moscas, un pin que tiene mucho que ver con lo que venían a presentar.

Junto a Rodríguez comparecieron su inseparable Rafael Cobos, guionista, los productores de Domingo Corral (Movistar), José Antonio Félez (Atípica) y una nutrida representación del reparto, como Claudia Salas, Jesús Carroza o Pablo Molinero. El director bromeó con el hecho de que el plan de rodaje inicial contemplara la posibilidad de desplazarse a la Tierra de Fuego, y al final “nos quedamos entre Dos Hermanas y Almería”, recordó. “Pero esa es la magia que tiene el cine, puedes hacer algo casi real con cualquier cosa que te propongas, y sin irte tan lejos”.

También hubo cierta guasa con el hecho de que la nueva temporada, que muestra una Sevilla en la que la población ha sobrevivido a la peste pero se enfrenta a otra plaga, la de la corrupción encarnada en una fuerza mafiosa. “La ciudad ahora vive su momento más fastuoso, pero se ha desbordado. A su puerto acude gente de todas partes intentando enriquecerse, lo que hace que el Gobierno no pueda controlar todo lo que sucede en sus calles y se cree un nuevo grupo de poder llamado La Garduña”, comentó Rodríguez. “Confío en que esa Sevilla no tenga nada que ver con la de hoy, aunque la Historia también nos demuestra que hay problemas que 500 años después siguen ahí”.

Pero la carcajada general la despertó el actor que hace el papel de Pontecorvo, el alcalde de Sevilla inspirado en el histórico Puñonrostro, Federico Aguado, al asegurar que su personaje “es un poco Abascal”, y en ese sentido sí aseguró que conforme se profundiza en la trama “descubrimos que las cosas no han cambiado casi nada”.

La convivencia feliz entre series y cine

¿Han logrado por fin las series estar presentes en un festival de cine sin que sea motivo de polémica? Rafael Cobos tiene sus dudas: “No creo que esté normalizado, cuando sigue siendo objeto de debate. Hasta donde yo llego, hay una cosa evidente: uno y otro formato se retroalimentan y se benefician mutuamente”, explica. “Yo transito los dos formatos, y creo que, aun siendo distintos, son un ejercicio de comunicación del que todos salimos bien parados. La televisión que se hace cada vez es mejor, con un lenguaje cada vez más rico y diferenciado del hecho cinematográfico, y al final, ¿por qué no?, es posible la convivencia feliz, el matrimonio con conciencia de las particularidades de cada uno, y también de sus posibilidades de simbiosis”.

Eso aunque la pequeña pantalla siempre agite viejos fantasmas. “El cine siempre es paranoico, ¡que no venga nadie de fuera a mancillarnos, a extinguirnos, a desprestigiarnos!”, bromea Cobos. “No es así. Yo veo películas en el ordenador, porque mi forma de vida me lo exige, pero lo que más me gusta es hacerlo en una sala de cine. Cada formato tiene su momento, y afortunadamente tenemos la posibilidad de disfrutar de los dos”.

Lo seguro es que el equipo de La Peste promete una segunda temporada “más luminosa” que la primera, y vacunada contra la vacua polémica según la cual el acento andaluz de los personajes no era inteligible para los espectadores en general. “Ahí se dieron varias coincidencias”, interviene Cobos. Primero, esos oportunistas que aparecen siempre en estas situaciones. De repente, una de las series con mayor producción de la historia de la televisión está hecha por andaluces, y han decidido usar el dialecto que podía hablarse en la ciudad donde se desarrolla la historia; con la coincidencia de que elegimos que formalmente fuera una película oscura, porque la narrativa lo exigía, y que en algún caso hubiera ciertas dificultades en la interpretación de lo que se decía, con el audio, no sé exactamente cuáles fueron los elementos técnicos… Lo cierto es que esa mezcla se usó como arma contra un proyecto que indiscutiblemente era un valor. Y atacarlo por ahí, me parece algo menor, un poquito oportunista. La segunda temporada sí ha habido una intención de que sea más luminosa en todos los sentidos, y de que se oyera y entendiera todo, y creo que lo hemos conseguido“.

Sobre la posibilidad de que La Peste tenga por delante una larga vida, Cobos explica que “antes de que se estrenara la primera, se anunció que se iba a renovar, y ahora –pedimos cautela– lo normal es ver cómo se desarrolla la temporada que empieza. La primera era conclusiva, pero dejaba algunos interrogantes que podían resolverse en una eventual segunda temporada, y la segunda termina asimismo con interrogantes que podrían contestarse en una tercera”.

En todo caso, el éxito de la serie viene a demostrar que “aquí hay historias importantes que contar, y con gente que tiene la capacidad de hacerlo muy bien. La putada es que todavía no hemos construido el relato, pero si lo piensas, mucha gente piensa en Nueva York cuando quiere imaginar una gran ciudad, pero la Sevilla del XVI era igual de importante o más. Era la gran Babilonia, la Nueva Roma, ese espacio donde confluían personas de todo el mundo con la promesa del oro, o al menos la posibilidad de hacerse rico. Una ciudad por la que pasaban comerciantes, dramaturgos, poetas, pintores, delincuentes, todo estaba allí. Lo mejor y lo peor, como fue la Nueva York de principios de siglo. Es interesante hacer ese relato para reivindicar que somos y fuimos una parte importante de la Historia”, apostilla Cobos.

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