Valle de Abdalajís, la capital del parapente donde se sigue volando a pesar de los aviones
Basta pasar una tarde por la carretera A-343 para observar decenas de puntos de colores recortados contra el cielo a la altura de Valle de Abdalajís (Málaga): los parapentistas se lanzan a planear a diario, incumpliendo una norma básica de seguridad aérea que prohíbe el vuelo libre en las zonas exclusivas para las operaciones de despegue, aproximación y aterrizaje en el aeropuerto de Málaga. Nadie duda de que volar con parapente en Valle de Abdalajís está prohibido, pero allí se vuela.
Valle de Abdalajís es el “epicentro” para el vuelo libre en Andalucía, la “Florida de Europa” para los deportes aéreos, según Carmelo Garrido, técnico de la Federación Andaluza de Deportes Aéreos. Aunque entra de lleno en el CTR de Málaga, nadie hace lo suficiente por que la prohibición se cumpla. Lleva ocurriendo años, pese a que el 12 de marzo de 2016 un avión de Norwegian Airlines tuvo que esquivar a un parapentista a 6.800 pies de altura (unos 2.070 metros) y el piloto dio un parte que concluye así: “Probablemente estaríamos de acuerdo con la persona del parapente en que fue nuestro día de suerte”.
En el informe de la Comisión de Investigación el comandante explica que el piloto automático estaba desconectado: “No puedo pensar en las consecuencias si hubiéramos tenido todavía conectado el piloto automático o no hubiéramos mirado fuera. Con seguridad no habríamos podido hacer la maniobra de evasión”.
Ese día el avión pasó a unos 100 metros del parapente. Esta es la transcripción, traducida, de la comunicación entre el comandante y la torre de control: “14:53:23 Acercamiento, IBK9BV, tenemos un parapente bastante cerca de nosotros aquí. 14:53:34 Parapente, ¿en qué posición por favor? 14:53:36 IBK9VB Exactamente estamos a 6.800 pies. 14:53:40 ¿A la misma altura? 14:53:42 IBK9VB Misma altura, sí, y hay unos cuantos ahí abajo (…) a nuestra altura 14:53:49 OK, Le informaremos sobre ello. Voy a comprobar. IBK9BV Gracias por la información, estuvo cerca”.
ENAIRE, la empresa pública que gestiona la navegación aérea en España, responde por escrito que la zona es un área donde los aviones empiezan a efectuar las maniobras de descenso al aeropuerto, “de ahí la importancia de esta prohibición por seguridad de las operaciones”. Por su parte, la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) es tajante al afirmar que el Reglamento de Circulación Aérea no permite el vuelo de “aeronaves no controladas” en el espacio aéreo de los CTR: “Por ese motivo no se puede realizar parapente en esa zona que nos indica”.
Sin embargo, en Valle de Abdalajís sigue volándose a la luz del día. AESA admite que ha recibido “diferentes notificaciones de sucesos por vuelos con parapente” en la zona, pero delega la responsabilidad en el gestor aeroportuario, ENAIRE.
Si está prohibido cualquier vuelo libre sin radio y transponder, y ya ha habido al menos un incidente de seguridad, ¿por qué sigue ocurriendo? Esto nadie lo explica con claridad.
“Epicentro para la práctica del vuelo libre”
“La zona del Valle es un epicentro para la práctica del vuelo libre: viene muchísima gente de fuera de España, porque en muchos sitios no pueden volar por meteorología”, explica Carmelo Garrido, de la Federación Andaluza de Deportes Aéreos. Según Garrido, FEADA lleva años denunciando la carencia de normativa y propuso regularizar zonas de vuelo donde “se ha ido volando tradicionalmente y se hacía vista gorda”. Pero aunque en septiembre de 2016 AESA redujo la superficie del CTR de Málaga, Valle de Abdalajís siguió dentro. Cuando AESA empezó a “certificar” los nuevos espacios, “se hizo evidente lo que todo el mundo sabía: que había una convivencia tácita entre la torre de control y valle de Abdalajís”.
Este acuerdo tácito para incumplir una norma de seguridad consta incluso en páginas web públicas como la de Turismo Andaluz (dependiente de la Junta de Andalucía), donde se puede leer lo siguiente: “Debido a que la zona se encuentra en el CTR del Aeropuerto de Málaga, aun cuando exista un acuerdo tácito con la torre de control del aeropuerto para la práctica del vuelo, los vuelos deben de ser de poca altura”. El propio alcalde llegó a manifestar públicamente que “toda la vida se ha volado y se vuela” e instituciones públicas como la Diputación de Málaga han promocionado esta actividad.
De hecho, el parapente es la principal atracción turística del municipio, muy cercano al Caminito del Rey, y así lo manifestó su alcalde en la última edición de FITUR, presentando al pueblo como “la capital del parapente” ocho meses después de haber sido notificado, según la Agencia de Seguridad Aérea, de la prohibición expresa.
Al menos tres empresas siguen publicitando esos vuelos. Mario Moreno, de Eolox, admite que vuelan en Valle de Abdalajís “de vez en cuando”, y explica que “allí se vuela de toda la vida”: “Si la montaña está a 1000 metros y tú vuelas a 800, eso no implica riesgo para nadie”. Moreno reduce a un incidente aislado el caso del vuelo de Norwegian, y pide que se reconsidere una prohibición “absurda”: “Es una prohibición que un poco se la salta todo el mundo, respetando unas normas mínimas. Es como salirte de los carriles en la montaña”. “Deportistas federados que vuelen allí hay muy pocos. Los problemas son de gente que viene de fuera y vuelan como les sale del alma”, comenta Carmelo Garrido.
AESA afirma que en abril de 2016, un mes después del incidente, solicitó a la Guardia Civil que tomase “las medidas necesarias para evitar la realización de esas actividades que pueden suponer un riesgo a la operación aeronáutica”, mientras que ENAIRE asegura que no ha recibido “notificación oficial” de vuelos en parapente desde septiembre de 2016. Según la subdelegación, la Guardia Civil ejerce “una labor disuasoria y preventiva”. Sin embargo, la subdelegación recibió una denuncia sobre la continuidad de estos vuelos en enero de este año, y se sabe que allí se sigue volando. ¿Quién debe velar por que se cumpla la norma?
El alcalde: se está volando “con normalidad”
“Ellos [por el Ayuntamiento] tienen que denunciar y no dar licencias para tales actividades”, explica una portavoz de subdelegación, que informó de la prohibición a todos los municipios afectados en mayo de 2016. En Valle de Abdalajís, sin embargo, no se dan por enterados, y el alcalde Víctor Manuel Castillo (PP) asegura que los parapentes están volando “con normalidad”. Castillo avanza que está negociando una flexibilización, sin aclarar con quién (“es secreto de sumario, hablamos con todo el mundo”) y cree que pronto podrá anunciar un acuerdo. Incluso uno de los concejales del equipo de Gobierno es un parapentista reconocido. En el Pleno del 24 de noviembre de 2016, el concejal David Muñoz llegó a admitir que “extraoficialmente ellos [los controladores aéreos] saben que aquí se vuela”: “¿Qué pasa? De vez en cuando hay algún zumbaíllo que le gusta echarle fotos a los aviones por lo alto, entonces la lía”.zumbaíllo
Nadie discute la prohibición, pero en Valle de Abdalajís se vuela. Como siempre, dicen los implicados. Todos admiten la gravedad del episodio de marzo de 2016, pero le restan importancia porque sólo ocurrió una vez. Al final, según Carmelo Garrido, la seguridad depende no tanto de la voluntad, sino de la capacidad de hacer cumplir la ley, y parece que nadie fuera capaz: “¿Ponemos un policía municipal allí todos los días? No puedes prohibir algo que luego no puedes supervisar. En el tráfico aéreo no hay un cuerpo que supervise la normativa y el director del aeropuerto tampoco puede vigilar todo el entorno del CTR. Entonces pasa la pelota a los municipios, que no tienen capacidad. Nosotros intentamos concienciar de que no solo es ilegal, sino peligroso. Las normas están para cumplirse, pero si no hay medios para hacerlas cumplir…”