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Esperando al ascensor que nunca llega en la estación de tren de Torremolinos

Trinidad Rico, en la estación María Zambrano de Málaga

Néstor Cenizo

2 de diciembre de 2021 20:23 h

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Trinidad Rico tomó en 2018 una decisión importante: a su pesar, empaquetó sus cosas y, después de 13 años, dejó su apartamento en Torremolinos, cuya hipoteca tiene a medio pagar, para mudarse a la capital. Aquel era (es) un piso con una localización ideal: está apenas a cinco minutos de la estación central de Cercanías, en La Nogalera, por lo que resulta perfecto para moverse por toda la Costa del Sol y hasta la capital. Sin embargo, para ella, que se desplaza en silla de ruedas, era una tortura: tardaba media hora en recorrer la distancia lo que otros hacen en cinco minutos y, una vez en La Nogalera, se encontraba con que no había ascensor para llegar al tren. Así que dedicaba media mañana a recorrer medio Torremolinos en su silla-scooter para dar con una estación accesible y llegar al hospital de Málaga. Hasta que dijo “basta”: “Me mudé porque el acceso al tren y al autobús en Torremolinos era casi imposible”, cuenta.

Los últimos años allí los pasó reclamando a Renfe que hiciera accesible la estación. Este periódico publicó la su lucha el 9 de marzo de 2018, con este titular: “Nueve años esperando al ascensor en la estación de tren de Torremolinos”.

Han pasado casi cuatro años más y el ascensor aún no ha llegado a La Nogalera, una de las estaciones más utilizadas por vecinos y turistas (muchos con maletas) en la línea C1 del Cercanías de Málaga (a su vez, una de las más rentables de España). En la estación de Torremolinos se subieron o bajaron 4,8 millones de pasajeros en 2019, según el Observatorio del Ferrocarril de Renfe. De media, más de 13.200 cada día. Los actores implicados (Renfe, Ayuntamiento de Torremolinos, Vías y Construcciones, Endesa) dicen que todo se solucionará pronto. Hay declaraciones parecidas desde 2009, incluyendo promesas de ministros y anuncios de obra inminente. La norma que obliga a realizar los “ajustes razonables” para facilitar el acceso en las infraestructuras de transporte está vigente desde el 4 de diciembre de 2017. La diferencia es que ahora sí que hay obra, aunque esté empantanada.

Entre tanto, Trinidad se ha marchado de Torremolinos, comprometiendo incluso su estabilidad económica.

El tortuoso camino de Trinidad Rico para subir al tren

El suyo es un caso extremo de cómo las dificultades de accesibilidad condicionan la vida de las personas con movilidad reducida. Aquí va un intento de explicarlo: Torremolinos cuenta con tres paradas del Cercanías en su núcleo urbano: La Nogalera (la central), La Colina (al este) y Montemar Alto (al oeste). Además, hay que tener en cuenta que el pueblo se asienta sobre un terreno muy escarpado, y que los desniveles se salvan con escaleras o, en algunos puntos, con un ascensor.

Por todo esto, Rico vivía muy cerca del centro, pero a la vez muy lejos. A cinco minutos para cualquiera, menos para ella. Su piso estaba a nivel del paseo marítimo, pero para llegar hasta La Nogalera tenía que pasar por las escaleras de la Cuesta del Tajo (algo imposible) o, alternativamente, superar los 17 escalones que daban acceso al ascensor más cercano. Hace unos años se intentó un avance: instalaron una plataforma para facilitar el acceso de personas en silla de ruedas al ascensor. Pero ocurre que hace falta llamar a un encargado, que no siempre estaba disponible, para que active la plataforma con una llave.

Todo esto hace que para ella llegar al centro de Torremolinos fuera una pesadilla. “Yo he llegado a llorar cuando he llegado a casa y me he acordado de que me faltaba algo que comprar”, dice hoy la mujer, que cree que no debería ser tan difícil: “Si las cosas funcionasen de manera lógica, la mitad de la Cuesta del Tajo hubiera sido cuesta y la otra mitad escalera, y en siete minutos estaba en la Nogalera. Pero me dijeron que técnicamente no era posible hacer una rampa. ¿Por qué creen que se llama Cuesta del Tajo?”.

Además, una vez que llegaba a La Nogalera, Rico tampoco podía bajar hasta la estación. Por eso, cada día, tardaba unos tres cuartos de hora para tomar el tren en La Colina o en Montemar Alto, cuando los ascensores de La Colina se estropearon. El autobús ni lo contemplaba, porque una vez, cuando intentó tomar el autobús 110, un conductor le replicó: “Eso es una moto”. “Y me cerró la puerta en las narices”.

Primeras reclamaciones en 2011

“¡Yo no estoy aquí por gusto!”, protesta al recordar el episodio. Para ella, desplazarse a Málaga es una necesidad. Tiene asignados 16 especialistas, y rara es la semana que no tiene cita. Padece síndrome de Turner, una enfermedad genética rara que afecta solo a las mujeres. A quienes la sufren les falta un cromosoma X, o lo tienen incompleto o alterado, lo que les provoca complicaciones: hipertensión arterial, diabetes, problemas de tiroides o, como en su caso, de osteoporosis. Su cuerpo no produce suficiente estrógeno y los huesos se quiebran.

Los problemas derivados del síndrome de Turner se atisban desde la adolescencia, pero se sienten con toda su crudeza a partir de la treintena. “Cuando llegué a Torremolinos, en 2005, todavía podía andar bien”, dice. En 2011 puso las primeras tres reclamaciones a Renfe, porque ya no podía subir las escaleras sin dolor. Todavía trabajaba en el departamento internacional de una entidad bancaria, muy cerca de la estación de Málaga.

Después, entró en una espiral de operaciones, pero cuando se sintió con fuerzas volvió a la carga: en 2018 constituyó una plataforma (Plataforma Ascensor Ya), a la que rápidamente se sumaron decenas de colectivos y partidos políticos. Poco después, Renfe anunció que licitaría la obra. Aún tardó un año más en adjudicarla y algo más en arrancar. Pero al fin parecía cercano el día en que las personas en silla de ruedas podrían llegar a Torremolinos, y todos se olvidaron del tema. Tanto, que el Defensor del Pueblo cerró una queja de oficio sobre la cuestión el 22 de marzo de 2019, por entender que el asunto estaba resuelto.

Una obra con fin previsto en diciembre de 2020

Las obras se adjudicaron a Vías y Construcciones S.A. con un plazo de ejecución de 18 meses, a partir de junio de 2019. Esto hubiese dado como fecha de fin de obra diciembre de 2020. Pero no ha ocurrido, y nadie pone una fecha final a los trabajos. Desde mediados de 2021 está parada.

“A día de hoy, la obra está ejecutada en torno al 95%”, asegura Renfe. Fuentes oficiales de la empresa pública explican que se paró para que Endesa se pronunciase sobre el proyecto presentado por la constructora y, en particular, sobre los puntos de conexión eléctrica. “Todo está a punto de solventarse”, incluidos los “trámites administrativos relacionados”. Endesa, por su parte, pide que a ella no se le mire: “Ya hemos dado conformidad”. Lo hizo a mediados de noviembre, “tras un análisis en profundidad”, asegura. Y la empresa adjudicataria [Vías y Construcciones] responde que la política del grupo [ACS] es no hacer declaraciones a la prensa.

El Ayuntamiento, por último, dice que tampoco va con ellos, y apunta a Renfe. Y vuelta a empezar.

Adjudicada por un 60% de lo presupuestado

La obra comenzó lastrada por las diferencias de criterio entre Renfe y el Ayuntamiento, que llegó a acusar a la primera de ocultarle un proyecto que afecta a usos comerciales y residenciales en superficie. Además, acabó resultando mucho más ambiciosa que la instalación de tres ascensores. Renfe está acometiendo la “reforma integral de todas las instalaciones”, lo que incluye la creación de un itinerario accesible en subterráneo que comunique la calle con el vestíbulo, el paso inferior y la zona de andenes. Eso comprende instalar ascensores, recrecer andenes y dotar al edificio con señales luminosas y “baldosas podotáctiles”. En superficie se ha levantado toda la plaza de La Nogalera, una obra de la que sí responde el Ayuntamiento.

La adjudicación de una obra tan ambiciosa quedó muy por debajo de lo previsto: 4.588.368 € (sin IVA), cuando se habían presupuestado en 7.551.626,28 euros. Un 60% de lo proyectado. Ningún actor involucrado apunta, sin embargo, a problemas de presupuesto.

“Nuestro deseo es que para el verano esté terminada. Al menos la obra de la plaza”, dicen en el Ayuntamiento. Renfe augura que la obra podrá reiniciarse en las próximas semanas. “Ya se está trabajando en la elaboración de ese proyecto que hará del municipio una ciudad más accesible”, respondió ADIF a La Opinión de Málaga, en un reportaje publicado el 8 de diciembre de 2009. Doce años después, el ascensor aún no ha llegado al tren de Torremolinos. 

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