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La Invisible se reivindica ante la (nueva) amenaza de desalojo del Ayuntamiento de Málaga

Imagen de archivo de La Casa Invisible

Néstor Cenizo

23 de octubre de 2021 20:09 h

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La Casa Invisible, el centro social y cultural autogestionado del centro de Málaga, vuelve a estar en la picota. Hace ahora dos semanas, el Pleno del Ayuntamiento votó a favor de iniciar un expediente en Urbanismo con vistas a su posible desalojo. La Invisible reaccionó esta semana, celebrando una asamblea abierta para reafirmarse en sus bases: cultura al margen de la ciudad museo, gestión ciudadana, arraigo y cuidados. “La Invisible se cuida”, es su lema ahora. Siguen insistiendo en que la mejor forma de mantener el edificio y darle una vida útil para la ciudadanía es rehabilitarlo con un proyecto propio y que se les ceda durante diez años.

El Ayuntamiento de Málaga y La Casa Invisible parecen dirigirse hacia un choque frontal, otra vez. Pero tampoco sería extraño que, nuevamente, el choque acabe por evitarse gracias a un nuevo bandazo consistorial. En esta historia de diálogos inconclusos y negociaciones a ninguna parte, si algo ha quedado claro es que el Ayuntamiento no sabe muy bien qué hacer con los inquilinos (en precario) de un inmueble municipal ocupado hace 14 años.

Mientras, La Invisible sí sabe lo que quiere: rehabilitar el inmueble y obtener su cesión durante diez años para seguir haciendo lo que hacen. La asamblea abierta de este jueves, a la que acudieron en torno a un centenar de simpatizantes, sirvió de respuesta a la intención del equipo de gobierno de incoar un expediente que podría acabar con el desalojo.

“La moción del Ayuntamiento nos decepciona y nos reactiva”, explica Floren Cabello, profesor de la UMA y portavoz de La Invisible. Durante el último año y medio, el centro ha funcionado al ralentí. “Hacía tiempo que, por prudencia, no nos reuníamos de esa manera. En la asamblea se vio que hay más ganas que nunca, ahora que hay algo más de apertura, de reforzar la programación cultural y la actividad social y política, atendiendo a necesidades de vecinos y vecinas que se reúnen para abordar cuestiones de primera necesidad. Se trata de reinventarnos para que la cultura se imbrique en el entorno”, insiste Cabello.

Un plan de rehabilitación y campaña de financiación

En este tiempo, La Invisible ha impulsado su plan para rehabilitar el edificio, en calle Nosquera. Se trata de un inmueble construido en 1878, protegido y expropiado por el municipio por 3,8 millones de euros cuando amenazaba ruina. En 2007 fue ocupado, y desde entonces un grupo de activistas gestiona el espacio, incluyendo el parcheo puntual de sus achaques.

En abril de 2016, La Invisible entregó al Ayuntamiento un proyecto de rehabilitación integral por fases, suscrito por el arquitecto y profesor de la UMA José Manuel López Ossorio. A ese proyecto le faltaba financiación, que deberá venir de las arcas públicas. Por eso durante este año, La Invisible abrió una campaña de micromecenazgo, ya terminada, con la que ha recaudado unos 46.000 euros. Dice estar dispuesta a adelantar el pago para la primera fase de las obras, que se realizarían mientras se mantiene la actividad.

El Ayuntamiento nunca ha reaccionado a ese ofrecimiento porque sus planes son otros. Tras instarse el desalojo ese mismo verano, el 13 de agosto de 2018 (en plena Feria) el alcalde se reunió con representantes de la Invisible y abrió nuevamente la puerta a legalizar su situación retomando la cesión del inmueble. Pero en el alero siempre quedó la cuestión clave del desalojo previo que pretende el consistorio. Desde entonces no ha habido ningún avance. Y en esas estaban, esperando respuesta desde hace tres años, cuando Ciudadanos presentó su moción, por la vía de urgencia y de forma inesperada.

Moción para “incoar un expediente, no el desalojo”

El pasado 8 de octubre, el Pleno del Ayuntamiento de Málaga aprobó, con el voto de los concejales del PP, el concejal no adscrito, la concejala de Ciudadanos y el voto de calidad del alcalde Francisco de la Torre (PP), la moción para incoar un “expediente que permita desalojar con la mayor brevedad posible” La Invisible. No es el primer expediente que se tramita.

A pesar del tiempo transcurrido desde que se ocupó el edificio de calle Nosquera, 14 años, Ciudadanos presentó la moción como urgente. Lo hizo, además, con una vocación expeditiva y la finalidad “desalojar” el edificio. Fue una enmienda del PP la que la aligeró. “Incoar el expediente, no el desalojo”, explicó durante el Pleno el concejal de Urbanismo, Raúl López, que añadió que Urbanismo “está recogiendo informes” para iniciar ese expediente. El pasado verano, técnicos de Urbanismo visitaron el edificio sin adoptar medida cautelar alguna. Ahora, en La Invisible temen que los informes se estén “confeccionando expresamente para justificar el desalojo”.

El Pleno demostró también cómo en este asunto Ciudadanos (socio minoritario) y PP se reparten los papeles. El partido naranja adopta la posición más dura: Noelia Losada, su concejala de Cultura, quiere “desokupar” el edificio, rehabilitarlo y sacar su uso a concurso, porque “ahora su principal uso es sociopolítico” y no cultural. Según asegura, ha recibido propuestas de la Academia de Ciencias, de Medialab o de la Fundación Pérez Estrada, entre otras.

Losada advirtió que, sin rehabilitación, el edificio es un peligro. E igual que en 2018, esgrimió la baza política. “Se han hecho eventos con ex miembros del GRAPO [en referencia a una charla programada, finalmente cancelada], se ha faltado al respeto a símbolos del Estado (…) y se utilizan las dependencias como punto logístico para manifestaciones”. Además, se estaría haciendo “competencia desleal” a los negocios de hostelería que dominan el Centro Histórico, porque en La Invisible hay una barra donde se despachan latas de cerveza y algunos domingos se hacen almuerzos.

Reparto de papeles Ciudadanos-PP

El PP se posicionó con Ciudadanos, pero lo hizo rebajando el tono, hasta el punto de enmendar la moción, que dejó de ser “para el desalojo”. “Que exista un informe o no que aconseje el desalojo lo veremos en breve, porque la Gerencia de Urbanismo viene trabajando en recoger los informes necesarios”, aseguró el concejal.

Lo que separa al Ayuntamiento y La Invisible es quién y en qué circunstancias debe realizarse la rehabilitación, cuya necesidad nadie pone en duda. Los activistas quieren mantenerse en el edificio mientras se ejecuta su proyecto. Y el equipo de gobierno aspira a que los actuales ocupantes esperen fuera mientras ejecuta el suyo. Y luego, ya se verá. Por eso, el concejal López pidió el desalojo “pacífico y tranquilo”, prometiendo una reubicación temporal, y que luego se estudiaría el uso del inmueble ya reformado. “El destino lo decidiremos entre todos, y la manera en que se adjudica también”, dijo, sin descartar la cesión directa.

Una china en el zapato del alcalde

El Ayuntamiento sabe que si fuerza el desalojo, habrá movilizaciones porque La Invisible conserva un notable poder de convocatoria. En 2018, fue el propio alcalde quien lo paralizó, después de otra moción favorable al desalojo, impulsada también entonces por Ciudadanos. Tres años antes, se había mostrado favorable a la cesión. La Invisible es una china en su zapato: desde el Centro Histórico, masivamente copado por el turismo y la hostelería, plantea una visión opuesta en relación al uso del espacio público y una cultura alternativa a la Málaga de los museos, mientras sirve de hogar a numerosos movimientos sociales.

En La Invisible insisten: quieren la cesión directa, tal y como asumió el alcalde en 2015, y se hace con decenas de otras entidades en la ciudad, entre otras las cofradías. Resaltan que para eso se constituyeron en entidad de utilidad pública municipal, como se les pidió. Para eso presentaron un dossier con el programa cultural desarrollado en estos años. Y para eso avanzaron en la rehabilitación del edificio y su financiación.

“Ahora vuelven a decir: ”Desalojen el proyecto cultural, ignoren el proyecto de rehabilitación, gasten dinero en rehabilitar, ¿Para qué? No hay alternativa“, se pregunta Floren Cabello: ”Somos la única esperanza para que tenga una gestión ciudadana y sea un patrimonio común. Llevamos años cuidándolo y tenemos un proyecto que no tiene ni un pero“. 

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