Ocho guardias civiles ofrecían este lunes una estampa singular en La Cala del Moral (Rincón de la Victoria, Málaga). Con los brazos cruzados y el gesto hierático, los uniformados iban rodeando árboles, apartándose lo suficiente para no estorbar: se trataba de garantizar que una máquina los arrancara de cuajo y evitar que algún activista se colase para impedirlo. “No aparecen los municipales ni para un recado y hoy están todos aquí”, comentaba un vecino, sorprendido por el despliegue.
El Ayuntamiento de Rincón de la Victoria está talando estos días 87 ejemplares de ficus, brachichito y moreras, a los que quiere sustituir por una especie de palmeras. La decisión de cambiar el arbolado por otro que da menos sombra ha generado un movimiento de protesta, que el domingo reunió a unas 500 personas. Los vecinos pasan junto a los árboles recién desmochados, observan el verde caído en el suelo y maldicen su suerte: “Da igual. Por mucho que protesten, el Ayuntamiento se ha propuesto hundir La Cala y lo van a hacer. Nos van a dejar sin sombra. No va a quedar ni un árbol”.
El Ayuntamiento quiere talar todos los árboles de la avenida de Málaga, por la que se accede a la pedanía de La Cala del Moral. Alega el consistorio que levantan las aceras, que molestan a los vecinos y algunos estaban enfermos. Tras un paseo, es posible comprobar que las aceras estaban en su sitio hasta que llegaron las máquinas y que los vecinos están mayoritariamente en contra.
Denuncia contra un concejal
La tala, que los activistas llaman “arboricidio”, comenzó el pasado 16 de septiembre. Aquel día se retiraron dos ejemplares de ficus y 16 de moreras, un árbol emblemático en el pueblo, hasta el punto de que muchos señalan que la Cala del Moral le debe el nombre. Llevaban allí unos 40 años. El miércoles la tensión se disparó. La Policía retiró a algunos manifestantes, en algún caso arrastrándolos por el suelo, y apareció por el lugar el concejal de Medio Ambiente y Playas, Pepín Gómez, que discutió con algunos vecinos. En la discusión intervino una mujer que sufrió un ataque de ansiedad y que ha interpuesto una denuncia contra el concejal, al que acusa de apartarla poniéndole la mano sobre el cuello.
El viernes la tala paró, pero este lunes volvió con fuerza. Al menos una veintena de árboles han sido arrancados de cuajo, siguiendo idéntico proceso: primero, una poda hasta dejarlos desnudos; después, se pica alrededor; por último, una grúa tira de ellos hasta arrancarlos del suelo. Según cuentan los vecinos, a las seis de la mañana ya se había montado el despliegue policial para evitar que se repitieran escenas como las de la semana pasada.
El origen de esta actuación es un proyecto para sustituir el acerado, con el que muchos vecinos estaban descontentos. Sin embargo, el documento apenas presta atención a los árboles. Únicamente prevé la sustitución de aquellos que se encuentren “en mal estado de salud vegetal o que interfieren de manera inasumible sobre los servicios y pavimentos públicos”. Al final, todos han entrado en esa categoría. “El proyecto ha sido un caballo de Troya”, protestan los activistas. La sustitución del acerado ha quedado en segundo plano ante la tala de casi 90 árboles.
Sin informe técnico
Sergio Díaz, concejal de Infraestructuras (PP), asegura que los árboles creaban una serie de perjuicios: tapaban los semáforos, restaban luminosidad y podían afectar a las fachadas. Según los vecinos, nada que no se pudiese solucionar podándolos. “Los ficus y los brachichitos no son para vial. Se necesitan árboles que crezcan en vertical”, añade Díaz, que también hace mención a los daños en el alcantarillado y acerado: “No puedes permitir que por un árbol se nos caiga un vecino”. Sin embargo, las aceras sobre las que se actuó este lunes no estaban levantadas en ningún punto. El ayuntamiento asegura que va a intentar transplantar los ficus.
Según el consistorio, los árboles que había hasta ahora se eligieron mal: los brachichitos se han podado de tal forma que su salud no es buena y hay riesgo de que caigan las ramas, las moreras levantaban el acerado y los ficus invaden la calzada, dañan los edificios, tapan los semáforos y ensucian. Sin embargo, el Ayuntamiento no ha mostrado el informe de los técnicos de parques y jardines que justifique expresamente la tala. “Cuando ves que el acerado se levanta, no le dices al técnico que haga un informe. Eso es meter más trabajo a los técnicos que están saturados”, señala el concejal. “Existe un informe del técnico de agosto de 2019, pero es como todo: hay quien dice que se pode, otro que dice paulatinamente. El técnico en ningún momento dice ni que sí ni que no”. Aunque asegura que ese documento está a disposición de quien lo solicite, ni los vecinos ni este medio (al que le aseguró que se lo remitiría) han podido acceder a él.
También genera recelos el tipo de árbol elegido para sustituirlos. “Estos son árboles autóctonos y dan sombra. ¿Qué nos ponen? Unas palmeras pequeñitas, como en toda la Costa del Sol”, protesta Rosa Sánchez, portavoz de quienes se oponen a la actuación. Recuerda también que la fábrica de cemento está apenas a un kilómetro y que las palmeras, con su hoja escasa, apenas captarán CO2.
Para sustituir los árboles que tuviesen que retirar, el proyecto de cambio de acerado presupuestaba la compra de 29 ejemplares de Koelreuteria Paniculata, a 270 euros por ejemplar. Sin embargo, Díaz señala ahora que van a plantar ejemplares de coco plumoso, que no aparecen en el proyecto original. Serán unos 100, que según el ayuntamiento no manchan, se “autopodan”, y generan “una sombra importante”. “Es una palmera parecida a la real cubana, una de las palmeras con más estilismo y un coste menor”, añade el concejal, consciente de la aversión que provoca en Málaga la sustitución de ejemplares autóctonos por, casi siempre, palmeras.
Apoyo de personajes ilustres
Los vecinos llevan semanas solicitando una reunión con el alcalde, Francisco Salado, sin éxito. Salado es también el presidente de la Diputación Provincial, que subvenciona la actuación con 300.000 euros.
El concejal ve “política” detrás de la protesta, que ha desbordado los márgenes habituales. Hay activistas ecologistas, pero la protesta es mayoritariamente vecinal. “Llevo 25 años en este local y siempre han estado aquí. No han levantado ninguna acera. Es una lástima”, se queja Victoria Pérez, que regenta la tienda Pilar y Victoria. “Había muchas quejas por el suelo, pero no era necesario cortar”, dice Paco Galán, de la tienda Isos. “Ellos van en coche oficial, pero los ciudadanos que andamos la calle… Se puede imaginar el calor que hace sin árboles. Es vergonzoso. Un crimen. Estoy alucinada”, lamenta Ana Olea junto al portal de su casa.
La protesta también ha recibido el apoyo de personajes ilustres: el actor Salva Reina, la actriz Adelfa Calvo, el cantante Javier Ojeda, el ecologista Joaquín Araújo o el jurista Antonio Manuel Rodríguez han pedido que se pare la tala.