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Resistencia contra el ladrillo: los activistas defienden la última playa virgen de Málaga desde los árboles

El campamento de activistas en Arraijanal, este lunes | N.C.

Néstor Cenizo

Un grupo de ecologistas resiste al intento por levantar la ciudad deportiva del Málaga CF en la última playa virgen del litoral malagueño. Han plantado sus tiendas junto a la valla que delimita la obra, y tres de ellos se han opuesto a la tala encaramándose a los árboles e instalando allí su tumbona. Si alguien quiere talarlos, antes tendrá que bajarlos a ellos. El miércoles pasado los bomberos desistieron de intentarlo. En el otro frente, el de los despachos, tres asociaciones vecinales siguen esperando una respuesta a las denuncias que han interpuesto contra la obra.

Han pasado ya dos semanas desde que se presentaron las primeras máquinas en el lugar. A partir de ese momento, se organizó un movimiento de resistencia en varios frentes: el legal, el mediático y el que los activistas denominan “piketero”, que incluye trepar a los árboles para impedir su tala. El lunes por la mañana había tres jóvenes subidos cada uno a un árbol, a los que ponen nombre para facilitar la identificación.

De los tres, es Jaravi quien más tiempo lleva: cinco días subido a “járbol”. Ha instalado una hamaca, y está sujeto con cuerdas y arnés. Aprovechando que el domingo había poca policía y que realizaron una jornada festiva y de limpieza, Jaravi bajó a tierra. “He conocido a mucha gente del campamento sólo desde el árbol y ayer pude tenerlos cerca y darles un abrazo por primera vez”, explica.

Una valla delimita el perímetro del terreno en el que la Fundación Málaga CF pretende levantar la futura Academia. Está previsto que ocupe una extensión de 108.000 metros cuadrados y que aloje varios terrenos de juego, vestuarios, edificios de oficinas y un aparcamiento para 300 coches. El proyecto ocupa una parcela pegada al mar, una de las pocas playas vírgenes sin urbanizar en la Costa del Sol, que aloja un ecosistema dunar vinculado a la desembocadura del Río Guadalhorce y dos villas romanas bajo la superficie. Los activistas han colgado de la valla carteles que aluden a las especies a las que amenaza la obra: erizo común, azucena de mar… Hay muchos lemas para la defensa del enclave: “Salvar Arraijanal”, “Arraijanal no se vende, Arraijanal se defiende”...

“Tenemos claro que si nos fuéramos de aquí en dos días se lo habrían cargado”, explica Fernando Lara. “Lo que queremos es ganar tiempo para que alguien, en la Junta de Andalucía o la Fiscalía, responda”, explica Cani, el sobrenombre que ha elegido otro de los jóvenes de los árboles. Cuando nos atiende está instalando una hamaca que le dé más seguridad. “Yo ya venía hace 25 años con mi padre. Jamás pensé que tendría que luchar por esto”, comenta el joven, que se ha traído los apuntes de Bioquímica para aprovechar la guardia, aunque lamenta que no es cómodo estudiar en las ramas. “No somos unos parias. A mí me gustaría estar estudiando en casa y ahora no puedo ni sacar la calculadora porque me caigo, pero siento que tengo que defender esto”.

Una parcela pública cedida gratuitamente

Durante los días festivos, las obras y las talas han cesado. La Policía Local frecuenta la zona, observa y a veces ordena retirar las tiendas de campaña, que vuelven a aparecer tan pronto se dan la vuelta. Pero el pasado miércoles, los agentes llamaron a los bomberos para pedir que bajasen a Jaravi. Los bomberos se presentaron en el lugar, hablaron con el chico, escucharon la arenga de una activista y se marcharon. “La policía me había preguntado hasta tres veces si quería que llamaran a los bomberos y me cargaran 3.000 euros. Vinieron y lo único que hicieron fue preguntarme cómo estaba”, recuerda el joven desde el árbol: “Como no bajé no pudieron identificarme. El árbol es donde más seguro estoy”.

Los ecologistas interpretaron el episodio como una victoria y la prueba de que cuentan con aliados en muchas capas de la sociedad malagueña. Han ganado eco mediático con el paso de los días y este domingo realizaron una actividad de limpieza y de concienciación sobre el valor ecológico de la zona, lo que obligó a intervenir al alcalde Francisco de la Torre, que hasta ahora había guardado silencio. Según declaró el regidor a Europa Press este lunes, la oposición a la obra no está justificada porque cuenta con los “estudios, análisis, permisos del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía”. Según los activistas, los operarios nunca han mostrado esos permisos.

De la Torre insistió en que la ocupación para edificar sólo alcanzará el 20% de la superficie y que está previsto que también se ejecute un parque con fondos europeos. El terreno, que fue adquirido o expropiado a particulares, se entregó gratuitamente por el Ayuntamiento a la Fundación Málaga CF durante 75 años. Como la norma impedía que una fundación privada recibiese los terrenos, el Ayuntamiento cambió la norma. Los portavoces de PP y Ciudadanos admitieron entonces que esta modificación se hacía para poder traspasar los terrenos a la Fundación, presidida por el jeque.

En el PGOU de Málaga prevé la construcción de la ciudad deportiva en el Puerto de la Torre, pero algo cambió para que empezase a señalarse Arraijanal. La ambición de construir en este paraje no es nueva y siempre ha sido discutida por los ecologistas. Se proyectaron viviendas, hoteles y hasta un puerto deportivo, siempre con oposición. Ahora, los activistas sospechan que la operación puede encubrir una maniobra especulativa bajo la fachada del uso deportivo. Se trataría, aventuran, de levantar un complejo que pueda alojar a equipos extranjeros en invierno y cobrar por ello. La Fundación dispone de 4,5 millones de euros de la venta de unas parcelas, pero no se sabe cómo acometerá el pago de los 7 millones en los que se ha presupuestado la obra. Por eso, algunos intentaron convencer al presidente del Málaga para que reajustara el presupuesto, en vano.

A todo ello se suman las dudas respecto la continuidad de Abdullah Al Thani, en entredicho por un procedimiento judicial en el que se cuestiona la titularidad de la mitad de las acciones del club. Al jeque se le cuestiona ya incluso desde las instancias políticas que hasta ahora le habían apoyado. De la Torre y Elías Bendodo (presidente de la Diputación Provincial) le instaron a que “dé la cara” ahora que el equipo va directo a Segunda División. “Ahora mismo no hay nadie al frente de este barco. Hay un dueño pero no viene por aquí”, dijo Bendodo en Cope. Desde el árbol, Cani dice algo parecido: “Al jeque ni siquiera le gusta el fútbol. No ha invertido y ha venido a hacer caja”. Pocos se fían ya de sus promesas.

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