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De María Jesús Montero a Felipe Sicilia: los críticos del PSOE andaluz maniobran para lanzar su alternativa a Susana Díaz

Felipe Sicilia y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, el viernes en un acto de Carmen Calvo en Sevilla.

Daniel Cela

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Felipe Sicilia no me gusta como candidato rival, porque es bueno. No tiene pasado, no trae mochila, es fresco, aseado, guapetón. Un candidato desconocido que despierte ilusión y con una marca potente detrás como la del PSOE puede hacer mucho daño. Recuerda el efecto Zapatero”. Un dirigente del PP muy próximo al presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno, recibió con estos elogios desmedidos la entrada de Sicilia en la terna de candidatos para sustituir a Susana Díaz. Esa misma mañana, el diario Sur de Málaga dedicaba una página completa del joven diputado del PSOE en el Congreso por Jaén con el siguiente titular: “No descarto presentarme. El PSOE de Andalucía necesita recuperar la confianza mayoritaria”.

El debate interno sobre la renovación del PSOE andaluz se ha abierto con más de un año de antelación, porque el congreso regional está previsto para finales de 2021. Pero en la federación más numerosa del partido está fermentando una corriente de cambio que aspira a relevar a su secretaria general. Por ahora son escaramuzas diseminadas de dirigentes críticos en las ocho provincias andaluzas: sanchistas, ex susanistas, diputados, senadores, alcaldes, parlamentarios, miembros de la ejecutiva regional, ex consejeros de su Gobierno y militantes de base que trabajan en “un movimiento desde Andalucía para formar una alternativa potente” frente a Díaz. También hay iniciativas algo más personalistas, patrocinadas por un sector de Ferraz.

Algunos críticos empezaron a organizarse tras la derrota de Susana Díaz en las primarias frente a Pedro Sánchez, pero la mayoría tomó conciencia de la “necesidad de cambio” cuando la alianza PP, Ciudadanos y Vox arrebató el Gobierno andaluz al PSOE después de 37 años en el poder. “Me he asomado a las ocho provincias y hay agua en todas. La militancia siente que es el momento de cambiar de rumbo”, dice una diputada crítica de la ejecutiva regional. “En los genes del PSOE esto se activa automáticamente siempre que hay un fracaso electoral. La gente intuye el cambio y empieza a organizarse. Ahora hay un desorden de voces y precandidatos, algunos han salido en sprint, otros se reconocen en una carrera de fondo. Pero al final esto irá tomando envergadura y todas las apuestas por el cambio deben confluir en una alternativa potente”, explica otro veterano susanista, reubicado con el sector crítico.

“Está preocupada”

Susana Díaz nota este movimiento subterráneo bajo sus pies, “está preocupada”, “habla con mucha gente”, está contabilizando a sus fieles desde dirigentes provinciales hasta alcaldes y agrupaciones locales, midiendo sus fuerzas de cara a un congreso regional para el que todavía falta un año. La ex presidenta de la Junta no está sola. Díaz y los suyos están tejiendo una red de vínculos sectoriales en todas las provincias, en el ámbito de la sanidad, de la enseñanza, en las fuerzas de seguridad, apoyándose en líderes, sindicalistas locales y, sobre todo, alcaldes... El músculo del socialismo andaluz siempre ha estado en las alcaldías (gobiernan en 458 de los 778 municipios de la región), y son estos quienes tienen la pulsión de la militancia.

En teoría es una malla de colaboradores para reforzar el trabajo de oposición a la Junta, pero nadie duda de que el mismo equipo sirve a Díaz para el combate orgánico. La plataforma Súmate por Andalucía, promocionada por la actual dirección del PSOE, hace ruta por el territorio como si hiciera campaña para unas elecciones a dos años vista, y en paralelo, las redes sociales se multiplican con fieles a la secretaria general que rivalizan frontalmente con sus críticos. “Susana está en lo orgánico incluso cuando duerme. Prefiere seguir siendo líder del PSOE-A que presidenta de la Junta. Si tiene que ponerle una vela a un santo, para ella es más milagroso San Vicente que San Telmo”, dice un antiguo colaborador de Díaz, para referirse a la sede del PSOE andaluz en Sevilla (calle San Vicente) y la sede del Gobierno andaluz (Palacio de San Telmo).

“Yo estoy con Felipe”

El efecto colateral de las intrigas orgánicas en el PSOE andaluz es que están debilitando el ejercicio de oposición de Susana Díaz en el Parlamento. El jueves, durante la sesión de control al Gobierno, el precandidato Felipe Sicilia se convirtió en protagonista involuntario del cara a cara entre el presidente de la Junta y la líder de la oposición. “Yo estoy con Felipe...”, dijo Moreno seguido de una larga pausa, en la que se escucharon las risas de la bancada popular y el silencio telúrico de los socialistas. “Estoy con Felipe González”, remataría luego Moreno, para reproducir las críticas del ex presidente al actual Gobierno de PSOE y Unidas Podemos.

Los populares aprovechan el ruido interno en el socialismo andaluz para proyectar una imagen de interinidad de su líder, por mucho que en público repitan que para ellos “Susana es la mejor candidata posible en las próximas elecciones, porque representa el pasado del despilfarro, la corrupción y el fraude de los ERE”. La idea de regodearse del aura de provisionalidad del adversario tiene un punto de crueldad, pero no es nueva: Moreno la aprendió de Díaz cuando estaba en la oposición, y dirigentes del PP nacional maniobraban para apartarle tras la previsible derrota de las andaluzas.

Felipe Sicilia ha sido el protagonista esta semana de un serial “que va a tener más temporadas que Netflix”. El diputado jiennense (Lopera, 1979) no es un novato de la política ni del PSOE. Ha sido concejal en Bailén y parlamentario andaluz entre 2007 y 2011, forma parte de la ejecutiva provincial de Jaén y es portavoz adjunto en el Congreso, amadrinado por la portavoz Adriana Lastra, que le ha promocionado en varias tertulias de radio y televisión.

Su salto a escena en la disputa por suceder a Susana Díaz ha sido aparatoso porque al poco de postularse en las páginas del diario Sur -“No descarto presentarme”-, Sicilia echó el freno y se refugió en la ambigüedad. “Es un titular forzado”; “Es pronto aún”; “Falta mucho para el congreso”. El anuncio generó “desconcierto” entre los críticos andaluces, que creen que Sicilia “se ha precipitado”, y que “no es el momento de dedazos de Ferraz ni de personalismos”. El secretario general del PSOE de Jaén, Paco Reyes, se enteró por la prensa y fue el primero en torcer el gesto. Todo lo que pasa en el PSOE andaluz, pasa primero por el PSOE de Jaén, probablemente la agrupación más marcial, compacta y escrupulosa con las formas y tiempos orgánicos del partido. “Jaén va a apoyar una estrategia conjunta que salga de Andalucía, no aventurismos impulsados por Adriana Lastra”, dice un miembro de la ejecutiva provincial, visiblemente molesto.

Nadie cree que el paso de Sicilia sea una “ocurrencia”. 24 horas después de conocerse su precandidatura, el jiennense se montó en un AVE a Sevilla para asistir, como oyente, a una conferencia de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, organizada por la Cadena Ser. “Alguien le dijo que debía dejarse ver aquí”, advierte un compañero de bancada en el Congreso. Con el nombre de Sicilia en la portada de los periódicos, la visita de Calvo a la capital andaluza puso a prueba los límites de aforo impuestos por la crisis del coronavirus. “Había que aparecer en la foto”, bromea un asistente.

En el mismo patio de butacas convergieron Susana Díaz con su guardia de corps, en un extremo de la sala, y un grupo heterogéneo de críticos que entraron separados y guardaron las distancias entre sí: el vicepresidente primero en el Congreso, el sevillano Alfonso Rodríguez Gómez de Celis; el ex alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín; la parlamentaria jiennense y portavoz (nominal y defenestrada) del PSOE-A, Ángeles Ferriz, junto a la diputada por Huelva, María Márquez… y la propia Calvo, cuyas complejas responsabilidades institucionales no le han hecho perder de vista el futuro de la federación andaluza. ¿Has hablado con Susana?, le preguntaron los periodistas a Sicilia tras el acto. “Nos hemos saludado pero de lejos, por la distancia...”, explicó éste. “Por la distancia social...”, añadió un segundo después.

Por ahora, este PSOE crítico está formado de grupos burbuja, como los que el virus ha impuesto en las escuelas: pequeños grupos de convivencia que comparten el objetivo de la renovación, pero que todavía no conviven entre sí porque aspiran con la misma intensidad a quedarse el trono. No es lo mismo la órbita sevillana, que promociona a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, o al alcalde de Sevilla, Juan Espadas; que el tándem Huelva-Jaén que surge del grupo parlamentario “defenestrado” por Díaz, donde se mueve el ex portavoz, Mario Jiménez, o la propia Ferriz; u otros nombres que han sonado más en Ferraz, como el de Sicilia o el de la directora general de la Guardia Civil, María Gámez.

Falta de coordinación

La mayor fortaleza de Susana Díaz ahora es que sus críticos están diseminados y cada episodio sorpresa como la precandidatura de Sicilia cimbrea el tablero político y dispara el nerviosismo. La paradoja es que es la propia secretaria general del PSOE andaluz quien ha motivado que sus rivales internos limen asperezas y se organicen en múltiples reuniones informales por todas las provincias, reuniones que sustituyen a los órganos oficiales que la ejecutiva regional ha dejado de convocar porque cada vez son más los contestatarios que cuestionan al aparato: la interparlamentaria, el comité director...

Hubo un punto de inflexión el pasado mes de julio. Díaz convocó una reunión con los 26 senadores y 25 diputados andaluces en el Congreso para hacer un llamamiento a la unidad del partido, y dejó fuera al grupo parlamentario andaluz, donde creía tener localizado el principal foco de críticos. Lo que debía ser una sesión protocolaria -discurso de la líder y asentimiento general de los asistentes- se convirtió de repente en cinco horas de tenso debate interno, con la intervención de 23 diputados y senadores cargadas de reproches: por ejercer una oposición débil al Gobierno de Moreno durante la crisis sanitaria, por no hacer de parapeto a la estrategia de confrontación de la Junta con el Ejecutivo de Sánchez durante la pandemia, por la falta de coordinación, interlocución y comunicación de la dirección regional con los cuadros del partido.

“Susana no tiene miedo de Felipe Sicilia, tiene miedo del run run creciente que pide un cambio de ciclo en el PSOE andaluz”, advierte un antiguo asesor de la ex presidenta. Díaz tiene un oído muy fino para las grietas orgánicas y está escuchando: Hay movimientos diseminados, muchas reuniones de ex dirigentes defenestrados en las ocho provincias, tráfico de lealtades, grupos de whatsapp que perfilan estrategias, citas entre personalidades de distintas corrientes auspiciados por alcaldes que tratan de unir fuerzas, aspirantes anónimos, aspirantes con nombres y apellidos, diputadas contestatarias... “Hay un magma en el PSOE andaluz, hay voluntad de cambio a ras de militancia. Lo que debemos hacer ahora es fusionar los reinos de Taifa del sector crítico para llegar al congreso con una candidatura unida, que despierte ilusión. Los reinos de Taifa perdieron al PSOE. Si no hacemos unidad, Susana Díaz gana el congreso se pongan como se pongan”, explica uno de los socialistas más implicados en la renovación.

Si el Gobierno logra aprobar los Presupuestos Generales de 2021, garantizándose estabilidad para un año, Sánchez convocará el congreso federal del PSOE el próximo verano. A partir de ahí, todos los movimientos sigilosos que está habiendo en Andalucía para construir una alternativa a Díaz saldrán a la luz, con la vista puesta en las primarias y el congreso regional de final de año. Fuentes de Ferraz aseguran que Pedro Sánchez “no se va a meter en los movimientos para relevar a Susana Díaz”, y añaden: “Pero tampoco los va a parar”.

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