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Genalguacil, el primer museo habitado de España

Genalguacil

Miriam Lorenzo

El arco de acceso a la mezquita luce imponente en una fachada recién encalada de la calle Real, a pocos metros la iglesia de San Pedro. “Pinté una mezquita por el origen morisco de este pueblo y coloqué el mural al lado de la iglesia porque así se ven las dos culturas”, comenta su autora, la pintora Ute Seidel. La alemana es una de las artistas plásticas que han pasado por Genalguacil (Málaga) para participar en los Encuentros de Arte, un concurso bienal que ha colocado a esta pequeña localidad de la serranía rondeña en el mapamundi cultural.

“En el año 94, cuando comenzamos con el concurso nadie conocía Genalguacil”, comenta Fernando Centeno, ex alcalde y creador de los Encuentros. “Alejados de todas las comunicaciones, en la serranía de Ronda, nadie sabía dónde estábamos así que decidimos hacer algo singular que llamara la atención y quisimos que la cultura fuera el motor de esa iniciativa”. Así nacieron estos talleres de arte, primero con carácter anual y desde 1996, bienal. Dos décadas después, por Genalguacil (600 habitantes) pasan diariamente decenas de turistas y miles durante el concurso, “dos mil visitantes en un solo día durante la última edición”, apunta el alcalde, Miguel Ángel Herrera. “Hemos superado todas las expectativas: el pueblo hoy es conocido mundialmente y hemos ayudado a la economía local, eminentemente agrícola”, añade Centeno. En estos veintidós años, han abierto cuatro restaurantes, un hotel y 16 casas rurales.

Pero afortunadamente la explosión turística no ha alterado la vida de una localidad que atesora el encanto de esos lugares por los que parece no pasar el tiempo. Esa es la principal baza para unos talleres de arte que han despertado la curiosidad de centenares de artistas de todo el mundo aunque solo una decena de ellos tenga en cada edición el privilegio de vivir y trabajar durante quince días en el pueblo. “Nosotros le proporcionamos alojamiento y comida y a cambio la obra pasa a ser patrimonio de Genalguacil”, comenta el alcalde. Cada dos años, bajo el potente sol de la primera quincena de agosto, los artistas componen sus obras en calles, casas, plazas o en el Museo Contemporáneo si se trata de piezas que no resisten el paso del tiempo a la intemperie. En total, más de 120 obras de arte entre murales, pinturas, fotografías o esculturas modernas.

“Genalguacil es hoy un museo habitado”, asevera Fernando Centeno. “Un museo permanente, al aire libre, en el que los conservadores y los guías son los propios vecinos. Durante los encuentros hacen amistad con los artistas, les ofrecen agua o comida para refrescarse mientras trabajan, y el resto del año actúan de cicerones con los turistas explicando cada detalle de las obras que han visto realizar”. Pasear hoy por esta localidad rondeña proporciona agradables sorpresas en cada esquina. Gatos de cerámica en los tejados, dragones, coloridas veletas, figuras humanas esculpidas en madera, piedra o hierro salpican hoy la fisonomía de un municipio de callejuelas estrechas y blancas fachadas.

Una de esas piezas artísticas es el arco de la mezquita que pintó Ute Seidel en el año 2010. “La experiencia fue muy bonita”, recuerda: “Estar tantos días con otros artistas es muy enriquecedor. Además el sitio no puede ser mejor, con tanta naturaleza alrededor”. Precisamente el entorno, un colorido paraje de castaños, alcornoques y pinsapos, fue lo que provocó que esta alemana cambiara su Colonia natal por la serranía malagueña. “Me sirve de inspiración”, reconoce. El caso de Ute no es único, otros artistas se han quedado a vivir en la zona tras participar en el concurso.

“Queremos que Genalguacil siga siendo un referente en el mundo del arte y la cultura europea”, señala Miguel Ángel Herrera, quien reconoce la dificultad de mantener el nivel tras veinte años de encuentros. De momento para la edición de este año ya han llegado solicitudes desde Nueva York o Alemania. “Elegiremos proyectos que integren arte y naturaleza”, asegura el alcalde.

Genalguacil, una localidad de población envejecida presume hoy de ser un pueblo moderno en el que los vecinos se atreven a opinar de arte y a defender los distintos estilos de las obras que jalonas sus casas. Unas piezas convertidas ya en memoria histórica y artística de Andalucía.

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