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Algarrobo de Las Merras: el faro natural de los mercaderes

Algarrobo de Las Merras. / Colectivo Ecopacifista Solano.

Juan Miguel Baquero

“Allá está el árbol”. Y en lontananza, Híspalis, entre brumas de luz. Cuenta la leyenda que mientras los mercaderes atravesaban épocas e imperios que la vida labró al sur de Europa, emergía antes de llegar a Sevilla un ejemplar extraordinario. Como un faro en mitad de la tierra. Con más de tres siglos entre ramas y miles de historias a su sombra, ahí sigue el algarrobo de Las Merras en la cornisa de Los Alcores.

Rodeado de campos de cultivos hortícolas, el árbol es casi un paisano más de El Viso del Alcor y forma parte del Inventario de Árboles Singulares de Andalucía. Su carácter único viene atado a un respetable fuste que la ceratonia siliqua –nombre científico del algarrobo europeo– despliega en tan sólo 80 centímetros. Con un perímetro debajo de la cruz de unos cinco metros y la base abierta en casi nueve, la copa adquiere forma triangular con ramillas inferiores que quedan a un metro escaso del suelo.

El algarrobo de Las Merras toma su nombre de la finca situada unos cientos de metros al oeste. Arraigado en la cima de un cerro, permanece como referencia en el paisaje y evocación de aquellos comercios de ida y vuelta. Si singular es hoy, tanto más ayer, cuando en episodios pasados avisaba de la cercanía del municipio a los mercaderes que regresaban de la ciudad de Sevilla. O a quienes trazaban el mismo camino en sentido inverso.

“Pequeños a su lado”

Hace casi una década, en un naciente blog, el Colectivo Ecopacifista Solano presentó así el ejemplar: Junto a la carretera de Tocina, nada más pasar la cooperativa Canla y coronando un alcor desmontado, está el algarrobo de Las Merras. “Es un árbol precioso, con un porte majestuoso. Tiene la fantástica capacidad de hacernos sentir pequeños a su lado, de hacer sentir que el tiempo ha jugado con diferentes normas para nosotros y para él”, definían.

“A su lado –continuaba el colectivo–, a su sombra, se siente de una manera diferente”. La imagen “increíble” del algarrobo visueño atrapa “por su belleza” y también por sus “abundantes significados”. De historias, de vidas, de tiempos. Un “monumento natural” con la raíz clavada en un entorno privilegiado.

La comarca de Los Alcores alberga un rico patrimonio ambiental en mitad de un medio físico variable y heterogéneo. Una de sus características principales es el suelo arcilloso y formado por margas de la campiña y un terreno calizo arenoso en las huertas. Entre ambos espacios, y como separación, está la cornisa, un escarpe acantilado de especial protección como paisaje sobresaliente y de donde se extrae un material autóctono único en Europa: el albero, caliza amarillenta con restos sedimentarios marinos.

Y ahí, entre un profuso legado paleontológico y abundante material fósil, entre numerosas civilizaciones que camparon por Los Alcores y dejaron huellas como castillos, palacios, molinos, galerías subterráneas, necrópolis… está el algarrobo de Las Merras. Dueño del paisaje y el horizonte durante siglos. Faro natural de los viajes de ida y vuelta.

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