Este martes 4 de marzo se cumplen dos años desde que
los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) ocuparan la finca
Somonte en Palma del Río (Córdoba), propiedad de la Junta de Andalucía. Dos
años en los que, pese a haber sufrido un desalojo por parte de la Guardia Civil
en abril de 2012, los trabajadores del campo persistieron en su objetivo de
permanecer en la finca en desuso y ponerla en producción para ganarse la vida.
Las 400 hectáreas de Somonte, con sus cuatro viviendas
y cuatro naves, han dado cobijo en este
tiempo a una decena de personas que vive en la finca a los que, durante las
campañas más fuertes de trabajo, se les unen varios grupos de trabajadores más
para sacar la producción adelante. “El ambiente aquí es muy bueno”, describe
para eldiario.es/andalucia uno de esos jornaleros, José Caballero, para
sintetizar la satisfacción que tienen por ver recompensado su trabajo y
poder sacar adelante a sus familias.
Con el esfuerzo de todos y poco a poco, han puesto en
producción un tercio de la finca. “Es complicado transformar la finca en tan
poco tiempo sin medios económicos“, cuenta Caballero mientras relata cómo,
además de los aperos de labranza, los jornaleros de Somonte se han hecho en
este tiempo con un tractor, una máquina para abonar, otra de siembra y un
remolque, para facilitar las labores del campo.
“Todavía no se ha podido transformar en regadío la finca”, señalan como
gran dificultad los jornaleros. Porque Somonte cuenta con un pozo para
obtener el agua necesaria pero la falta de medios económicos ha hecho imposible
hasta el momento mecanizar el riego de la finca. Pese a ello, además de la huerta, los trabajadores
del campo han sembrado en cada cosecha en este tiempo que llevan en la finca unas
55 hectáreas de trigo, otras 80 de girasol, dos más de garbanzos, 200 olivos y
otros 500 árboles entre encinas y algarrobos.
Clientela permanente para sus productos ecológicos
Clientela permanente para sus productos ecológicos
Unas cien
cabezas de ganado entre cabras y ovejas comparten también terreno en Somonte,
desde cuyos cultivos obtienen productos que ponen a la venta en municipios de
las provincias de Córdoba y Málaga, hasta
donde se desplazan los jornaleros para venderlos, además de repartir
cestas preparadas con hortalizas y verduras de temporada a través de una red de
distribución.
“Tenemos clientes durante todo el año” –señalan- “que aprecian
los productos ecológicos que cultivamos“ y que les da la posibilidad de obtener
un dinero que les sirve para satisfacer aquellas
necesidades que el campo no cubre.
“La
producción de Somonte da para muchos puestos de trabajo“, explica
Caballero, quien señala que, además de los cultivos, en la finca ya han construido
un horno de pan propio y, próximamente, instalarán una conservera para
comercializar los productos del campo en todas las épocas del año.
Ese es uno
de sus planes del futuro, junto al de poner en producción la totalidad de las
400 hectáreas de la finca. “Poco a poco vamos tirando y acabaremos sembrándola
toda“, relatan quienes en esta época trabajan en preparar la tierra para la
siembra de productos de la próxima temporada como el girasol, el trigo, la
avena o la cebada, además de los propios de la huerta.
Propuesta de cesión de la finca a los trabajadores
Propuesta de cesión de la finca a los trabajadores
Y en ese horizonte, los jornaleros esperan que se cumpla
el anuncio de la Junta de Andalucía de crear el Banco Público de Tierras y que
Somonte forme parte de él. Esa sería la manera que estos trabajadores ven para
que la administración les cediera formalmente la finca para su explotación. “Aún
no hay certeza de la cesión de la finca“, dice Caballero sobre esta situación para
la que esperan que pronto se dé una solución.
De hecho, desde Izquierda Unida, socios del Gobierno
de la Junta de Andalucía, se ha propuesto que Somonte sea una experiencia piloto del proyecto
denominado Planificación del Uso Social de la Tierra, más conocido como Banco
Público de Tierras de Andalucía. Así lo ha pedido, en este pasado mes de febrero,
la portavoz de IU en la Comisión de Agricultura del Parlamento, Lola Quintana,
junto a los parlamentarios andaluces Alba Doblas y Manuel Baena, en una visita
a la finca.
Su propuesta pasa porque la Consejería de
Agricultura normalice la ocupación de los jornaleros del SAT en Somonte y
autorice una concesión de la misma a una cooperativa de los trabajadores, como
ejemplo del marco legal que se busca con el Banco Público de Tierras para dar
respuesta a cerca de 22.000 hectáreas públicas de terrenos sin uso en la
actualidad.
Esa medida sostendría jurídicamente y sería
un instrumento de cobertura legal de los trabajadores de Somonte para poder
hacer inversiones en la finca.
Y es precisamente eso lo que los jornaleros
reclaman ahora, dos años después de la ocupación, para poder financiar la
compra de nueva maquinaria y otras inversiones que necesitan para ampliar la
producción de sus terrenos.
Mientras tanto, la comunidad que ha surgido en Somonte
y que resiste allí con su trabajo en el campo, vive marcada por los tiempos de
las cosechas y encara ya la primavera. El día a
día allí se somete al horario de trabajo, desde las 8.00 a las 18.00 horas, con
un descanso de dos horas para comer y reponer las fuerzas gastadas en las
labores agrícolas. El resto del tiempo, Somonte se convierte en un lugar de
convivencia donde sus habitantes y visitantes comparten comida, dormitorio y
actividades, una vida que ha permitido aliviar la situación por la que
atravesaban estas familias antes de dedicarse a trabajar en la finca.
L
ejos de verse satisfechos con su propio
bienestar, los jornaleros de Somonte también han creado en este tiempo un lazo
solidario con las familias atendidas por Stop Desahucios en Córdoba. Y cada
semana, desde la plataforma contra los desahucios acuden a recoger en la finca
una entrega de productos de temporada que los trabajadores del campo donan al
banco de alimentos que Stop Desahucios mantiene en la capital cordobesa para
surtir de comida a las personas más necesitadas de su colectivo. Un lazo
solidario que los jornaleros califican como “un hermanamiento natural” entre los dos movimientos que persiguen
“un mismo
objetivo: ayudar a la gente que más
lo necesita“ en estos tiempos de crisis.