Las aragonesas se quitan el delantal: el número de amas de casa se reduce a la mitad en dos décadas
Las mujeres aragonesas han colgado el delantal: el número de ellas que se dedica exclusivamente a atender las labores del hogar se ha reducido a menos de la mitad en menos de dos décadas.
Según indican los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de mujeres contabilizadas como inactivas cuyo principal motivo para no permanecer en el mercado laboral como trabajadoras o demandantes de empleo es el de dedicarse a las labores domésticas pasó de 175.900 en el primer trimestre de 2002 a 84.500 en el tercero de este año, lo que supone una reducción del 52%.
La reducción del número de amas de casa ha sido en Aragón más rápida que en el conjunto del Estado, donde se ha quedado ligeramente por debajo del 40% en esas dos décadas escasas que contabiliza la EPA.
De hecho, únicamente en otras tres comunidades, todas ellas de la mitad norte de España, ese registro ha caído por debajo de la mitad. Se trata de Euskadi, donde pasó de 257.100 a 122.900; Asturias, donde lo hizo de 155.200 a 76.200, y La Rioja, que tuvo la evolución más acusada con una reducción de algo más del 55% (de 40.100 a 17.400).
La creciente presencia de jubiladas entre las mujeres inactivas
La dedicación a las labores del hogar sigue siendo el principal motivo por el que las mujeres aragonesas son laboralmente catalogadas como inactivas, con un 32,9% que le saca más de doce puntos al 27,1% de las jubiladas.
La evolución de esos dos capítulos en los primeros años de este siglo ayudan a entender los cambios que se han ido dando en las últimas décadas en la relación de las mujeres aragonesas con el mercado laboral: mientras el número de amas de casa caía a menos de la mitad el de las que reciben una pensión de jubilación por haber cotizado lleva camino de triplicarse desde el 11,1% inicial.
Las que alcanzaban la jubilación eran apenas una de cada nueve y ahora son más de la cuarta parte, aunque eso no afecta, obviamente y como ocurre con las que trabajan, a que al mismo tiempo estas últimas puedan encargarse, ya sea por completo o de manera compartida con sus parejas si las tienen, de las labores domésticas.
De trabajar un tercio a la mitad en veinte años
En esos cerca de veinte años, la tasa de ocupación de las aragonesas ha pasado del 34% al 48%, es decir, de emplearse una de cada tres a hacerlo casi la mitad, mientras la de desempleo ha fluctuado entre el 6.4% y el 24,7% de finales de la anterior crisis para situarse hoy ligeramente por debajo del 10%.
Eso, en términos cuantitativos. Los cualitativos indican que de las 273.200 que trabajan, tres de cada cuatro en el sector servicios, solo 30.500 lo hacen como autónomas, una cifra que duplican con creces las 67.900 asalariadas del sector público y que multiplican por ocho las 174.800 del privado.
Casi la cuarta parte de estas últimas, 42.000, tienen contratos temporales, una tasa similar a la de parcialidad que se da en el conjunto de las ocupadas.
El lento relevo masculino en los hogares
En ese mismo periodo también se duplicó en Aragón la cifra de varones que han pasado a encargarse de esas labores como población inactiva, aunque con unos registros más testimoniales que otra cosa ya que la evolución ha ido de los 3.000 a los 7.700, con un pico de 15.100 a principios de 2025.
En este caso, al contrario de lo que ocurre en el de las mujeres, el proceso ha sido en esta comunidad autónoma mucho menos intenso que en el conjunto del Estado, donde el volumen de hombres clasificados como inactivos por encargarse de las tareas domésticas se cuadruplicó con creces al crecer de 100.100 a 424.400.
Dejando al margen territorios como Asturias o Cantabria, donde los registros han crecido de manera exponencial al multiplicarse por más de 25 aunque sin salir al mismo tiempo de niveles testimoniales (10.900 en el primero, 2.500 en el segundo), ese dato ha llegado a quintuplicarse en algunos otros como Andalucía, donde pasó de 19.000 a 86.800; Canarias, donde lo hizo de 7.700 a 38.500, o Catalunya, donde la progresión fue de 10.000 a 53.600.
También resulta llamativa la evolución que se ha dado en Madrid, que ha alcanzado una marca de 60.500 desde un registro inicial de tan solo 1.300 con el que partía como la cuarta comunidad con menos ‘amos de casa’, solo por delante de otras mucho menos pobladas como Asturias, Cantabria y Murcia.
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