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Dicen que dos años no son nada. Depende, no es lo mismo dos años en la vida de una persona que en el “timeline” de la historia del mundo en la que dos años quedan reducidos a menos de un nanosegundo.
Os propongo un juego, hacer balance de estos dos últimos años. ¿Que hemos hecho en estos 720 días? ¿Cuantas de nuestras expectativas se han cumplido? ¿Cuantos de nuestros sueños, de nuestras esperanzas han visto la luz? Imaginad ahora si esa misma pregunta la llevamos al Ayuntamiento de Zaragoza y a los y las concejales que forman su Corporación.
Pero antes hagamos un poco de historia.
La llegada de Zaragoza en Común a la política y al Ayuntamiento de Zaragoza fue como la del niño pobre que queda varado en un barrio de ricos. Desde el primer día la oposición nos dejó muy claro que estábamos aquí de paso, eramos unos “parvenu” a los que se permitía estar un ratito y luego, como debería de haber sido, recuperar el control, el espacio perdido y volver a la situación anterior. Esa en la que se juega con la alternancia en el gobierno, el intercambio trilero de cromos y el “hoy por mí y mañana por ti”.
No nos conocían, no sabían de nosotras, por eso su desprecio a los recién llegados, a esos tipos de melenas y camisetas, de maneras y lenguajes 15mayeros, que hablaban de transparencia, de los de abajo, de horizontalidad, cercanía, de decisiones tomadas en asambleas y de primarias. Y es que además de novatos, nos creían tontos y nos lo hicieron saber, vaya si nos lo hicieron saber.
Antes incluso de llegar al Ayuntamiento nos dieron una buena ración de ricino en forma de chulería, arrogancia y soberbia, las mismas que practicaban a diario en los plenos, por los pasillos y en muchos otros ámbitos. ¡Ya estáis avisados! nos dijeron.
Nos quedó claro que había nervios, desconfianza y desprecio hacia ZeC, que se había atrevido a romper en pedazos su bien organizada estrategia. En sus cuentas de la lechera no contaban con nosotras.
Desde el primer día la bronca fue la tónica en los plenos, acompañada de las descalificaciones, el desprecio al novato y la bulla. Hay que reconocer que pagamos caros esos primeros días, veníamos de espacios de dialogo y negociación y nos encontramos con muros en los que una y otra vez nos dábamos de bruces. Si, hay que reconocerlo, pagamos la novatada. Nos llevaron a su ring, a ese bronco espacio en el que se mueven con la soltura que solo da años de práctica y el apoyo servicial de los medios de comunicación “amigos”.
Esto es la política nos dijeron mientras nos ponían una y otra vez al borde de la tangana y conseguían que las relaciones con los partidos, especialmente con el PP/PSOE fueran casi nulas. Se habían roto los puentes y la culpa era nuestra nos repetían. Los nuevos no respetábamos las reglas de su juego y nos acusaban de venir a dar lecciones. A ellos, que llevaban en política desde hacía más de treinta años. ¿Donde se había visto éso?
Claro que metimos la pata, ¿quien no la mete cuando llega nuevo a un sitio y desconoce los códigos y entresijos por los que se mueve una institución? Los grandes medios, esos impagables amigos, se cebaron con los y las concejales y el alcalde. Ni se perdonaban los nuevos aires, ni que desde el minuto uno se dejara claro que ni éramos ni queríamos ser como ellos. Nuestro Código Ético y la rebaja de sueldos y asesores no les gustaron. No habíamos llegado al Ayuntamiento para acomodarnos a su vieja rutina y a sus formas.
¡Que jueguen un rato a hacer política estos pipiolos!, que luego ya vendremos nosotros a seguir con el diseño de esta ciudad, puesta de hinojos al servicio de “las familias”
Dicen que no hemos hecho nada en estos dos años, que estamos paralizados, sin ideas y que somos un fracaso. Más allá de su retórica, de ese discurso repetido una y mil veces tanto por el señor Azcón como por Pérez Anadón, quedan los hechos. Para no aburriros os recomiendo la lectura del “Balance de estos dos años” que acaba de hacer nuestro alcalde. Algunas cuantas cosas hemos hecho y bien además, bastantes más de las que quisieran algunos concejales de la oposición
Es nuestra realidad, incontestable, ahí están las cifras y los hechos, nuestro trabajo puesto al servicio de los y las ciudadanas de Zaragoza. Hemos primado los problemas y las necesidades de la gente, antes que los proyectos faraónicos y los desarrollos urbanísticos que nos llevaron a la crisis que padecemos. No esperéis promesas de macroproyectos millonarios ni grandes hitos de esos que dicen que ponen a la ciudad en el mapa.
Sí que hemos puesto a Zaragoza en el panorama nacional e internacional y ha sido gracias a proyectos sociales, de movilidad y medioambientales que hacen ciudad y revierten en sus ciudadanos y por ellos hemos sido premiadas en varias ocasiones.
No tenemos diseños de arquitectos de relumbrón, tenemos albañiles y artesanos que en dos años han edificado el andamiaje de la Zaragoza que queremos construir. La de las personas, la de la ciudad cercana y amable, la de los servicios públicos de calidad, el comercio de proximidad, la movilidad sostenible, el transporte público, la promoción de la bicicleta, los carriles bici y el urbanismo de las pequeñas cosas.
Además nos hemos dedicado con ahínco a sanear las cuentas. Hemos luchado con uñas y dientes por conseguir pagar las numerosas deudas, convenientemente escamoteadas, que fueron saltando a nuestra llegada. Hemos puesto en marcha los primeros Presupuestos Participativos de esta ciudad, que contaran con una dotación de 5 millones de euros. Serán los y las ciudadanas quienes decidan en que proyectos se invertirán. Los mismos que también por primera vez eligieron mediante primarias a sus alcaldes y vocales en los barrios. Y muchas más cosas, lean si les apetece.
También hemos madurado, a veces más de lo que nos gustaría, pero lo hacemos sin renunciar a lo que es el ADN de Zaragoza en Común. Aquello que nos trajo hasta aquí y por lo que seguimos luchando todos los días.
Sí, hemos metido la pata algunas veces, seguro, pero nunca la mano. Vinimos a cambiar esta ciudad desde la honestidad, la coherencia y el trabajo duro. Nos preocupan e importan las personas, por eso las ponemos en el centro, las hacemos protagonistas de sus decisiones y con ellas compartimos las nuestras.
Estamos en el ecuador de la legislatura, hemos hecho parte de lo que nos propusimos hacer, los palos en las ruedas del engranaje nos los siguen poniendo todos los días la “fiel oposición”. Quisiéramos haber acometido las municipalizaciones que planteábamos, pero el rodillo del NO funciona a tope. No interesa a sus amigos perder el negocio que supone la privatización de los servicios esenciales. Seguiremos intentándolo una y otra vez.
Ellos por contra siguen con su política de grandes e innecesarios centros comerciales, como el outlet de Pikolin, mientras abandonan al pequeño comercio a su suerte; arrasando nuestro patrimonio, ya se llevaron por delante Averly; judicializando las remunicipalizaciones e impidiendo poner en marcha la que afecta a las trabajadoras del 010; intentando tapar los agujeros negros de Ecociudad; apoyando el ICA (Impuesto de Contaminación de las Aguas) y las inmatriculaciones de nuestras iglesias y catedrales. Esa será su herencia.
Quedan dos años para seguir cumpliendo nuestro programa, ese que espanta a la oposición y contra el que se alían en tripartitos y cuatripartitos. Si alguien tiene que pedirnos cuentas, que sean los y las ciudadanas, son los mismos que han valorado al alcalde Pedro Santisteve con la mejor puntuación.
Con nuestros aciertos y errores maduramos y seguimos trabajando por y para Zaragoza y sus habitantes. Y aunque de los palos y los desaciertos se aprende, no aceptamos lecciones de aquellos que no nos dejan trabajar. Y menos si vienen de algún partido enfangado hasta las trancas en la corrupción.
Nadie nos prometió que fuera fácil, ya lo hemos comprobado y no nos rendimos.
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