El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
'Cinco corazones', viaje al horror de los caballos argentinos
La explotación equina en Argentina, a través de material audiovisual obtenido en investigaciones secretas a lo largo de tres años. Mediometraje disponible gratuitamente en los canales de la plataforma de cine de impacto social Posibl.
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Los caballos, también. No solamente son domados y sometidos para espectáculos de toda clase, explotados para supuestos deportes o empleados para servicios públicos (incluidas las fuerzas y cuerpos de seguridad), sino que también acaban en el plato. Y a pesar de que España apenas consume carne de caballo (el 0,2% de toda la carne consumida en nuestro país, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la cifra de caballos enviados al matadero ha crecido demencialmente, y en la actualidad ya supera los 70.000 caballos (más de 15 mil toneladas). Bien lejos de Argentina, que manda 200.000 caballos al despiece y exporta el 60% de la carne equina del mundo. Pero, ¿qué hay detrás de esa poco conocida fuerza industrial cárnica?
El documental argentino Cinco corazones expone y denuncia los numerosos aspectos oscuros de este cruel negocio. Partiendo del desconocimiento popular sobre esta industria, el reportaje escarba en la sangrante contradicción de una nación que se presenta como amante de los caballos, pero después los explota para comerciar con su carne y con su sangre y para competir en hípica, y los esclaviza en extenuantes trabajos de transporte y recolección. Con la complicidad del mundo occidental, que ha decidido convertir esta carne en la última extravagancia gourmet para carnívoros. Porque el consumo de carne de caballo está prohibido en Argentina.
“La principal contradicción”, nos explica el productor y director Martín Parlato, “es que en el Gobierno del presidente Menem (entre 1989 y 1999) Argentina tiene un último decreto que regula la relación de los humanos con los caballos, prohibiendo desde 1995 el consumo de carne de caballo en el país, argumentando que los argentinos tienen un profundo arraigo con este animal. Sin embargo, no prohíbe que se despiece y exporte como carne. Y francamente todas las atrocidades que se pueden ver en el documental, en todos estos establecimientos, en todos los negocios fraudulentos, y todas las complicidades que existen para que este flagelo suceda, han generado que ahora la sociedad está pudiendo conocer la verdad, y podamos hacer algo para frenarlo”.
El caso argentino de la explotación cárnica de los caballos, a menudo mafiosa puesto que una inmensa mayoría son robados, sirve al documental como punto de partida para ahondar en algo aún más universal: la relación que tenemos con estos hermosos e inteligentes animales. “Toda la relación del caballo con las prácticas culturales de Argentina -como la doma, la jineteada y los deportes como el polo o las carreras de caballos- está muy bien maquillada”, nos aclara Parlato. “A través de todas las clases sociales se ve el maltrato al caballo. En las clases más bajas el caballo es utilizado como tracción a sangre para llevar basura, y en las clases más altas en todas esas prácticas deportivas bien vistas en las que el caballo es utilizado como una cosa, un bien, que manipulo y hago lo que deseo con él”.
Gracias a intervenciones como las del abogado penalista Leonardo Barnabá, especializado en la defensa de los derechos de los animales, y la activista Alejandra García, del Santuario Equidad, el reportaje toma el pulso al momento de denuncia y cambio que Cinco corazones quiere impulsar. Porque este trabajo de denuncia busca la movilización, no solamente en Argentina. “Hay que cortar por algún lado esta cadena de sufrimiento”, dice Martín Parlato, productor y director del documental, “ya sea por el lado de la oferta, porque desde Argentina podamos prohibir la faena equina y la exportación de carne de caballo, o porque Europa abra los ojos, y los consumidores fuercen el cambio con su poder de elección, a la hora de decidir qué comprar o no”.
Un mercado de vampiros
El caballo argentino nace para sufrir todo tipo de abusos, y a veces antes incluso de nacer. La explotación, alimentada por sus altos beneficios, es lo que consiente que siga existiendo una práctica llamada “sangría de yegüas”. Esta práctica brutal, que según informa el abogado Barnabá en una entrevista del reportaje ingresa miles de millones de dólares a una única empresa argentina, pero participada por socios de otros países, multiplica exponencialmente la cadena de dolor y complicidad, por su aplicación en la inseminación industrial y también en la humana. Se trata de la obtención violenta de una hormona llamada gonadotropina coriónica equina, que se comercializa para estimular o facilitar la gestación tanto de otros animales como de humanos. Se extrae de las yegüas cuando están preñadas, inseminadas artificialmente, sacándole sangre sin pausa durante 24 horas. Cuando ya está a punto de parir, se interrumpe violentamente el embarazo y se la vuelve a inseminar para que siga produciendo la hormona.
Cinco corazones no tiene reparos en denunciar, con nombres propios y de empresa, a los responsables, investigados y a veces denunciados, de estos crímenes morales, ya que no existe legislación que regule, consienta o prohíba. “De nuevo, hay que recordar que una vez que estas yegüas ya no pueden embarazarse más, y no pueden producir más sangre, más hormonas, son llevadas a matar y despiezar, para vender como carne que llega al plato de los europeos”, advierte Parlato. “Realmente es algo escandaloso, y es necesario que se sepa y se le ponga un fin”.
Y ahora, ¿qué podemos hacer?
Una vez más, nos asomamos a una crónica del horror en cuanto a la relación de nuestras sociedades con los animales no humanos, que en ningún caso nos pertenecen. Siendo optimistas, estamos siendo testigos de una ola creciente de sensibilización, de compromiso y, lo más importante, de acción para el cambio tanto personal como colectivo, gracias al arma más poderosa que existe: la Ley. La plataforma Posibl. que ha creado Martín Parlato, dedicada a la creación de historias que informen, inspiren y sean palanca de cambio a través del activismo, colabora con diversas organizaciones por la defensa de los derechos de los animales, caso de la Fundación Franz Weber, que promueve una visión global de las causas desde cambios legislativos incluso locales. Sin embargo, a menudo nos queda la sensación de hablar y comunicar, incluso impactar, a quienes ya estamos convencidos. ¿Pasará lo mismo con Cinco corazones y los caballos argentinos?
“Yo me he acostumbrado a trabajar en mis proyectos con las personas que no necesitan ver para creer, sino las que necesitan creer para ver”, nos comenta Parlato, durante la conversación telefónica intercontinental para esta entrevista. “Este documental va a ser abrazado por aquellas personas que ya creen, para ponerlo a la vista de aquellas personas que quizás aún no creen, o no quieren ver y prefieren mirar hacia un lado, y ayudarlos a conocer la verdad, y que juntos podamos salir adelante. En ese sentido yo creo en el poder de la gente”.
El título del documental hace referencia a la creencia simbólica de que los caballos tienen cinco corazones: el principal y las cuatro patas. Si uno de ellos se daña, los otros se detienen. En la narración del cortometraje, realizada por la actriz Liz Solari, se nos explica en los últimos instantes que “las patas son cuatro puntos de apoyo desde los que bombean sangre a su corazón. Cada vez que los abusamos, sus cinco corazones dejan de latir del modo en que deberían hacerlo”.
Cinco corazones formará parte del Festival Internacional de Cine del Medio Ambiente Suncine, en Barcelona del 4 al 12 de noviembre, y puede verse en posibl.com/5corazones
Sobre este blog
El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
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