La ‘profecía’ de Rubén Castro que el CD Tenerife nunca olvidará
“Quiero ganar el domingo para hundir un poco más al Tenerife. Si los podemos hundir, lo haremos. Los dejaremos a ocho puntos si ganamos. Y espero que bajen”. Las palabras de Rubén Castro en Onda Real encendieron el derbi del Heliodoro en la temporada 03-04. El delantero grancanario jugaba con las cartas marcadas, pero perdió la partida. Todo estaba a favor de los amarillos, que habían reaccionado de la mano de David Vidal, venían de ganar (1-0) al Eibar y, tras la disputa de 26 jornadas, aún soñaban con un ascenso a Primera División que estaba a once puntos. Con una prudencial distancia de cuatro puntos respecto a la 'zona de descenso', miraban hacia arriba y para aspirar a ese salto de categoría contaban con una tripleta atacante de lujo: Momo-Rubén-Carmelo.
El ataque lo comandada el 'pichichi' de la categoría, el citado Rubén, que para entonces ya sumaba 16 goles, sólo uno menos que todo el Tenerife. Y además, Las Palmas llevaba más de tres lustros sin perder en el Heliodoro, donde no caían ni en Liga ni en Copa del Rey. Mientras, el Tenerife que dirigía Martín Marrero no reaccionaba pese al cambio de entrenador y el fichaje de cinco futbolistas: estaba en zona de descenso, con 27 puntos y en la antepenúltima plaza, muy lejos aún del llamado 'campamento base' (los 50 puntos) que soñaba con alcanzar el nuevo técnico. Además, las habituales llamadas de los políticos a la cordialidad no cambiaron el ánimo de Rubén: “Me ratifico en lo dicho. Yo quiero hacer bien mi trabajo, que es marcar goles; y si les ganamos, les hundiremos un poco más”.
“Sé que todo el público me va a pitar, pero yo voy a responder con goles. Y no temo a las patadas, pues de todas las maneras me las iba a llevar”, agregó el delantero. Ahí acertó. Y aquella mañana del 7 de marzo de 2004, a los tres minutos de partido, Sebas Corona marcó su territorio con una entrada que fue castigada con una tarjeta amarilla que mereció ser roja. La patada desactivó a Rubén y la bronca del Heliodoro cada vez que tocaba el balón le acabó por sacar del partido. Y a partir de ahí, el Tenerife impuso su fútbol con el 4-1-4-1 dispuesto por Martín, que alineó un equipo compuesto por: Álvaro Iglesias; Iker Garai, César Belli, Corona, Ismael; Vitolo; Antonio Hidalgo, Jesús Vázquez, La Paglia (Martín Posse, 75’), Raúl Martín (Manolo, 86’); y Keko (Barata, 67’).
Al cuarto de hora se adelantaron los locales con un disparo cruzado de Raúl Martín. Y diez minutos después La Paglia cerraba el clásico con un cabezazo que llevaba el 2-0 al marcador y el delirio a unos graderíos poblados por 22.352 espectadores. Las Palmas se quedó sin respuestas. No reaccionó ni en lo que quedaba de partido ni en lo que quedaba de Liga. Sumó un punto de 24 posibles en ocho jornadas, relevó a Vidal por Stambouli y a éste por Tino Luis... pero entró en zona de descenso y se fue a Segunda División B. Y el Tenerife, que llegó a encadenar once jornadas sin perder, acabó octavo. Es evidente que no se cumplió la 'profecía' de Rubén Castro.
(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.
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