Espacio de opinión de Canarias Ahora
Abriendo los ojos
Esta crisis en la que estamos inmersos, como toda crisis saca lo peor y lo mejor del ser humano. Afloran conflictos, síntomas, miserias, altruismo, dificultades, compasión y sacrificio de una manera mucho más intensa y sin velo.
Mientras nuestros conciudadanos afectados por la pandemia mantienen su batalla particular contra el virus, auxiliados del resistente personal sanitario, algunos países miembros de la UE muestran su renuencia a la solicitud de ayuda de los países que están padeciendo la pandemia de manera más acusada.
Qué duro es pertenecer a un ‘Club’ en el que lo que prima es el “sálvese quien pueda y ya, si eso…”. Y hete aquí que, mientras a muchísimos ciudadanos y políticos de por estos lares les ha impresionado esta actitud, a quienes exportamos tomates y pepinos a este nuestro ‘Club’, no nos sorprende en absoluto.
Veamos. En esta ocasión, han sido los países nórdicos encabezados por Alemania y Países Bajos los que rechazaron las propuestas de España e Italia para hacer frente a los efectos de la epidemia del coronavirus. Además, estos países entienden que todavía no es urgente actuar a escala de la UE.
Por si fuera poco funesta esta reacción, frente a socios que tratan de hacer lo imposible para evitar que sea mayor la catástrofe, el ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra, acusó a España e Italia de no haber ahorrado lo suficiente y sugirió la posibilidad de que se les investigue, por no tener margen presupuestario para hacer frente a la pandemia de coronavirus. Vamos, lo que se suele decir entre “socios”.
Inmediatamente, el primer ministro portugués, António Costa, respondió a esa acusación: “Ese discurso es repugnante, realmente repugnante en el marco de la Unión Europea”, y añadió “el virus, lamentablemente, nos afecta a todos por igual. Si no nos respetamos entre nosotros, ni comprendemos que para un desafío común tenemos que dar una respuesta común, entonces no hemos entendido la función de la UE”.
Y no se quedó ahí. También calificó la intervención de Hoekstra de “absoluta inconsciencia” y de una “mezquindad recurrente”. Costa sostuvo que esa postura “mina completamente el espíritu de la UE y es una amenaza para el futuro de la Unión”. Tras la experiencia vivida con el rescate, Costa volvía a alertar de que Europa no puede repetir su reacción a la crisis de 2008, con las “trágicas consecuencias económicas y sociales que tuvieron esas actitudes”.
Esta vez parece que sí. Que los países del norte europeo le han visto las orejas al lobo ante la amenaza cierta del desmembramiento del proyecto europeo. Así, días después, Wopke Hoekstra admitió que no mostró “suficiente empatía” con sus socios del sur de Europa en relación con la crisis del coronavirus.
Hemos de recordar que el Tratado sobre el Funcionamiento de la UE en su artículo 168, prevé que la Unión garantice “un alto nivel de salud humana”. Según este artículo “los Estados miembros, en colaboración con la Comisión, coordinarán entre sí sus políticas” y que “el Parlamento Europeo y el Consejo podrán adoptar medidas de fomento destinadas a proteger y mejorar la salud humana y, en particular, a luchar contra las pandemias transfronterizas”. Visto lo sucedido parece que hay artículos del Tratado que no convienen para algunos.
Además, resulta notable que no han entendido que esta es una crisis asimétrica y divergente que afecta a estructuras productivas distintas, tal como la define el Real Instituto Elcano. Lo que hoy es una desgracia, en quince días puede no serlo tanto. Y al contrario. Por lo que Alemania y Países Bajos pueden ver la realidad de forma distinta en poco tiempo.
En lo que esta exhibición insolidaria acontecía Cuba, Rusia y China ofrecieron su colaboración a España e Italia, principalmente.
En realidad, llueve sobre mojado, porque ni siquiera se ha superado adecuadamente la crisis de 2008, cuando llega otra peor. Aquella fue una crisis financiera que se “resolvió” a base de deuda, que es la que ahora atenaza a España. La actual crisis puede ser el probable anticipo de otra recesión derivada del parón de la producción y del consumo.
Salir de esta –no cabe duda– será difícil para España sin ayuda europea porque hay sectores como el turismo que, aunque vuelvan a activarse, ya no podrán recuperar lo perdido, que es mucho. Ahora bien, llegados a este punto cabe preguntarse si es posible una Europa con estos supuestos.
Y se preguntarán: ¿por qué a los que exportamos tomates y pepinos a la UE no nos ha sorprendido esta reacción? Fundamentalmente porque llevamos veinte años padeciendo el inconveniente de pertenecer a un ‘Club’ en el que es más importante el de fuera que el propio asociado.
Me refiero a la batalla que emprendimos contra la competencia desleal, acuerdos lesivos con terceros países basados en la “geopolítica”, disminución de la ventana de exportación para proteger las producciones nacionales y un largo etcétera que, a buen seguro, recordarán.
La respuesta que se asumía entonces gravitaba en que los Acuerdos Comerciales eran “sagrados”. La geopolítica primaba y contra ella no había nada que hacer. El modo de acallar nuestras demandas se traducía en un incremento condicionado de las ayudas, es decir, un trampantojo. Por mucho que se inyecte, contra la competencia desleal creciente, cuyos costes de producción son muy inferiores, es imposible batallar. Por lo que desde entonces ya estábamos sentenciados.
Un Plan Estratégico, una condicionalidad de Región Ultraperiférica, RUP, acciones singulares… Nada de esto ha evitado el desmantelamiento de esta actividad. Si bien es cierto que aquí nos escuchaban, pocas posibilidades de negociación tenían a resultas de los frutos obtenidos. Una Europa que no nos contempla, no puede ser nuestra Europa.
Antes de la pandemia nos hallamos en la incertidumbre del resultado de la negociación del Brexit. Nuestro futuro depende de un resultado positivo al que no podemos esperar, probablemente en diciembre. Las siembras tienen que comenzar en junio y para ello son necesarias las certezas.
De ahí que a principios de marzo, solicitáramos al Gobierno de Canarias que hiciera de garante de las ayudas necesarias en caso de un resultado negativo de la negociación. Así podríamos dar comienzo a la próxima campaña. Sin respuesta aún, por cierto.
Aunque quisiera ser optimista, la naturaleza del agricultor le lleva a creer que la próxima zafra siempre puede ser mejor, en esta ocasión a resultas de cómo está reaccionando la UE, en unas circunstancias tan sensibles para sus ciudadanos, no veo indicios que me procuren atisbos de esperanza.
Oímos reiteradamente que tras esta crisis habrá un antes y un después en lo sanitario, en lo político, en lo económico y, en lo que quizás debería ser más importante: la actuación social e individual.
En esta crisis no hay opción al sálvese quien pueda. Si el vecino está amenazado por el virus, tú también lo estás. “La cooperación no será una opción, es una necesidad imperiosa. No podrás salir si hay una bomba de relojería al lado. La globalización es la respuesta”, dice el investigador del Real Instituto Elcano, Enrique Feás.
El jefe de la brigada médica cubana desplazada a Italia, Carlos Ricardo Pérez Díaz lo expresó así: “ No podemos dar lo que nos sobra sino compartir lo que tenemos. Eso es solidaridad”. ¿Abrirán los ojos?. Quizás entonces la próxima zafra sea mejor.
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