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Adiós a Nono, activista y trabajador de la cultura
Antonio González Martel, Nono, como lo conocíamos todos, llegó al Ateneo Municipal de Santa Lucía, en septiembre de 1985, al poco de su inauguración. Traía una mochila cargada de mucha ilusión, sueños y generosidad. Venía con la experiencia de la Universidad de Verano y como militante activo del grupo Almogarén de Valsequillo.
Nono se incorporó a un grupo de no más de diez personas, que conformaban la Comisión de Cultura, propulsores de la cultura popular en Santa Lucía y el sureste, donde la participación colectiva era el eje fundamental del desarrollo a través de las distintas expresiones artísticas.
Con el objetivo de sacar la cultura a la calle, puso en marcha el Taller de Fotografía y creó el primer laboratorio fotográfico en el Ateneo. Paseó su cámara por todo el municipio impartiendo cursos por las Asociaciones de Vecinos, dando a conocer el proyecto común del Ateneo Municipal: Era el responsable de las exposiciones, de la artesanía, colaboraba directamente en el Plan Cultural de barrios, Muestras de Cultura Popular, asesorando a Comisiones de Fiestas, y Asociaciones de Vecinos, hermanamientos, Cine en la calle, Encuentro de Solidaridad con los Pueblos de África y Latinoamérica ESPAL y muchos otros programas y eventos pioneros en la zona.
Empezó a trabajar y a crecer como profesional y se crea el área artística. Comienza a traer al municipio artistas de la talla de Lola Massieu para dar talleres de pintura, importante paso, para que más tarde se creara en Santa Lucía la Escuela de Dibujo y Pintura, extensión de la Escuela Luján Pérez.
Puso en macha distintos espacios expositivos, pasando de una pequeña sala a contar en estos momentos con cuatro salas de exposiciones, donde han colgado sus cuadros artistas de todos los estilos y disciplinas. El taller de Fotografía de Santa Lucía tiene el reconocimiento a nivel local y nacional, con Certámenes Nacionales de Fotografía, Fotografía Estenopeica y otras muchas iniciativas.
Nono ha estado siempre ahí, entre las aulas, los talleres, los escenarios, las salas de exposición, la calle y la gente. No solo ha desarrollado con excelencia su labor profesional, sino que lo ha hecho con la pasión necesaria para cultivar con las personas que estaba a su alrededor la calidad humana.
Y ahora, en el adiós por una partida adelantada que sentimos con dolor, vemos que gracias a su trabajo diario, motivador y creativo, nos deja el legado de una gran obra cultural.
Gracias por todo Nono.
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