AENA coladeropuerto
Una familia holandesa. Matrimonio e hijo universitario. Llegan a Gando con sus pruebas PCR. Más de 400 euros, tiempo y molestias les ha costado. Pero nadie se los pide. Tres vuelos internacionales coincidieron al desembarcar. El señor holandés, profesional del sector turístico, observa que tampoco les piden las pruebas y se pregunta ¿cómo es posible que no se aplique la normativa? El caso es que ni el Gobierno de España tiene personal para atender estos controles, ni basta que se les imponga a los establecimientos hoteleros reglados, ya que el resto de viajeros -la mayoría- no tiene entonces que presentar ninguna acreditación.
Según el portal del Gobierno de España, la situación sanitaria de la Comunidad canaria (salvo el caso de Tenerife, que supuestamente son más restrictivas) es de “Limitación perimetral. La restricción de entrada no será aplicable a aquellos pasajeros que se sometan al control sanitario consistente en: suscripción de una declaración responsable, control de sintomatología o prueba diagnóstica de Infección Activa con resultado negativo en las 72 horas previas a la llegada y/o aislamiento”. Yo creo que está bastante claro: un control de sintomatología que no sabemos si se limita a tomar la temperatura, pruebas de antígenos, o unir con la mano la nariz y la rodilla... O sea, el Gobierno se lava las manos y a la oposición sólo le preocupa que no le quiten las banderas de España y las pongan envolviendo las cajas de vacunas. Si no fuera tan dramático lo que sucede, podría estar un rato riéndome... Y es que AENA (la empresa, todavía mayoritariamente pública, de los Aeropuertos Nacionales) ha demostrado su incapacidad para aplicar las normas y la lógica en esta nueva normalidad. Y así se ha producido el lamentable espectáculo que se da en el aeropuerto grancanario (y supongo que en los de todas las islas) incluso en Baleares desde el pasado 19 de diciembre, en estas fechas de coincidencia de la temporada alta turística con las celebraciones navideñas, se han producido los momentos de mayor intensidad de movimiento de pasajeros desde el confinamiento. Pero muy inferior al día a día de hace un año.
Esperemos que los políticos canarios (me da igual el partido) se planten en los aeropuertos y exijan el cumplimiento de las normas. Y, puestos a desear utopías, que se pongan todos de acuerdo en Canarias (en Madrid está claro que no podrán) para exigir las medidas de control de acceso teniendo en cuenta el hecho insular, cosa que desde la Península siguen sin entender...
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