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Chanel, “lo latino” y la superioridad moral
“El patriarcado ha ganado”. Coincido en parte con esta afirmación que muchas personas que siguieron en la noche del sábado el Benidorm Fest han realizado en las últimas horas tras conocer el resultado, pero no tanto porque Ay Mama, de Rigoberta Bandini (mi favorita) o Terra de las Tanxugeiras no hayan ganado la final que daba el pase al festival de Eurovisión tras un sistema de votación más que cuestionable, injusto y criticable (pese a que se conocía de antemano). Es el hecho de que no se haya dudado ni dos segundos en enfrentar, cuestionar y analizar punto a punto a las participantes lo que me lleva a reflexionar sobre lo que cuesta a las mujeres ocupar espacios públicos y reivindicar un mensaje sin miedo al rechazo, a que te digan “aquí no cabes”, a que te cuestionen el triple. En los últimos tiempos se nos ha llenado la boca hablando de salud mental, de stop bullying, de necesidad de diálogo, de juzgar menos y respetar más… pero todo se nos olvida en cuestión de segundos. ¿Recuerdan otras galas en el pasado para escoger una canción eurovisiva en la que se haya confrontado a los hombres, se les haya analizado punto a punto su letra y se les haya sometido a tal escarnio que alguno de ellos se haya tenido que retirar de las redes sociales? Si la respuesta es no, creo que el patriarcado ha ganado.
Primero, el debate se centró en la letra de la canción de Bandini. No todas las feministas tenemos que compartir siempre el mismo gusto musical, interpretar del mismo modo el mensaje o apoyarla. A gran parte del público la canción nos emocionó al reivindicar cuestiones como el hecho de que las madres y abuelas hayan soportado tanto que sean capaces de parar “tantas guerras”, el tabú de la menstruación “tú que has sangrado tantos meses” y otras cuestiones que van más allá de que tengan o no caldito en la nevera. También nos emocionó recordar que al mundo sí que le dan “miedo nuestras tetas” que se censuran en las redes sociales y en público en el acto de amamantar. La canción también pudo hacer reflexionar sobre la presión que existe sobre la lactancia materna tanto para las mujeres que deciden hacerlo como para las que no. Por ello, es comprensible el desánimo entre tanta gente que la había abanderado como un himno feminista, como también lo es para tantas personas que votaron y confiaron en Tanxugeiras y su reivindicación por la realidad plural del país, por la importancia de las lenguas cooficiales, la tradición y el trabajo histórico de las mujeres gallegas. Pero de ahí a poner en cuestión constante a otra mujer y echar por el suelo su carrera musical, existe un abismo. En el hastag #tongazo que se compartió en la noche del sábado muchas personas se mofaron de Chanel, y ahí creo que el patriarcado ha ganado.
“Feminismo para todas, pero todas, todas, todas” fue uno de los lemas de los últimos 8M, en el que las mujeres racializadas han insistido en ser escuchadas, en que la vida necesita diversas miradas, más allá de la de las mujeres blancas. La música de Chanel se ha calificado desde ayer como “lo latino”, con un tono peyorativo, como si la música latina tuviera menor calidad, como “más de lo mismo”, como si en el mundo del reggaeton o de la música urbana las mujeres no hubieran luchado desde hace años por ser escuchadas y han combatido esas letras machistas, que no son ajenas en otros géneros que creemos intocables por ser más propio de los europeos o norteamericanos. También se le ha señalado por su imagen. Es curioso que una España que clamaba por una ceremonia en la que apareciera una teta gigante se escandalice por la indumentaria de una mujer latina con brillos y transparencias, con coreografías que recuerdan a grandes artistas como Jennifer López o Beyoncé.
Quizás sea porque crecí en Canarias, con las verbenas sonando cada verano. O porque llegué a la adolescencia con Loida y Gara y su “que no te vistas que no vas, que no me vuelvas a buscar porque tu tiempo ya pasó”, enseñándole al mundo que las mujeres también tenían mucho que decir en este género musical, porque nos recordaron con orgullo ese “Canarias soy, traigo salsa con reggaeton”. Quizás sea por haber estudiado en un colegio público con compañeras que venían de países diferentes o que hace años sus familias habían emigrado a Venezuela o Cuba. Quizás sea por el pelo rizado, la piel muy morena y un acento que desentonaba en Madrid cuando me preguntaban insistentemente de dónde era o decían que creían que era “latina”, quizás sea porque no logro entender que un país con estrechos lazos con Latinoamérica o en el que viven tantas y tantas personas migrantes que tienen mucho que decir y muchos prejuicios que romper sobre sus culturas, sus gentes, su música, que no logro entender que se desprecie a una mujer con el argumento de que representa “lo latino”. Igual hay mucha superioridad moral y mucho clasismo, además de racismo y machismo sobre el que tenemos que reflexionar. Si no escuchamos a las mujeres de todos los países y culturas y nos dedicamos a ridiculizar o infantilizar, creo que el patriarcado ha ganado.
Si para defender que una canción era mucho más merecedora que otra para estar en Eurovisión, un festival del que durante años una gran parte de este país se ha mofado, es necesario crear esta polémica y arremeter contra la propuesta de una mujer que defiende su estilo, creo que el patriarcado ha ganado. Si en lugar de argumentar por qué una letra es machista y afearlo en todas aquellas líricas que nos chirríen y en todos los géneros, solo nos dedicamos a desprestigiar Slomo aprovechando el tirón y con insultos, creo que el patriarcado ha ganado.
Para conocer otros puntos de vista enlazo este artículo de afrofeminas, que aporta algunos apuntes como por qué unas mujeres son consideradas en el imaginario más válidas que otras o cómo se construye lo “latinoso” como concepto peyorativo. Criticar letras machistas sí, opinar sobre el trabajo de alguien, también, pero cuidar el lenguaje y sacudirnos un poco el clasismo y la superioridad moral, también. Sororidad como la que han demostrado Bandini, Tanxugeiras y el resto de participantes con Chanel, por supuesto.
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