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Dinosaurio

26 de agosto de 2023 11:19 h

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Dicen que los dinosaurios se extinguieron como consecuencia de la caída de un meteorito. Esa terminación engañosa no significa en este caso ningún tipo de diminutivo, pues la roca que golpeó a la tierra tenía tal tamaño y traía tal velocidad, que su impacto aún es visible, ya que dibujó el perfil del Golfo de Méjico.

Resulta imposible imaginar el formidable estruendo, los vientos huracanados, las nubes de agua vaporizada y material fundido que hicieron perceptible el impacto a miles de kilómetros de distancia.

Con total certeza, esos fenómenos ocasionados por el impacto tuvieron que ser vistos, que no observados, por los cientos de miles o millones de dinosaurios que terminarían por extinguirse como consecuencia de ese brutal choque.

Pero no. Los dinosaurios no fueron conscientes, su cerebro no daba para tanto, de que el tiempo de su dominio se acababa. Siguieron pastando, ramoneando o devorando a congéneres, según los hábitos de cada especie, totalmente ignorantes de que apuraban los últimos tic-tac del reloj que marcaba su existencia.

El terremoto provocado por el machismo flagrante y desacomplejado de Rubiales ha provocado el rechazo generalizado dentro y fuera de nuestras fronteras y ha sido visto, que no observado, por el propio Rubiales.

El pronto expresidente de la Federación ha seguido ramoneando, pretendiendo que ese colosal estruendo no va con él, al igual que gran parte de la manada federativa, que siguen sin darse cuenta del tic-tac imparable que conduce a su inevitable cese.

Cabe disculpar a los dinosaurios su ignorancia. Su cerebro no estaba preparado para conectar causas y efectos, y así prever las consecuencias del impacto del meteorito.

Quizás, solo quizás, el cerebro de Rubiales, forjado en el más rancio machismo y en la creencia de su propia impunidad, tampoco esté preparado para entender de manera cabal la gravedad de su comportamiento.

Él y la manada de dinosaurios agradecidos que le acompaña no han entendido que a lo largo de estos años el mundo ha cambiado. Que ha costado mucho. Que para llegar aquí han sido muchas las mujeres que se han visto estigmatizadas por denunciar los abusos. Que ahora no cabe dar ni un paso atrás permitiendo que estos comportamientos queden sin respuesta.

Si los dinosaurios nos dejaron en herencia unos fósiles que hoy nos causan asombro por su magnificencia, el fósil que va a dejar este espécimen será raquítico y miserable.

Será el fósil de un machista prepotente que a la hora de la verdad ha tratado de culpabilizar a la víctima, siguiendo a rajatabla el manual de primero de machirulo.

Pero será, sobre todo, el fósil de un auténtico imbécil. No solo por sus actos el día de la mayor victoria de nuestra selección femenina, sino por pensar que su comportamiento puede quedar impune.

Lo dicho. Menudo imbécil.

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