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Dudas sobre Chira-Soria

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Hace unas semanas que decidí mostrar mi apoyo al proyecto Chira-Soria. No es una novedad, ya que desde hace décadas soñábamos con una iniciativa así: desalar con energías renovables agua para las presas y que éstas pudieran generar energía eléctrica, especialmente la de Soria que colgaba el sambenito del ‘muro de aire’ porque se sabía que, de forma natural, con las lluvias solamente, no se llenaría nunca. Una presa que tardó diez años en construirse y que en 2022 cumplirá medio siglo desde que se inauguró. Algo más vieja, entre 60/80 años de sus inicios hasta su ampliación al estado actual, es la presa de Chira. Pero ahí están las dos, ya como elementos de un paisaje antropomorfizado.

Quizás no habría sido necesario manifestarme, pero hay quienes rechazan de plano el proyecto con planteamientos que no comparto y -en algunos casos- graves acusaciones, como si no se tratara de un trámite administrativo, reglado, institucional, con el apoyo unánime (cosa poco habitual) de las organizaciones políticas con representación en las instituciones implicadas. Un procedimiento que busca la realización de una infraestructura pública y, como suele suceder en Canarias, afecta al territorio y algún espacio protegido, porque esta isla tiene un 42% de superficie declarada espacio natural (8 Zonas de Especial Conservación marítimas y unas 30 terrestres, así como unos 30 espacios protegidos en diferentes categorías, 1 Reserva de la Bisofera y un Patrimonio de la Humanidad, además de zonas de especial protección de aves).

Por lo que, aunque la presa de Soria y el espacio para la ubicación de la central hidroeléctrica reversible estén fuera de los espacios protegidos, los tendidos tienen que atravesar varias zonas con diferentes categorías de protección. Fundamentalmente: el Parque Rural del Nublo y -próximos- el Monumento Natural de Tauro, el Parque Natural de Pilancones y el Paisaje Protegido de Fataga. Territorios que coinciden (aproximadamente) con las Zonas Especiales de Conservación.

En este sentido, recurro a la experiencia de los periodistas que, en los asuntos institucionales, percibimos de entrada que todo procedimiento administrativo genera una preocupación inversamente proporcional al resultado final del proyecto. Es decir, al plantearse todo es apocalíptico, y se anuncia en titulares a toda página la catástrofe, para acabar con un breve oculto entre las páginas. Concretamente, en este caso, la empresa presenta un proyecto adaptado a la idea primando el beneficio y controlando el coste. La preocupación ambiental es parte del discurso, pero una ínfima parte del espíritu de lo que figura en los planos y en los materiales a utilizar.

Pero, para ello están los siguientes pasos: alegaciones, modificado, información pública (este proyecto lleva tres procesos de información pública, y los dos últimos -abril 2019 y agosto 2020- fueron ampliados en 15 días cada uno)... Y al final, llegará dentro de unos meses el Informe de Impacto Ambiental que emite el Gobierno de Canarias. En definitiva, hay participación de la empresa, ciudadanía, instituciones… Un proceso que da lugar a un documento en cuya elaboración se tienen que cumplir las reglas de juego: transparencia, participación y adaptación a las normas (respeto a las leyes y diferentes niveles de protección del medio natural).

Como grancanarios preocupados por el futuro de la isla, estaremos atentos al resultado de la declaración de impacto ambiental. Porque estar de acuerdo con el proyecto no significa aceptar todo lo que se plantee. Además, el propio Cabildo ha introducido modificaciones con la finalidad de mejorar el proyecto y reducir al máximo el impacto en la naturaleza, con opciones alternativas, medidas correctivas y de restauración.

Lo que no quiere decir que no pueda haber otras medidas de mejora. Pero reiterando que no dudamos que haya que aprovechar estas dos infraestructuras de ingeniería, las presas de Chira y Soria, para garantizar un sistema eléctrico que permita el autoabastecimiento de la isla con energías renovables: solar, eólica y aquellas que podamos incorporar en un futuro: maremotriz, geotérmica… y las que hagan falta o surjan en un futuro -y que necesite el sistema, que tampoco es cuestión de cubrir toda la isla de paneles- porque hay que acabar con el uso de combustibles fósiles ¡YA! 

Probablemente, ese escenario apocalíptico que alguno plantea respecto a este proyecto no lo sea tanto cuando conozcamos el informe de Impacto Ambiental, sabedores que los beneficios ambientales y energéticos son extraordinarios… Eso esperamos desde hace años. Y menor sería su impacto si todos nos centráramos en aportar propuestas y no recurrir al rechazo absoluto a una (para muchas personas) enorme oportunidad que ofrece disponer ya de dos presas, las cuales actuarán como un almacén de energía, en los momentos en los que las otras fuentes renovables no puedan mantener el suministro. Y es que los posibles conflictos de los proyectos iniciales han sido analizados y se les ha buscado soluciones que tendrán que estar recogidas en el documento final y en el contrato que se firme, que debe hilar muy fino para que se cumplan todos los requisitos.

Reiteramos que consideramos adecuado el proyecto, la idea. Será anticuada (no obsoleta) porque hoy día las cosas envejecen a gran velocidad, pero se ha mejorado con novedades tecnológicas que suenan interesantes. De hecho, este tipo de centrales está de moda en el mundo -sobre todo en China, donde la contaminación es terrible- y, además, son una pieza destacada en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC 2021-2030). Por contra, ante las centrales reversibles sólo hemos encontrado entre los argumentos en contra una alternativa a la central de Gran Canaria (que no sabemos si la respaldan todos/as quienes rechazan el proyecto Chira-Soria), dotando al sistema de electricidad almacenada mediante baterías que tendrían que importarse, mantenerse y no son reciclables. La más grande del mundo, actualmente, ha sido fabricada por Tesla en Australia y no tiene la potencia que podrá generar Chira-Soria gracias al agua.

Casualmente, en Australia se encuentra también una de las diez mayores centrales hidroeléctricas reversibles del mundo que multiplica por 10 la capacidad de almacenamiento que ofrece la batería citada. Estas ‘pilas’ precisan de telurio, litio, cobalto… minerales que viven una sobredemanda extraordinaria y que no se encuentran en el planeta de forma ilimitada sino todo lo contrario, y se estima que hasta 2040 la demanda de estos minerales se multiplicará por 12 y por 16. En este escenario, las baterías (para estos fines, para móviles, para vehículos…) son causantes directas de movimientos geopolíticos e incluso guerras por el control de los recursos mineros y también generan residuos muy contaminantes.

Por ejemplo, consumimos cada año 15.000.000.000 (quince mil millones) de pilas, sin contar las baterías de vehículos y el boom que habrá de vehículos eléctricos. Una ‘inofensiva’ pila de botón contamina el agua de una piscina olímpica. Por último, otra cosa sería el hidrógeno que se preconiza como una alternativa de futuro, pero estamos hablando del presente y de la emergencia climática que vive el planeta.

¿Y por qué apoyamos este proyecto de central hidroeléctrica reversible? Pues porque creemos que es lo más parecido a un proceso de ‘economía circular’ (en este caso de ‘energía circular’) que parte de un uso responsable de los recursos de este planeta de cara al futuro. Porque el proyecto Chira-Soria supone hablar de un sistema de energías renovables para garantizar el futuro (nada de combustibles fósiles con efectos en el cambio climático), con instalaciones que dejan algunos residuos (las palas de los aerogeneradores son un problema porque no pueden reciclarse, así como la ocupación de territorio por plantas solares también provocan su impacto). Pero son actuaciones necesarias en este momento, menos graves que el cambio en el clima, para un territorio insular que se verá gravemente afectado y abocado a una crisis económica y social dramática e irreversible por las variaciones en el clima (mayores sequías) o el aumento del nivel del mar.

La economía circular no actúa directamente para corregir el cambio climático, pero es una alternativa al actual modelo de agotamiento de los recursos naturales (combustibles fósiles, minerales…) mediante uno restaurativo y regenerativo, que optimiza los recursos y procesos de materiales, energía y residuos, para que se mantengan el mayor tiempo posible en el sistema. Una transformación innovadora que ofrece nuevas oportunidades vinculadas al medioambiente, sociales y económicas. Todo se transforma y se integra Tenemos que garantizar la supervivencia con lo que tenemos.

Y, entre las cosas de las que disponemos, están estas dos fabulosas obras de infraestructura hidráulica (con los canales de transporte de agua y el Trasvasur, que permitirán regar la isla con aguas desaladas), que serán aprovechadas para el sistema energético, lo que contribuirá a poner fin al uso de los combustibles fósiles para producir, reutilizar y reciclar energía con las dos presas ya existentes, una estación subterránea y una línea que llevará la electricidad a las estaciones para complementar el sistema de renovables que garantizará la disponibilidad de electricidad en la isla para el futuro, sin dependencia.

¿Que tenemos dudas sobre Chira-Soria? ¡Claro! Pero más dudas nos producen las ideas alternativas que se han planteado y, sobre todo, el escasísimo tiempo que nos queda para reaccionar frente al cambio climático…

Míchel Jorge Millares.

Portavoz de Iniciativa Ciudadana Sí al proyecto Chira-Soria

www.sialproyectochirasoria.es/

www.facebook.com/SiChiraSoria

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