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Fronteras de oprobio

Meri Pita

“Soy candidato al inventario de la omisión por no ser globable”.

Silvio Rodríguez. Fronteras

Poner límites está de moda. Según parece, se trata de un fenómeno global, como la precarización del trabajo o las fakenews, sobre todo en países que ya se encuentran inmersos en procesos de integración de carácter posnacional.

La Unión Europea es un claro ejemplo de esta obsesión limítrofe, sobre todo durante las últimas décadas. De hecho, estamos viviendo un periodo excepcional que será recordado, entre otras razones, por el aumento exponencial que han sufrido los recursos y políticas destinadas a convertir nuestras orillas en muros infranqueables. Y esto no es una metáfora.

El objetivo de las élites dirigentes del continente Shengen parece bien claro: quieren regular, cuando no directamente impedir, la llegada a sus países de personas procedentes de destinos “no deseables”. Por eso los Estados del Sur europeo han renunciado a suhistórico carácter consular para convertirse en confines e impedir el paso deotras personas, lo que nos ha obligado a definirquién somos nosotras.

Esta semana, sin ir más lejos, el Cabildo de Lanzarote decretaba el “estado de emergencia humanitaria” ante la llegada de una patera a sus costas que transportaba a más de un centenar de personas migrantes. Lo hacía para disponer de forma eficaz de los medios necesarios paraatender a los recién llegados. Sin embargo, al exponer el conjunto de medidas a tomar, su presidente no evitaba referirse a la situación de la islavaliéndose de una sorprendente jerga militar.

Este mismo tonito catastrófico lo reproducen los grandes medios de comunicación cada vez que cuentan algunos de los episodios que tienen lugar a las puertas de casa. De esta manera, personas que viajan normalmente con lo puesto, son presentadas como si formaran parte de una horda de combatientes cuyaosadía solo puede compararse con su “brutalidad”.

Los efectos que tienen este tipo de relatosen la manera en que nos pensamos colectivamente es constante y contribuye a edificar, a nivel imaginario,el mismo perímetro que en la realidad acota una valla con concertinas. El mensaje es literal: lo que queda dentro de esta línea es lo que somos, y lo que queda fueraexcluye a nuestra identidad.

Según este tipo de planteamientos, las 28.349 personas que en 2017 cruzaron de manera ilegal las fronteras literales y simbólicas de nuestro país plural, así como también las cerca de 26.000 que lo han hecho este año, no son como nosotras (datos del Ministerio de Interior). Se trata de individuos provenientes del otro lado de una linde que tan pronto tratan de cruzar, se transforma en frontera de oprobio. Y es ese acto el que otorga la legitimidad a determinados gobiernos y grupos de poder para criminalizar a toda aquella persona que se permiten el lujo de intentar hacer su vida entre nosotras.

Dada la “efectividad” de estas prácticas perversas, los thinktank del odio y la desigualdad global han sugerido como idea, empezar aplicar esta especie de divide y vencerás identitario, ya no solo a nuestros vecinos africanos, sino también a todo aquel que se atreva a cuestionar la manera en que esa minoría nos dice que debemos pensarnos a nosotras mismas. En otras palabras, nos proponen valernos de nuevas fronteras de oprobio para aislar a quienes manifiesten cualquier tipo de desacuerdo, empezando por las que defendemos el Estado Social, planteamos un modelo territorial distinto o luchamos por la igualdad entre géneros, sexos, creencias o etnias.

Este será el mensaje calamitoso y desesperanzado que hoy, 12 de octubre, intentarán transmitir como un mantra los gurús del neoconservadurismo. Lo harán con una mano en el pecho y la otra en la cartera, su última frontera. Y todo ello mientras nosadvierten, presas de un convencimiento total, de que para salvar ala España que aman hay queaplastar primero a la España que odian. Al paso que van, se quedan solos.

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