买椟还珠

Comprar la caja y devolver la perla. Es un refrán con el que los chinos resumen la ceguera a la hora de tomar decisiones. Cuenta la leyenda que un vendedor de perlas fabricó un hermoso estuche decorado con incrustaciones de jade, símbolo de nobleza e inmortalidad. Al verlo, un hombre se quedó prendado y ofreció una gran cantidad de dinero por él. Pero, ¡oh, sorpresa! Al levantar la tapa, descubrió el verdadero tesoro: una perla. Obnubilado por la belleza y exquisitez del joyero, extrajo la piedra preciosa y se la entregó al comerciante. Él solamente deseaba la caja. La fábula resume muy bien lo que nos suele pasar a diario en nuestras relaciones personales, en el trabajo, en la gestión de las emociones y de los sentimientos. Seducidos por el envoltorio, y exiliando toda racionalidad, rechazamos lo realmente valioso. 

También sucede en política. En 2023, por decreto, y como consecuencia de los estragos causados años antes por una DANA en la Vega Baja del Segura, nació la Unidad Valenciana de Emergencias. Un blindaje más para hacer frente a situaciones de extrema gravedad, desastres naturales o catástrofes de cualquier otra índole. Pero antes de que echara a andar, se celebraron elecciones y el nuevo gobierno la eliminó con el argumento de que “solo creaba puestos para pagar sueldos a eventuales colocados a dedo”. Al margen de lo acertado o desacertado de la decisión, y de las motivaciones fundadas o infundadas que condujeron a ella -ya habrá tiempo para el análisis-, no es infrecuente en política, y en gobiernos de todos los colores, escudarse en unos resultados electorales favorables para hacer una enmienda parcial o a la totalidad de la gestión del adversario saliente. Devolver la perla sin miramientos y sin sopesar las posibles consecuencias. 

Instalados en el enfrentamiento perpetuo, y carcomidos por una polarización que cuestiona al “otro”, -no desde la discrepancia, esencial en democracia, sino desde el menosprecio-, algunos de los que hoy gobiernan son incapaces de calibrar la furia de buena parte de la ciudadanía y su alcance. No hay ideología que valga cuando están en juego la supervivencia de los tuyos, ni tu techo, ni tu medio de vida. Cada vez menos la política es “un todo incluido”. Hay lealtades que se rompen cuando los votantes se sienten traicionados, incomprendidos o solos, con razón o sin ella. Que centenares de vecinos de Valencia tomaran las riendas y se desplazaran a pie, por su cuenta y riesgo, para echar una mano en las zonas afectadas es un claro aviso. Para todos. La caja es bonita y valiosa, pero la perla más.