Rajoy ante su última oportunidad

El congreso de Valencia tampoco tuvo alternativas, si bien es verdad que desde dentro del partido y desde los grupos mediáticos que tratan de dirigir el PP procuraron boicotear su continuidad. Mariano Rajoy, hasta la fecha, ha sido un político en situación de liderazgo condicional y precario porque continuamente ha tenido que superar pruebas puntuales que le permitieran seguir siéndolo. La última, sin duda, las elecciones gallegas. Está en liderazgo vigilado.

Jamás ha dado un golpe de autoridad ni ha impuesto su liderazgo dentro de un partido en el que conviven sensibilidades muy distintas con los restos de aznarismo ubicados fundamentalmente allí donde anida la corrupción y la falta de ejercicio democrático del poder: las comunidades de Madrid y Valencia. No es casualidad que las dos televisiones públicas más sectarias sean las que tienen a su disposición Esperanza Aguirre y el presidente Camps.

Esperanza Aguirre ha cerrado la comisión de investigación del espionaje en Madrid de la forma más grosera; sin ofertar ninguna clase de disimulos a la hora de manejar el rodillo de la mayoría absoluta. Y Francisco Camps ha aprovechado una conferencia en Madrid para darse un baño de multitudes pasando por encima de las causas judiciales que le señalan.

Mariano Rajoy tiene una excelente oportunidad de reafirmar su liderazgo pero es una condición inexcusable porque si no lo hace volverá a la precariedad en la que ha vivido siempre. O pone orden en su partido, abre una investigación interna para acabar con el último corrupto o desaprovechará la que probablemente es su última oportunidad de ser alternativa de gobierno.

* Periodista, analista político y articulista de elplural.com

Carlos Carnicero*