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La vivienda, siempre

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Es palmario que uno de los grandes desafíos que tiene la sociedad canaria es satisfacer la demanda de la vivienda. Porque es un derecho constitucional y un imperativo de organización social. Si no hay viviendas, la comunidad está malparada. Es paradójico que tener un empleo de cierta calidad ya no sea trasunto de ser candidato a vivir dignamente en régimen de propiedad o de alquiler.

Leí unas declaraciones del responsable del Gobierno de Canarias y mereció la pena su lectura. Si descontamos términos de propaganda, como emergencia habitacional, este hombre conoce el problema, pero no tiene soluciones. Voluntad, pero insapiencia. Y llevamos demasiado tiempo en que en el escenario se representan a esos carruseles de caballitos para niños donde los caballos con los ojos vendados solo hacen que dar vueltas y más vueltas. Sin resultado alguno.

Este asunto colinda con un derecho principal, el derecho de propiedad y con el derecho de los ciudadanos a disponer de su vivienda. Choque de trenes entre dos derechos constitucionales que se ha de dirimir en un contexto de economía social de mercado. Y aquí hay reglas de convivencia que hemos de atender y siempre respetar.

Y por eso ya sumamos fracasos creando inseguridad en la Ley de Arrendamientos Urbanos. La inseguridad es una emoción y no un parámetro. Si la hay es difícil desprenderse de ella. Y sumamos más fracasos pensando en controlar los alquileres y fijando nuestra atención en esas 200.000 viviendas vacías que tiene un propietario protegido constitucionalmente y a los cuales, si apretamos, tenemos que escuchar cómo algunos responden y dicen: pensaba construir cien viviendas pero que no lo hará porque no está dispuesto a que el inquilino le chantajee después de hacer el esfuerzo de construir esas cien viviendas.

Creo que en este mundo, donde nos gobiernan los despeinados, tener tupé, que es como se denominaba antaño a los descarados, es principal y también lo es abandonar el forcejeo de amabilidades cuando en el parlamento se reúnen los partidos políticos para dar unas cuantas vueltas en el carrusel de caballitos. Sin dar un solo salto de calidad en el debate. Vendados, ejerciendo de haraganes intelectuales. Dieta para ti, dieta para mí; resultado, ninguno.

Propongo el siguiente estado de ánimo: confiando en el tamaño del porvenir hemos de pensar que el tiempo da por buenas las innovaciones de ahora y otorga en el futuro diploma justificativo. El tiempo legaliza la innovación y desde la heterodoxia el futuro no es desorden, es voluntad de otro orden. Hay muchos modos de equivocarse, el más vulgar es no hacer nada.

Y pasando a las propuestas, si el problema es complejo, las soluciones han de ser nuevas, creativas y sin duda complejas. Tienen que aparecer como un catéter en el corazón del problema y no pensar en que vamos a tener viviendas, cortocircuitando la forma como opera la economía, sino actuando sobre la libre economía para que todos los agentes se pongan a contribución de una solución. Para ello hemos de construir viviendas y atraer a esas doscientas mil viviendas vacías de la forma más eficaz, aunque no sea con la ortodoxia al uso.

Poner a construir de forma masiva a un centro directivo es darle la oportunidad a la burocracia de ejecutar un fracaso anunciado. Poner a la iniciativa privada a trabajar con el sector público es el camino del que no hemos de separarnos y para ello hemos de activar los recursos y mecanismos más poderosos.

Hay una figura no utilizada, la del fideicomiso donde puede participar toda la economía. Es fórmula que puede  convocar la mayor suma de agentes, propietarios de terrenos, inversionistas, compradores, constructores e instituciones financieras. El fiduciario imparcial capta recursos de todos esos agentes y puede hacer que todos ganen al punto que el fideicomiso puede emitir al acreedor garantía hipotecaria. Sí hay confianza, hay recursos y activando la Reserva de Inversiones de Canarias para muchos de esos agentes, no creo y lo digo con convicción, que falten recursos ni humanos ni financieros.

En un lugar del Atlántico sur de cuyo nombre sí quiero acordarme tenemos un problema para dar techo a todos. La fracción privada de la economía no cree en la capacidad del sector público y este sector público cree que al privado no le importan los techos sino los euros. Yo me he atrevido a aventurar una vía inexplorada: todos juntos en fideicomiso bajo el techo del instrumento fiscal que ha demostrado más potencia en Canarias, la RIC del REF.

Termino. Toda la economía y la sociedad son precisas para la tarea monumental de dar viviendas a tantos utilizando los mecanismos mercantiles y fiscales con la máxima intensidad, en un marco de intensa confianza. Recordemos a Apollinaire: hay estudiosos del orden y traviesos de la aventura. Qué bueno que todos nos apuntáramos a ser traviesos de la aventura.

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