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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

La Laguna hace aguas

El alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, el día que tomo posesión como alcalde.

Carlos Sosa

Movimiento decisivo de Coalición Canaria en su joya de la corona. Al alcalde de La Laguna y al núcleo duro nacionalista se le acabó esta semana la paciencia y ha hecho un movimiento que puede ser definitivo para que la gobernabilidad de la ciudad quede a partir de ahora en manos casi exclusivas de la oposición. El alcalde, José Alberto Díaz, ha dejado sin sueldo a su primer teniente de alcalde, Javier Abreu (PSOE) retirándolo de la gestión de la empresa mixta de aguas Teidagua, en un gesto que nada tiene que ver con las razones oficiales esgrimidas: mejorar la gestión. Un eufemismo tras el que en realidad se esconde esta otra realidad: “Javier, estoy hasta los mismísimos de que me estés tocando los mismísimos un día sí y el otro también”. Y no es que no se esté gobernando la ciudad, que va funcionando con la inercia propia de una institución bien asentada, sino que Abreu ridiculiza en cada pleno al alcalde y al grupo municipal nacionalista con escaramuzas que dejan en evidencia las pésimas relaciones políticas que hay entre ambos y que responden a una causa determinante: Abreu podría ser ahora mismo el alcalde en un pacto con la mayoría de la oposición si no fuera porque su partido, el PSOE, se lo ha prohibido tácitamente en beneficio del pacto regional que ambas formaciones mantienen en el Parlamento. Pero mientras el PSOE, y Abreu a duras menas, aguantan el tipo y las ansias vivas, Coalición Canaria sigue incumpliendo flagrantemente sus compromisos del pacto, los de rango mayor y los de rango menor. Se acerca el final del plazo para arreglar los incumplimientos en Santa Cruz de Tenerife y en el Puerto de la Cruz, donde sus respectivos dirigentes nacionalistas pactaron con el PP dejando fuera al PSOE, lo que en el caso de la ciudad norteña se agrava por la fortaleza que está tomando el alcalde popular, Lope Afonso, que amenaza con ser muy buen gestor, con las consecuencias electorales que eso puede acarrear en el futuro. Pero volvamos a La Laguna. El desencuentro político entre el alcalde y su primer teniente de alcalde no parece tener enmienda, y la parte más cruda de la historia se la está llevando Javier Abreu a pesar de las pequeñas y sonadas batallas que ha ganado cara a la opinión pública. Su única salida para obtener el apoyo de su partido es que Coalición traicione al PSOE en el pacto regional, lo que a estas alturas parece muy difícil dado el desgaste que sufre el Partido Popular y la cada vez más alejada posibilidad de volver a convertirse en el socio amado por los nacionalistas. El PSOE seguirá lo que queda de legislatura –casi nada- aguantando los desplantes y las humillaciones públicas apelando a lo que considera “su obligación” política de no dejar el Gobierno regional en manos de la derecha.

 

 

Autorizado por Ferraz

El alcalde de La Laguna no está solo en su refriega con el PSOE lagunero. O mejor dicho, con su primer teniente de alcalde. Su decisión de dejar sin sueldo a Javier Abreu no sólo contó con el respaldo de su partido, CC, sino también con la bendición del PSOE en su más elevada dirección federal. César Luena (secretario de Organización) no soporta a Javier Abreu desde que se produjo la primera crisis y el lagunero abandonó la dirección federal del partido, y sus escaramuzas y amenazas al pacto le están generando demasiados quebraderos de cabeza añadidos a los que ya tiene con los resultados electorales que, según las encuestas, se le vienen encima. Para Luena y resto de la Ejecutiva, el problema de Abreu es una cuestión menor, muy menor, y tiene asumido que el pacto canario seguirá su curso a trancas y barrancas aunque el socio nacionalistas continúe con sus incumplimientos. Por lo tanto, que su compañero lagunero se quede sin sueldo y sun posibilidad de cobrar nada en la vida civil, se la trae absolutamente al pairo. Abreu, por su parte, trata de que el PSOE de su ciudad, del que es secretario general, cierre filas en torno a él, y de puertas afuera lo ha conseguido, aunque todo el mundo sabe que hay algunas fisuras. El presidente local, Pedro Ramos, ya ha manifestado su lealtad a las órdenes de las ejecutivas insular y regional, y dos de las cinco concejalas que tiene el PSOE no se sumarían a una operación que supusiera mandar a Coalición Canaria mediante una censura junto a la mayoría de los partidos de la oposición.

Inhabilitados para la censura

Porque la jugada de Coalición Canaria lo que está pretendiendo es precisamente provocar una situación sin demasiadas salidas para el PSOE de Abreu en La Laguna. La amenaza de abandonar el pacto si el primer teniente de alcalde no era repuesto al frente de sus responsabilidades en Teidagua no se terminaron por ejecutar por una nueva imposición de la dirección socialista canaria. De hacerlo, Abreu y los que le secunden serían expulsados del partido, lo que automáticamente les abocaría a la situación legal (discutida ahora mismo ante el Tribunal Constitucional) de tránsfugas, es decir, maniatados para promover una moción de censura durante el actual mandato. Por lo tanto, para que prosperara una moción de censura sin los socialistas habría de obrar un milagro: que los cuatro concejales del PP, con Antonio Alarcó al frente, firmen la iniciativa junto a los seis de Unid@s sí se Puede (Podemos), los tres XTC-Nueva Canarias y los dos de Ciudadanos. O que el PP y el PSOE se abstuvieran, lo que seguramente acarrearía un problema a Alarcó (partidario de la censura) y la ya mentada expulsión de los concejales socialistas, si se diera el caso de que todos actuaran en esa misma dirección. En definitiva, una carambola tan complicada que perpetúa la alcaldía de José Alberto Díaz aun en esta insoportable inestabilidad en la que quien manda en los plenos es la oposición.

 

Derrotas continuas del alcalde

A Javier Abreu, por lo tanto, solo le queda aguantar el tirón y esperar a ver qué pasa tras las elecciones del día 20, en la confianza de que se calmen las aguas y le repongan su sueldo desde la alcaldía. A no ser que la oposición y el PSOE se unan y lleven a un próximo pleno una moción por la que se obligue al alcalde a ser sustituido en la presidencia de Teidagua y así reponerle sus derechos al líder socialista. Porque la oposición está ganando todas las mociones que les da la gana en los plenos a veces hasta sin proponérselo, y cuando lo hace lo escenifica de manera tan ostentosa que al alcalde nacionalista le salen ronchones. En el pleno de esta semana los grupos de la oposición ganaron en mociones muy simbólicas. Por ejemplo, la que propuso la portavoz de Ciudadanos, Teresa Berástegui, dirigida nada menos que a la constitución de una comisión de control de gastos (ya aprobada en octubre), que permita evitar que se siga tirando de los presupuestos municipales para ágapes y celebraciones a favor de la campaña electoral de CC. O la muy elocuente de Santiago Pérez (Por Tenerife-Nueva Canarias) en la que se acordó nada menos que “erradicar las prácticas ilegales en materia de contratación de bienes, obras y servicios”, que al parecer se vienen realizando una vez prestados. El Partido Popular quiso salvar a Coalición Canaria absteniéndose, pero seguramente conocedor Abreu de esa circunstancia, dos concejales del PSOE abandonaron repentinamente el pleno, en el momento de la votación, con sus respectivos teléfonos móviles al oído como atendiendo llamadas en apariencia inaplazables. Se saldó con un humillante 15 a 12 votos que terminó por llenar la cachimba al alcalde que se veía una vez más incapaz de cumplir el compromiso que le pidió Ana Oramas: no puedes seguir saliendo derrotado en todos los plenos.

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