El grado y la velocidad de destrucción urbanística de una playa canaria lo determina el color de su arena
Un grupo de investigación del Instituto Universitario de Oceanografía y Cambio Global (IOACAG) de la ULPGC, conjuntamente con expertos de la ULL, el Instituto Vulcanológico de Canarias y la Universidade NOVA de Lisboa (Portugal), han elaborado una tipología de playas de las islas de La Palma, Tenerife y Fuerteventura, relacionando el color y la composición de las mismas con el desarrollo urbano y turístico que desarrollan en ellas promotores y gestores del territorio en Canarias y se ha centrado en las preferencias que muestran los residentes en las islas en referencia también a esas características concretas del litoral. Las conclusiones han sido publicadas por la revista especializada Ocean & Coastal Management, ya que se trata de la primera vez que se aportan datos para explicar cómo el color de una playa puede determinar su destino.
“La pregunta que nos hicimos al principio y nos hacíamos desde hace tiempo es que cómo ha sido el desarrollo urbanoturístico en Canarias y cómo se ha utilizado su litoral”, cuenta a esta redacción Levi García-Romero, coautor del estudio Costas de las islas volcánicas: procesos naturales e interacciones humanas.
La investigación parte de la constatación de que la ocupación humana de las playas en Canarias ha generado transformaciones ambientales y paisajísticas que han supuesto un coste en valores geopatrimoniales. En las Islas se ha podido comprobar que el color y la composición de las playas son parámetros determinantes para el desarrollo urbano y turístico. A la luz de estos datos, las playas de arena han tenido un uso preferente como recurso turístico, mientras que las de piedra han sido transformadas para satisfacer la demanda de los usuarios de playas de arena.
“Nos damos cuenta de que el desarrollo urbanoturístico ha sido selectivo en la costa, sin respetar la idiosincrasia del paisaje canario y sus características geológicas. Nuestro paisaje está asociado a un origen volcánico y a partir de ese origen volcánico confluye todo, tanto a nivel geológico como también a nivel biológico no se ha tenido en cuenta ese tipo de procesos naturales, pues hay veces que ha existido una especie de complejo en no mostrar nuestro paisaje de playa típico de origen volcánico, sino emular un paisaje caribeño”, explica García-Romero.
Para este trabajo se han analizado el Catálogo General de Playas y Zonas de Baño Marítimas del Gobierno de Canarias (pasado por el filtro de un Sistema de Información Geográfica), fotografías aéreas de 1957 y una encuesta online realizada a una muestra de residentes de las Islas.
Y es en este parámetro donde las respuestas muestran patrones significativos vinculados con el perfil y la preferencia de los usuarios; las preferidas por los majoreros son las de tonos más claros, mientras que los tonos más oscuron fueron la elección de aquellos residentes en islas de formación geológica más reciente cómo es el caso de la La Palma.
Según el estudio este hallazgo es también indicador del arraigo ambiental de la población en Canarias a su entorno inmediato y se aleja bastante del aspecto caribeño en el que tanto la promoción como la gestión del territorio han insistido durante cerca de 40 años.
“Cuando no ha habido la posibilidad de una playa dorada, que sí las tenemos más en las islas antiguas, como Fuerteventura, normalmente lo que se hace es que se transforma la playa, se trae arena de fuera y se cambia incluso el color y el tipo de material y, de hecho, una de las conclusiones que también obtenemos es que no solo ha sido selectiva y se han utilizado más las playas de arena, sino que las que más se han transformado son las playas mixtas, las playas de canto, que están asociadas, y es muy normal, es muy clásico en islas volcánicas, en desembocadura de barranco”, explica el investigador.
El siguiente paso, y es la pregunta a la que interpela la Academia a la sociedad y a los gestores del territorio y el paisaje, es saber qué consecuencias acarrea y acarreará que se transformen y modifiquen de una manera artificial los elementos geológicos que cumplen una función, por ejemplo ante catástrofes y desastres naturales.
García- Romero, alude a un estudio anterior centrado en esta problemática en la playa de Mogán, en Gran Canaria. “Están respondiendo bastante mal al aumento de tormentas marinas, que cada vez son mayores, y al aumento del nivel del mar, playas como Amadores o playas como Anfi del Mar y demás, y eso que Anfi del Mar están mostrando signos de erosión. Mogán ya lleva bastantes años generando las playas de su municipio porque al final lo que han hecho es, para hacer unas playas supuestamente más acorde con el gusto del turismo se han hecho playas prácticamente artificiales, aunque algunas son de desembocadura de barranco y eso tiene un coste como el aumento del nivel del mar y de tormentas marinas y este coste irá aumentando”.
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