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“La clave es flipárselo”, humor improvisado marca Delia Santana

La humorista Delia Santana (ALEJANDRO RAMOS).

Ibón S. Rosales

Las Palmas de Gran Canaria —

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Nuevas oportunidades laborales y la vista puesta en su monólogo de 2020, un año al que es difícil sacarle humor pero que Delia Santana ha aprovechado para dar rienda suelta a su pasión: la improvisación teatral. “A todos los que nos gusta crear contenido [la cuarentena] nos sirvió para ponernos las pilas. En mi caso, porque si no lo hacía me comían los piojos. Se me ocurrió lo de la telenovela”, dice entre bromas la artista sobre Amor en cuarentena, una telenovela que fue publicando por capítulos en Instagram, con la que sumó más de 3.000 nuevos seguidores “orgánicos”.

Formada en Calambur Teatro, academia que le abrió puertas en salas como La escalera de Jacob o la Sala Barco en Madrid, Delia Santana empezó a estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, pero lo dejó para ejercer su verdadera vocación: el arte dramático y la improvisación.

“Yo sabía que quería ser actriz, lo que pasa es que no quería aceptarlo por clichés sociales. Recuerdo ver las pruebas para la RESAD en Madrid. Yo misma me acoté y dije 'no, el arte dramático no te va a llevar a ningún lado Delia'. Y fui por otra vocación mía que es el cine y el guión”, admite la grancanaria, que se puso pegas a sí misma pero que ahora recomienda ser “valiente” para dedicarse a lo que uno realmente ama.

Delia tiene vena artística, es hija de Carmen Delia Santana, cantante de zarzuela y del coro de la ópera Regina Coeli. Guionista y actriz desde el colegio, los últimos diez años ha estudiado interpretación e improvisación teatral con distintas compañías, entre las que destaca Calambur Teatro, donde hizo grandes amigos improvisadores y la Escuela Superior de Comunicación, Imagen y Sonido en Madrid (CEV), sin olvidar sus años en el club de teatro e improvisación del Johnny, el colegio mayor San Juan Evangelista.

“Cuando empecé a ver que me ponían para actuar en La Escalera de Jacob, en Lavapiés, que a ese teatro se lo debo todo, dije, pues para adelante”. Fue entonces cuando decidió dedicar el 100% a su pasión y, animada por sus amigos, creó la página de Facebook.

“Cada vez tenía más autoestima respecto al ámbito del mundo teatral y me dije, hostia, Delia pues a lo mejor sí que vales”, se dice a sí misma. “Soy súper crítica, hay que mejorar mucho, pero también soy optimista”, asegura, ilusionada con poder llevar sus shows al resto de islas; por ahora solo ha actuado en Gran Canaria y Tenerife y dice estar en la “fase 1 de darme a conocer”. Precisamente de Tenerife es Abián Díaz, su compañero de improvisación en Casi clásicos, un show conjunto. La humorista también participará como colaboradora con su propia sección en Parking Karaoke, el late night show de David Sainz, que estrenará segunda temporada en la plataforma gratuita PLAYZ, de RTVE.

“No quería pecar de típica monologuista que hace el mismo material durante ocho años seguidos. Así que me propuse hacer cada año un monólogo nuevo. Hace dos años salió Ridícula, ahora Ataraxia, y entre diciembre y enero espero estrenar el de 2020”, prevé la artista, que este 14 de agosto actuará en Fábrica La Isleta. 

Con proyectos en camino a corto y medio plazo, Delia se plantea desplegar la base de operaciones en Canarias. “Después de nueve años en Madrid, me apetece volver. Lo he valorado más después de todo lo que ha ocurrido con la pandemia. Cuesta el quíntuple poder sacar un poco de protagonismo y como aquí me sale trabajo, no estoy como para rechazarlo”, argumenta. Su aspiración, como la de tantos artistas y sobre todo jóvenes, es tener estabilidad económica para poder pagar el alquiler y planear una semanita en Fuerteventura a un mes vista.

“Cuando hago mis vídeos, la mayoría son improvisados. Tengo la idea y cuando salgo a grabarlo mis amigos me preguntan: ¿qué vas a decir aquí? Les digo: tú graba y ya vemos qué sale'”, relata. Para ella, la clave de la improvisación está en “flipárselo”.

“Es perder el miedo. Da igual que lo hagas mal, da igual que tu personaje no te guste, da igual que la historia no te esté saliendo muy bien... La clave es flipárselo. Desde que el público te vea dubitativa pierde la magia porque les haces sufrir. El improvisador no deja de ser un actor que lo está pasando mal pero que tiene que fingir que lo está pasando bien”, comenta. 

En “impro”, como se refiere a la improvisación, “hay que entrenar”, dice, “no se ensaya”. Gracias al trabajo de los distintos recursos, personajes y narrativas, la actriz sale al escenario con todo lo que la empodera, también para hacer y divertirse creando contenido para sus redes sociales. Aquí se la puedes ver en una promoción divertida de La maleta roja de Maika y el famoso Satisfyer.

Aunque las escuelas de improvisación están llenas de mujeres, cuesta mucho profesionalizarla en femenino. “Detesto cuando me dicen que soy la única mujer que les ha hecho gracia. Te lo dicen como si fuera un piropo y realmente es un insulto”, lanza.  “Enciendes Paramount Comedy y hay un maratón de monologuistas: veinte tíos y tres mujeres. Es que estadísticamente no vas a tener la oportunidad de ver a más mujeres que te hagan gracia”, significa la artista, que no tiene pelos en la lengua al decir que El Club de la Comedia da “vergüenza ajena; mujeres interpretando guiones escritos por hombres”.   

En su carrera asume que ha tenido suerte porque no ha sufrido discriminación. Solo recuerda un caso, durante un concurso de improvisación en Madrid al que llegó a la final contra otros ocho hombres, en el que tuvo que escuchar comentarios hirientes. La bofetada sin mano a los susodichos fue ganar por decisión unánime del jurado.

“No es que no haya mujeres graciosas, es que no tienen más protagonismo de cara a la galería. La gente no conoce por ejemplo a Sarah Silverman”, enfatiza la actriz, que siempre cuenta en sus shows que, “siendo mujer me van a pasar tres cosas: que digan ”no es graciosa, normal porque es mujer“; ”es graciosa, normal porque es gorda“, o ”es graciosa, seguro que es porque es lesbiana“.

Delia Santana prevé un futuro lleno de oportunidades para seguir aportando al “nuevo humor canario” que está surgiendo y del que se siente orgullosa de participar. “Se está abriendo un poquito la vereda para ver otros estilos de humor, humoristas jóvenes que te pueden gustar o no, pero es bueno que existan”, comenta. 

“Desgraciadamente hay un sector concreto en la sociedad canaria que es muy ruidoso y tiene un sentimiento de inferioridad que no acepta la parodia, que no acepta el humor crítico social ni el humor negro como humor. Estamos en un momento rico pero aun así, no hemos llegado a la etapa de oro canaria”, considera Santana, a la que en unos años le gustaría verse dirigiendo sus propios monólogos evolucionados, música y efectos de por medio, al terreno más puramente teatral.

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