‘Fatiga por empatía’: cómo cuidar tu salud mental en tiempos de crisis humanitarias
Vivimos en un mundo hiperconectado, donde el acceso constante a las noticias y redes sociales nos mantiene informados, pero también puede tener un efecto emocional abrumador. Las imágenes de conflictos, desastres naturales, crisis humanitarias y la constante exposición a problemas sociales generan una sobrecarga emocional conocida como ‘fatiga por empatía’.
En este artículo voy a tratar de explicar qué es la fatiga por empatía y cómo afecta a nuestra salud mental. Al final, os haré propuestas sobre cómo podemos protegernos emocionalmente, sin perder nuestra humanidad. La fatiga por empatía es una forma de agotamiento emocional que ocurre cuando estamos expuestos constantemente a los sufrimientos de los demás. Este tipo de fatiga afecta tanto a profesionales de la salud como a cualquier persona que consume información sobre crisis humanas a gran escala.
Hoy en día estamos expuestos a un flujo constante de información gracias a los dispositivos móviles, las redes sociales y a la rapidez con la cual cualquier reportero o incluso un espectador de una tragedia, la puede transmitir al mundo entero, conectándose a una red social. A menudo nos encontramos desplazándonos por noticias devastadoras, una tras otra, sin un respiro para procesarlas emocionalmente. Los medios de comunicación y las redes sociales se fijan y atienden más a las noticias de crisis económicas, desastres naturales, migraciones forzosas, pandemias activas o futuribles de forma que los estímulos que vamos recibiendo los sujetos ‘pasivos’, son todos negativos, y genera que parezca que el mundo esté atravesando múltiples crisis a la vez.
Si bien es cierto que esas situaciones ocurren, me niego a olvidar que también ocurren cosas bonitas en el mundo. El fenómeno de la compasión mediada por la tecnología que es la que nos lleva a ver las noticias o imágenes de tragedias de forma digital provoca una desconexión emocional y aumenta la fatiga por empatía. Nos sentimos abrumados, pero a la vez desconectados, ya que las tragedias ocurren lejos de nuestra realidad inmediata y a ello se suma que las noticias no duran más que unos segundos y son sustituidas por otra de igual o mayor calibre de dolor.
Cuáles son los síntomas de la fatiga por empatía
Las personas que sufren fatiga por empatía pueden empezar a sentir que se están ‘apagando’ emocionalmente. Evitan las noticias o las interacciones que les recuerden el sufrimiento de otros porque simplemente no pueden lidiar con más dolor ajeno.
A pesar de querer ayudar, pueden sentir una impotencia profunda porque sienten que nada de lo que hagan marcará una diferencia. Esas personas se mueven entre sentimientos de culpa y de impotencia. El sentimiento de culpa vendría si uno cree que no está sufriendo suficientemente por las desgracias ajenas e incluso por pensar en la suerte que tiene de no estar viviendo la desgracia que se le muestra y la impotencia al comprobar que, como individuo, puede hacer bien poco, por no decir nada para solucionar el problema. Las preocupaciones constantes sobre la situación del mundo y el sufrimiento ajeno pueden generar síntomas de ansiedad, de desesperanza y de depresión.
¿Cómo puedo proteger mi salud mental sin perder la compasión?
Mi primera opción es la de limitar la exposición a las noticias:
Comienza por establecer límites de tiempo para consumir noticias. Es bueno estar informado, pero es malo estar saturado.
Sigue por seleccionar fuentes fiables (si sabes cuáles…). Huye del sensacionalismo para evitar sobrecargarte de imágenes horribles.
Practica la autocompasión. Reconoce que no puedes arreglar todos los problemas del mundo y que es bueno cuidar de ti primero. Recuerda lo que dicen las instrucciones en los aviones: póngase usted primero la mascarilla en caso de despresurización y después ayude a ponérsela a otros.
Haz lo que puedas dentro de tus límites y en tu parcela. Participa en organizaciones que apoyen causas importantes para ti. Recuerda que cada pequeño gesto cuenta y contribuye a mejorar la situación global.
Mantén siempre un equilibrio entre la empatía y el autocuidado. Aprende a desconectar para reconectar con la realidad cercana.
Rodéate de gente positiva y de conversación variada.
Conclusión:
Proteger tu salud mental no significa volverte insensible al sufrimiento de los demás. Al establecer límites saludables, practicar la autocompasión y participar en acciones significativas, podemos seguir siendo personas empáticas y comprometidas, al mismo tiempo que cuidamos de nuestro bienestar emocional.
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