En estos últimos meses, cuando la situación lo ha permitido, he mantenido conversaciones con familiares, amigos y conocidos. Para mi sorpresa la mayoría de estas conversaciones, al ellos saber que yo estoy cursando el Grado en Turismo, han girado en torno al mismo tema: el turismo en las islas. Digo para mi sorpresa porque antes de esta situación generada por la Covid-19 esto no solía suceder, o al menos no con la misma intensidad, es decir, el turismo era algo que simplemente estaba ahí, algo de lo que no se hablaba mucho. Sin embargo, lo más chocante para mí no era solo la temática, ya que este es un tema que ahora mismo por la situación que estamos viviendo está en boca de todos, sino las preguntas que se me formulaban: ¿No estás preocupado por tu futuro? ¿Qué vas a hacer cuando termines si no hay trabajo en lo que estudiaste? ¿Te arrepientes de haber elegido esa carrera?
A estas preguntas tan desalentadoras hay que sumarle las innumerables declaraciones que leo y escucho continuamente en los medios de comunicación tales como “Tenemos que diversificar la economía de nuestras islas y apostar por otros sectores económicos” o “El turismo es una industria de poco valor añadido”.
Todo este cúmulo de preguntas y afirmaciones tan críticas y pesimistas me ha llevado a reflexionar sobre todo ello y con estas líneas pretendo dar respuesta y aportar mi punto de vista al respecto.
Por un lado, refiriéndome a esas preguntas tan desalentadoras, claro que no me arrepiento de haber elegido cursar el Grado en Turismo, ya que ahora mismo es cuando más canarios formados en el sector se necesita. Para salir de esta situación en la que nos encontramos necesitamos muchos isleños con ganas de aportar valor, innovar, cocrear, etc. Es por ello por lo que los estudiantes tenemos una gran responsabilidad en este momento: ahora no podemos mantenernos al margen de lo que está sucediendo en el sector, no basta con dedicarnos a empollar lo ya escrito, ahora es momento de estar al tanto de todo lo que sucede ahí fuera, de ir pensando en posibles soluciones y de prepararnos al máximo para aportar todo nuestro talento y creatividad al sector. Asumiendo dicha responsabilidad, esta se convertirá en una gran oportunidad de futuro para nosotros.
Por otro lado, en lo que respecta a las declaraciones que se repiten constantemente en los medios demonizando al turismo, creo firmemente que deberíamos ser cautos y no creernos todo lo que escuchamos o leemos. Además, un poco de memoria histórica no vendría mal antes de escupir en el plato que alivió el hambre de tantos canarios en su momento y del cual hemos comido durante tantos años.
Refiriéndome más concretamente a cada uno de esos ataques al sector turístico, ¿a quién se le ocurre proponer un cambio de modelo económico como una 2 solución a esta crisis? Desde mi punto de vista, esto solo se le ocurre a alguien que no pretende ayudar, sino generar ruido, polémica y más incertidumbre. Todos sabemos que cuando se habla de un cambio de modelo económico nos estamos refiriendo al largo plazo, a un proceso que requiere años de inversión y formación; no a la solución inmediata que necesitamos ahora mismo para salir de esta crisis. Además, cabe recordar que esta crisis no es una crisis de nuestro modelo económico o del destino turístico, sino una crisis de origen sanitario mundial que ha derivado una económica.
En lo que respecta a la diversificación de la que tanto se habla, esto no se trata de reducir el 35% que aporta el turismo al PIB de las Islas Canarias a un 20% y hacer que el otro 15% restante provenga de otro sector o de que de los 350.000 puestos de trabajo que el turismo genera en el archipiélago, 150.000 de ellos los empiecen a generar otros sectores; lamentablemente esto no funciona así de fácil, no se trata de quito de aquí y pongo allá. La diversificación en unas islas como las nuestras, véase cualquier manual de economías insulares, solo se puede producir a partir de la especialización. Es decir, no podemos renunciar a aquello en lo que somos buenos, tenemos ventajas, conocimiento y saber hacer para dedicarnos a otra cosa; debemos integrar en ese sector en el cual estamos especializados, en el que por cierto somos buenísimos, otras actividades que por sí solas no serían competitivas. Por lo tanto, la diversificación se debe producir a partir del turismo, no a su costa.
Por otro lado, me parece una temeridad afirmar que el turismo en su conjunto es una industria de poco valor añadido. Es cierto que hay ciertas actividades que añaden poco valor, pero también hay muchísimas otras que añaden mucho. Por poner solo algunos ejemplos, pensemos por un momento en lo que suele suceder con los productos de la tierra, productos que la industria turística compra y transforma en una experiencia por la cual un turista está dispuesto a pagar cuatro veces el que sería su precio en el mercado local, ¿esto no es añadir valor? Y si esto no lo fuera, ¿tampoco lo sería el dark tourism o turismo oscuro? Un producto turístico que consiste en visitar lugares asociados con la muerte y las catástrofes, es decir, coger un lugar que casi nadie quiere ni ver ni tener cerca, ponerlo en valor y monetizarlo. Si esto no es añadir valor…
Además, cuando pensemos en actividades relacionadas con el turismo y el valor añadido aportado por estas, es momento de ir un poco más allá de los últimos eslabones de la cadena de valor tradicional. Es decir, debemos contemplar que existen más oportunidades; el turismo no es solo restauración y ocio. Tras nuestra larga trayectoria como destino ya tenemos el suficiente conocimiento y saber hacer para empezar a contemplar otras oportunidades de negocio con un mayor margen de valor añadido como por ejemplo aquellos relacionados con la exportación de conocimiento a destinos turísticos que están en una fase inicial de desarrollo.
Por último, me gustaría señalar que con estas líneas no pretendo decir que el turismo en nuestras islas fuera perfecto antes de la crisis generada por la Covid-19, sé que teníamos y tenemos muchas tareas pendientes sobre todo en 3 cuestiones relacionadas con la sostenibilidad, formación y digitalización; lo que pretendo es animar a que ahora no nos tiremos del barco y a que no permitamos que nos hundan. Ahora más que nunca es momento de remar unidos y con mucha fuerza en una misma dirección para así adaptar aquello en lo que somos buenos y tenemos ventajas a esta nueva realidad. Finalmente, estoy completamente convencido de que haciendo eso, adaptando nuestro sector turístico, haciéndolo más sostenible, resiliente, innovador e inteligente, el turismo será una vez más el que nos sacará de la crisis y este se ganará ya de una vez por todas el reconocimiento y respeto que merece.
* José Manuel Viera González es alumno del Grado en Turismo de la Universidad de La Laguna.