Recuerdo
Podríamos recordar que justo hoy, día de San Juan, nos dejó Luis Cobiella, el maestro, abuelo y amigo; pero hoy no es ese día. Primero porque lo recuerdo en cada momento que no ha estado, en la forma que más conocemos de no estar, no verlo; y segundo, porque creo que no se ha ido, una parte de su alma, de su sencillez, quedó en Concha, sus hijas y sus nietos, y eso no puede ser más que otra forma de vida y no de muerte. Por eso lo recordamos en su piano, deleitándonos con su música; en el sillón del llanito esperando a algún amigo que venía a compartir una tarde de aguas, queques y palabras; dando un paseo por Garafía, compartiendo amor con Concha y el lugar; con sus nietos, en el sillón frente a frente, con una sonrisa suspendida en el aire de ese rato; en sus comidas de domingo con su familia. Y es que recordar es la forma de mantener eterna la vida, una forma de resurrección. Él insistió muchísimo en ello, y nosotros hemos recordado, y seguro que lo estamos haciendo ahora, en este instante. Al fin y al cabo, esa manera de compartir con los demás, con los amigos y aquellos que admiraban al ser de abuelo, es darle un abrazo de vida, es hacer que nos mire con alegría y gratitud allá donde se encuentre; por regalarle un segundo de estar, ese inquietante estar que tanto nombraba, estar de encuentro, de complicidad humana, de amor, de sabiduría. Ese fue el regalo que me hizo desde que le quité las gafas por primera vez, un regalo para compartir con todos: el recuerdo.