Supervivientes de la tragedia de El Hierro cuentan cómo el cayuco se partió en el rescate

Varias embarcaciones de Salvamento Marítimo realizan la búsqueda de los cuerpos del cayuco que volcó en la costa cercana al Roque de La Bonanza, en la zona de Las Playas, en el municipio de Valverde.  EFE/ Gelmert Finol

EFE

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El cayuco que se hundió el sábado pasado en El Hierro se partió en dos cuando se encontraba al costado del barco de Salvamento Marítimo que procedía a rescatar a sus 90 ocupantes y estos ya habían empezado a cruzar a su cubierta, según han contado los supervivientes a las asistencias humanitarias y a los familiares de los fallecidos y desaparecidos.

Salvamento Marítimo ha recalcado a EFE que el informe de la emergencia explica que, durante las operaciones de rescate, “el cayuco volcó al concentrarse sus ocupantes en una de sus bandas”.

Insiste en que “todo ello, además, con la dificultad de un rescate que se produjo de noche y en condiciones climatológicas adversas con rachas de viento de unos 20 nudos”.

Sobre las 0.24 horas de la madrugada del sábado 28 de septiembre varios teléfonos móviles suenan en Barcelona, Madrid y Francia con distintos interlocutores, pero casi el mismo mensaje: “Hemos llegado, se ve tierra. El motor se ha parado pero estamos bien”. También el 112 recibe una llamada similar.

Sesenta y tres hombres procedentes de Mali, Senegal, Mauritania, Guinea y Gambia, varios de ellos menores, perdieron la vida poco después a unoS siete kilómetros de la costa oriental de El Hierro, de los que solo se han recuperado nueve cadáveres, que recogieron la misma noche de la tragedia las tripulaciones de la Guardamar Concepción Arenal y la Salvamar Adhara. El resto no ha aparecido.

La Agencia EFE ha tenido acceso a los testimonios de seis supervivientes recogidos por personal de los servicios de emergencia en El Hierro y familiares de los desaparecidos que corroboran que el cayuco se hundió durante el rescate, pero matizan que se partió.

De acuerdo con esta versión, la guardamar Concepción Arenal se abarloó al cayuco (lo colocó a su costado) y comenzó a trasvasar a los ocupantes a su cubierta, una maniobra que siempre es comprometida, porque la barca en rescate se puede golpear contra su casco o las personas que lleva a bordo pueden desequilibrarla, si se ponen nerviosas por la tensión acumulada y la ansiedad por salvarse.

Dos de los supervivientes aseguran que uno de los cabos con los que el cayuco fue sujetado a la guardamar se rompió, con lo que este dio un bandazo y el viento lo estrelló contra la nave de Salvamento, provocando que se rompiera. Y los que aún estaban en el cayuco cayeron, varios de ellos con heridas y traumas debido al impacto.

Cuatro compañeros de travesía, que estaban sentados en otro punto, confirman que el cayuco se quebró durante el rescate, aunque no saben bien cómo ocurrió, porque dos estaban ya en la guardamar.

De los restantes, el primero se salvó agarrándose a uno de los cabos que lanzaron los marineros de la Concepción Arenal y el segundo, aguantó nadando unos minutos, hasta que vio a un compañero ya muerto que flotaba con un chaleco salvavidas y lo cogió para él.

Miembros de los equipos sanitarios y de emergencia que participaron aquella madrugada en el desembarco de las víctimas del accidente en el puerto de La Restinga apuntan que varios de los supervivientes llegaron secos, porque a ellos el percance los sorprendió ya en la guardamar, y que varios cadáveres presentaban traumas y cortes importantes, no solo signos de ahogamiento.

Los nueve cuerpos recuperados han recibido sepultura esta semana. Solo dos de ellos fueron identificados y su nombre consta en la lápida (Mahamaud Sima y Amadou Toure); el resto, descansa en nichos donde se lee la palabra “inmigrante” junto a un número, la fecha del naufragio y un código correspondiente a su cayuco (190 M).

Entre los 27 supervivientes, hay 16 malienses, cinco mauritanos, tres guineanos, dos senegaleses y un gambiano. Se trata de 23 adultos con edades entre los 18 y 34 años y cuatro adolescentes de 13, 15 y 17 años.

Este verano se han cumplido tres décadas de llegadas de pateras a Canarias, donde la mayor tragedia hasta la fecha sucedió el 15 de febrero de 2009 en Lanzarote, cuando 25 migrantes magrebíes perecieron al hundirse su patera en la costa de Los Cocoteros. La tragedia del sábado en El Hierro duplica con creces ese saldo de víctimas.

Desde otoño del año pasado, las tripulaciones de Salvamento Marítimo en El Hierro hacen rescates casi a diario, algunas jornadas encadenan dos, tres o incluso cuatro. Por eso la sociedad estatal ha reforzado a la salvamar con base en La Restinga, la Adhara, con una o dos guardamares, embarcaciones de mayor porte y alcance.

Una de ellas, la guardamar Concepción Arenal, fue la que recibió el encargo de socorrer al cayuco que quedó a la deriva el pasado sábado relativamente cerca de la costa de El Hierro, a cuatro millas náuticas (siete kilómetros) y con condiciones meteorológicas relativamente desfavorables (rachas de viento de 20 nudos, 37 Km/h).

Según explicó el jefe del Centro Nacional de Coordinación de Salvamento Marítimo, Manuel Barroso, el mismo sábado, “durante las operaciones de salvamento, las personas que se encontraban a bordo de esa embarcación se concentran todas en una de las bandas del cayuco, provocando que este vuelque y todos caigan a la mar”.

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