El Gobierno de Canarias prefiere “no entrar en polémica” después de que siete científicos abandonaran Ecoáreas por “abusos de poder”

El consejero de Turismo, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Isaac Castellano (d), comparece en comisión parlamentaria para explicar los presupuestos de su departamento para el año 2019. EFE/Cristóbal García

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

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El Gobierno de Canarias prefiere “no entrar en polémicas” después de que siete científicos abandonaran un proyecto de costas sostenibles por “abusos de poder” del Ejecutivo. La Consejería de Turismo, de la que depende Ecoáreas-MarDeTodos, ha afirmado a este periódico que no hará declaraciones pese a que la agencia de divulgación científica Oceanográfica en una carta de despedida afirmara haber presenciado situaciones de chantaje emocional o difamaciones. 

Arturo Boyra, dirigente de la agencia, reveló que desde que Ecoáreas pasó a ser financiado por el Gobierno autonómico las decisiones empezaron a ser unilaterales y los profesionales han “tenido que soportar un trato contrario a cualquier proyecto saludable de colaboración, tornándose irrespetuoso, hostil y degradante”. 

Por su parte, los académicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) que formaban la comisión de expertos renunciaron en bloque a su puesto, salvo el coordinador de la misma, y apoyan la postura de Boyra. “Nuestra finalidad era la de ser un comité asesor y especializado, pero no se nos tuvo en cuenta, no nos hicieron caso y no recibían nuestras aportaciones”, subraya Ignacio Alonso Bilbao, doctor en Ciencias del Mar que formó parte de la plantilla durante un año. 

La desidia de la Administración mermó la ilusión con la que los prestigiosos científicos de rango internacional de la ULPG comenzaron un proyecto “vanguardista, innovador y participativo” que perseguía regenerar el medio ambiente y, en concreto, el litoral canario mediante un consenso social, percibiendo el mar como un bien común.

“La Consejería no quiso abrirse a este enfoque. Por el contrario, camparon las relaciones basadas en violencia psicológica y el control, distorsionando la realidad y el propósito de la iniciativa”, señala el doctor en Ciencias Económicas y Empresariales Matías González, que también era miembro del comité universitario.

La idea de participación era el eje central del proyecto y no un “aspecto decorativo”. Sin embargo, los esfuerzos por reconducir la iniciativa hacia su principio fundamental fueron “en vano”. “Un proyecto que se basa escuchar, en el respeto y en la empatía no puede ser autoritario”, insiste González. 

Futuro participativo 

A pesar de todo, el académico cree que este conflicto supone una oportunidad para aprender de la importancia de que Canarias cuente con proyectos sustentados en la filosofía colaborativa. “Yo me sentaría con todos los agentes para ver qué ha fallado”, afirma.

“Hay gente con grandes iniciativas en las Islas, pero las políticas me atrevería incluso a calificarlas de decimonónicas”, valora el científico. Por ello, está seguro de que a Canarias no le va a quedar otra opción que apoyar los proyectos que se sostengan en la filosofía colaborativa. “Tarde o temprano se abrirán paso, o con nosotros o con otras personas, pero las ideas que dan voz al conjunto de la sociedad son el futuro”, concluye. 

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