Un 20% de las personas en exclusión residencial tienen discapacidad, lo que las expone a condiciones extremas

Persona en silla de ruedas. EFE

Jennifer Jiménez

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Un 20% de las personas en exclusión residencial tienen discapacidad, lo que las expone a condiciones extremas. Así lo refleja un informe de Cáritas Diocesana con datos de la isla de Tenerife y que concluye que la falta de recursos alojativos adaptados puede aumentar la vulnerabilidad de estas personas. Ese mismo documento evidenció la cronificación que sufren las personas en situación de exclusión residencial severa, o sinhogarismo, pese a que en 2022 la cifra de afectados descendió un 17% en la isla hasta los 2.261, frente a los 2.738 de los que se tenía conocimiento en el año previo.

El estudio señala que estas personas se enfrentan a desafíos adicionales y barreras significativas. La discapacidad puede referirse a una variedad de condiciones físicas, sensoriales o cognitivas que limitan las capacidades de una persona para llevar a cabo actividades diarias y participar plenamente en la sociedad. 

Así mismo, los datos evidencian que la falta de apoyo adecuado y de servicios especializados puede dificultar su acceso a la atención médica, recursos sociales y oportunidades de empleo. Además, la falta de conciencia y comprensión por parte de la socie- dad puede llevar a una mayor discriminación y al aislamiento social ya existente previamente en los escenarios vivenciados por estas personas. 

“Es crucial que se implementen políticas y pro-gramas inclusivos que aborden las necesidades específicas de las personas sin hogar con discapacidades”, resume el informe. Esto implica proporcionar viviendas adaptadas y accesibles, servicios de apoyo y atención médica adecuada, así como garantizar la igualdad de oportunidades en términos de educación, empleo y participación social.

Además, Cáritas insiste en que se requiere una mayor conciencia y sensibilización para reducir el estigma y la discriminación hacia estas personas, y promover la inclusión y el respeto de sus derechos humanos fundamentales. 

Salud mental y perspectiva de género: otros resultados del informe

“La salud mental de las personas sin hogar es una preocupación significativa y compleja”. incide Cáritas Diocesana. De hecho, la falta de vivienda estable, la exposición a condiciones adversas, la falta de acceso a servicios de salud mental y el estrés crónico contribuyen a un mayor riesgo de problemas de salud mental en esta población. 

“Las personas sin hogar a menudo experimentan altos niveles de estrés, ansiedad y depresión debido a la inseguridad y la incertidumbre de su situación. El trauma pasado, como la violen- cia, el abuso o la pérdida de vivienda, también puede desencadenar o agravar trastornos men- tales. Además, la falta de acceso a servicios de atención médica mental adecuados y la estig- matización social dificultan el diagnóstico y el tratamiento temprano de los problemas de salud mental en las personas sin hogar”, añade el documento.

Otra cuestión en la que hace hincapié es en las mujeres, pues “se enfrentan a mayores riesgos y formas de violencia solo por el hecho de serlo. Esta circunstancia convierte a la calle en un territorio aún más hostil”. El estudio expone que se suman varios condicionantes que duplican la vulnerabilidad de las mujeres. Por una parte, “se replican las vivencias de violencia, especialmente sexual, al sobrevivir en calle donde confirma un 57,9% de vivencias de violencia, relacionadas con agresiones sexuales, frente a la media de un 13,8% identificada en la población general femenina”.

Todo ello “sin olvidar la exposición constante a la utilización sexual para la prostitución y la explotación, fenómeno que se identifica en una triple vulnerabilidad cuando se suman la exclusión residencial extrema, junto al ser mujer y de origen extranjero”.

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