Un arqueólogo de La Isleta en Jordania: “Vine con un miedo interior, aunque se me pasó en cuanto pisé el yacimiento”
El reciente descubrimiento de una tumba de más de 2000 años en Petra (Jordania), junto al emblemático edificio del Tesoro, ha sido recogida por medios de comunicación de todo el mundo. Se trata de una cámara intacta con doce cuerpos junto a su ajuar funerario, que un equipo de investigadores americanos y británicos ha hallado en los escenarios - y ese ha sido el titular recurrente - de la película de Indiana Jones y la Última Cruzada.
Mientras, esa misma semana, un grupo de arqueólogos españoles, dirigido por Juan Muñiz y Juan José Ibáñez, presentaba en el Instituto Cervantes de Amán los resultados de su campaña 2024 en el yacimiento de Kharaysin. Se trata de un enclave situado a 50 km al norte de Amán en el que se asentaron los primeros agricultores y ganaderos del Neolítico precerámico (10.000 /7.800 años a.C.) y en el que, en colaboración con el Departamento de Antigüedades de Jordania, se investiga la evolución urbanística del Neolítico. En las excavaciones de 2024 se han hallado dos esqueletos en conexión anatómica - intactos-. Se han recuperado, además, otros objetos tallados en hueso o piedra- tanto herramientas como ornamentos- así como muestras de las semillas que cultivaban y restos de animales domesticados. Estos esqueletos, como la mayoría de restos humanos encontrados en el poblado, tienen una peculiaridad: se encuentran enterrados en el suelo de las viviendas y carecen de cráneo. Este reciente hallazgo viene a confirmar una práctica, posiblemente ritual, que ya intuían los investigadores.
Las primeras excavaciones en Kharaysin las llevó a cabo en 1989 el arqueólogo asturiano Juan Fernández Tresguerres. En 2014, y tras un paréntesis de casi quince años, su discípulo Juan Muñiz retomó el proyecto junto con Juan José Ibáñez, investigador del Instituto Milá i Fontanals (CSIC). En esos primeros compases de la investigación se sumó al programa la Universidad de las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) que ya hacía prospecciones en Siria. Con Jonathan Santana al frente, distintos investigadores canarios se han desplazado a Jordania durante los últimos diez años con el fin de contribuir a sacar a la luz el modo de vida de los habitantes de este poblado neolítico, situado en una colina junto al río Zarqa, uno de los tres caudales con agua permanente del país.
Esta misión cuenta, además, con el apoyo de las universidades de Oviedo y Cantabria (UC), la Pontificia Facultad de Teología de San Esteban de Salamanca, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades. En Amán, el Departamento de Antigüedades de Jordania facilita los permisos y la logística del almacenamiento; organiza, asimismo, congresos internacionales y contribuye a la divulgación de los trabajos a través de la revista Munjazat.
Evolución urbanística en el Neolítico
Durante los últimos diez años se ha datado la evolución urbanística, desde las viviendas más primitivas - de planta oval y de reducidas dimensiones - hasta las que incorporaban pilares y distintas cámaras utilizando muros compartidos. Es esta una tarea en la que resulta fundamental recabar los datos geométricos, y de la que se ocupa Luis Teira, Técnico del Instituto de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria. “Una investigación arqueológica es como un libro que sólo se puede leer una vez por eso hay que registrar detalladamente todo el proceso”, afirma Teira, que ha documentado las distintas campañas a través de la fotogrametría y del trabajo con estaciones totales de topografía.
“En los primeros tiempos del asentamiento, convivían muy estrechamente la vida y la muerte”, comenta el joven arqueólogo canario Jared Jiménez Mederos, encargado del estudio de los restos óseos de humanos en este 2024. Tan estrechamente que enterraban a los fallecidos en el suelo de tierra del reducido espacio de la vivienda, lo que generaba enfermedades que pudieron afectar a la calidad y a la esperanza de vida de la comunidad. Los suelos originales fueron evolucionando- no así las prácticas funerarias- hasta ser cubiertos por otros calcáreos y/o policromados; una muestra de estos últimos, que salió a la luz en una campaña anterior, se encuentra expuesta en el Museo de la Ciudadela de Amán.
Jared Jiménez Mederos es especialista en huesos humanos; estudió en la ULPG y cursó un master de Evolución Humana en la Universidad de Burgos. Jiménez Mederos realiza, en estos últimos días de campaña, la tarea de inventariar y medir los huesos hallados en la excavación y ha atendido a Canarias Ahora en la sede del Instituto Cervantes de Amán. “Vine con un miedo interior, aunque se me pasó en cuanto pisé el yacimiento”, explica Jared a la nueva directora del centro, Yolanda Soler Onís. El joven llegó a Jordania cuando Israel había comenzado ya a bombardear el Líbano. “Si llega a ser por mi familia, yo no estaría aquí en estos momentos.”
Originario del barrio de la Isleta, Jiménez Mederos tuvo su primer contacto con un sitio arqueológico en Acusa (Artenara) donde estudió enterramientos de la población prehispánica de Canarias y observó la datación de semillas y de los restos de cerámica hallados en el Granero. Al volar a Jordania ha realizado, también, un viaje en el tiempo de miles de años para situarse en el Neolítico precerámico.
Misterios por resolver
En torno al 7800 a.C. el poblado fue abandonado y no volvió a habitarse hasta miles de años después, ya en la Edad de Bronce. “Las causas de este abandono son uno de los misterios que esta investigación aspira a esclarecer”, afirma Juan Muñiz que es profesor de Arqueología Bíblica y de Oriente Medio. Además del en el yacimiento de Kharaysin, Muñiz investiga en el asentamiento de la Edad de Bronce de Jebel Mutawwaq, en las proximidades del anterior, y que llegó a contar con un espacio funerario con más de mil dólmenes. Todos los integrantes de la misión coinciden en destacar el deterioro que han sufrido los sitios arqueológicos de Jordania en los últimos años. “Hace 30 años esta zona era como un paisaje fósil”- recuerda Luis Teira, que ha participado en misiones en Siria y Líbano desde finales de los 80-.
“El verdadero tesoro de estas misiones es intangible – afirma Muñiz- No está en una vasija ni en los restos humanos, sino en intentar entender, compartir y divulgar una información que lleva miles de años enterrada”. Y así han tenido la fortuna de hallar Kharaysin. Tras el abandono de sus habitantes, las viviendas han permanecido intactas, con sus enseres y sus muertos dentro, protegidas por unas paredes de piedra en las que se integran los cráneos que faltan en los enterramientos. “Todo indica que, tras enterrar a los fallecidos y pasado un tiempo, volvían a abrir la fosa para extraer los cráneos e incorporarlos a los muros”. El hecho de que en yacimientos más recientes como el de Ain Gazhal (la Fuente de las Gacelas, en la periferia de Amán) se hayan encontrado en las paredes falsos cráneos, modelados con cal o yeso, indica que podrían representar a los antepasados, apunta el arqueólogo asturiano.
La campaña de 2024 llega a su fin. En Amán se recogen las muestras de los hallazgos depositados en los almacenes del Departamento de Antigüedades para realizar los diferentes estudios: dientes, medio kilo de tierra por cada muestra de polen, carbones, semillas… Las analíticas de ADN, Isótopos estables y Carbono 14 permitirán completar y publicar las investigaciones.
En Kharaysin se cubre el yacimiento con plásticos, sobre los que se deposita la tierra previamente retirada, para devolver el terreno al estado original. Los arqueólogos se despiden de los equipos locales hasta el año siguiente. Más de 150 personas – hijos y nietos de los trabajadores de las primeras campañas - quedan en las poblaciones de la zona. Son ellos quienes se encargarán de velar por estos espacios. Saben que los tesoros que allí se encuentran nada tienen que ver con el oro que buscan los saqueadores.
Alas para volver
En el momento de publicar estas líneas, Jared se encontrará ya en su casa de la Isleta, dispuesto a retomar la investigación de su tesis para la que cuenta con becas del Museo Canario y de la Fundación Mapfre Canarias. Jiménez Mederos volverá a sumergirse en los estudios de la evolución de las poblaciones humanas en las islas oceánicas, centrados en la morfometría geométrica del cráneo de las poblaciones prehispánicas de Canarias. Regresa, como lo hicieron la experta en ADN Alejandra Calderón o resto de los jóvenes investigadores que se incorporan cada año a la misión arqueológica, con una inolvidable experiencia y una curiosidad que les dará alas para volver.
Así sucedió con sus predecesores, el cántabro Joaquín González Echegaray, primer español que excavó en Jordania en los 60, o el investigador Emilio Olavarri, magistral de la Catedral de Oviedo, que regresaron una y otra vez, a pesar de haber vivido en la zona múltiples conflictos. Queda para la historia el viaje en coche que Olavarri realizó desde Jerusalén a Oviedo para escapar de la Guerra de los Seis Días (1967). Al regresar a Oriente Medio se trajeron al arqueólogo de Mieres Juan Tresguerres y este, a Juan Muñiz. Muñiz animó a Juan José Ibañez, que se vino desde Siria con Luis Teira y Jesús Tapia, que es quien conoce los secretos del fuego y de las piedras.
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