Las dunas de Maspalomas y Corralejo pierden en medio siglo el 24% y el 13% de su extensión
Los dos campos de dunas más emblemáticos de Canarias, Maspalomas, en el sur de Gran Canaria, y Corralejo, en el norte de Fuerteventura, han perdido el 24,0 y el 12,9% de su extensión desde los años sesenta, cuando se inició el desarrollo turístico de ambas zonas.
El Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (IOCAG) presenta en la última entrega de la “Revista de estudios de las islas” -una publicación científica canadiense, apoyada por la Unesco- cuál ha sido el impacto del turismo en los principales campos de dunas de Canarias.
Para ello, se fija en las dos extensiones dunares que son referencias turísticas del archipiélago, Maspalomas y Corralejo, así como en otros dos sometidos a mucha menos presión por parte del hombre, Lambra y Jable Sur, ambos en la isla de La Graciosa.
Comparando fotos aéreas y de satélite de los años sesenta y de la actualidad, así como datos recopilados en varios estudios, el IOCAG constata que las dunas de Maspalomas, que legalmente están catalogadas como Reserva Natural, han perdido la cuarta parte de su superficie desde 1961, al pasar de 474,9 a 350,9 hectáreas, 114 menos.
Este famoso espacio natural, por el que hoy pasan cada día miles de turistas de toda Europa, ha visto en las últimos cinco décadas cómo la parte de su superficie que está ocupada por edificaciones ha crecido de las 6,3 hectáreas que ya estaban construidas en 1961 a las 121,3 hectáreas con las que comenzó el siglo XXI.
Es decir, si hace medio siglo solo el 1,3% del campo de dunas de Maspalomas estaba edificado, hoy la zona cubierta de hoteles, campos de golf, calles y otro tipo de construcciones abarca ya la tercera parte de su extensión total (el 33,6 %).
En el caso de Corralejo, el estudio refleja que las dunas ocupaban 2.081,30 hectáreas de terreno en este enclave del norte de Fuerteventura en 1969, mientras que hoy se extienden por 1.812,40 hectáreas; es decir, han perdido en cuatro décadas 269 hectáreas.
El crecimiento de la antigua villa pesquera del norte de Fuerteventura, hoy reconvertida en un potente destino de vacaciones, ha cubierto de edificaciones 233,40 hectáreas, el 12,8 por ciento de su superficie. Antes del “boom” turístico, solo el 0,2 por ciento de las dunas de Corralejo estaban edificadas (4,6 hectáreas).
Los autores del estudio llaman la atención sobre otro hecho: la acción del hombre no solo ha cubierto de cemento y campos de golf buena parte de esos emblemáticos espacios, sino que ha cambiado las dinámicas naturales de esos espacios, de manera que las dunas que sobreviven están perdiendo su movilidad y están siendo estabilizadas por el crecimiento de vegetación sobre ellas.
En el caso de Maspalomas, la superficie ocupada por vegetación ha crecido un 38,8 por ciento en cinco décadas (de 90,1 a 125 Ha), mientras que la extensión de dunas completamente vírgenes, de solo arena, se reducido un 61,3 por ciento (de 385,9 a 235 Has).
Las dunas de Corralejo han sufrido un proceso similar: la zona cubierta de vegetación ha crecido un 8,9 por ciento (de 926,9 a 1.009,8 Has) y los campos de solo arena han mermado un 32,0 por ciento (de 1.149,4 a 781,3 hectáreas).
Mejor suerte han tenido las dunas de La Graciosa, isla apenas poblada (720 habitantes) y sometida a un presión turística muy inferior a la de Gran Canaria, Fuerteventura o Lanzarote.
El campo de dunas de Lambra, en el norte de la isla, mantiene toda su extensión (401,1 hectáreas), y el de Jable Sur, situado junto a la población de Caleta de Sebo, ha perdido solo un 1,5 por ciento de superficie (ha bajado de 881,7 a 868,7 Has).
En cambio, en ellos también se aprecia uno de los problemas que afecta a Maspalomas y Corralejo: crece la superficie colonizada por vegetación que fija las dunas (que aumenta un 12 % en Lambra y un 60,9 % en Jable Sur) y se reduce de forma drástica la proporción formada solo por arena, sin cubierta vegetal (-47,1 % y -77,5 %).
Los autores del estudio sugieren que en las alteraciones observadas en la dinámica natural de estos campos de dunas también puede estar influyendo el cambio climático.
De hecho, apuntan, “esa puede ser la explicación de la existencia de procesos de estabilización, con descenso de las capas de arena, en el sistema de Lambra, donde no ha habido desarrollo urbano alguno”.
En cualquier caso, subrayan que, si se trata de un proceso natural inducido por el cambio climático, la ocupación humana de esas zonas “lo ha acelerado”, como se aprecia sobre todo en Maspalomas.