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Una ruta por los ‘pueblos mágicos’ del sur de Salamanca

Miranda del Castañar, una de las joyas del sur de Salamanca.

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Ciudad Rodrigo, una fortaleza de frontera de carácter monumental.- A pocos kilómetros de la frontera con Portugal esta ciudad monumental tiene un conjunto de fortificaciones que suponen una clase de arquitectura militar desde la Edad Media hasta prácticamente antes de ayer. La potencia patrimonial de esta pequeña ciudad la convierte en un destino por sí misma con verdaderas joyas para amantes de la historia. Y lo primero que te va a sorprender es el espectacular complejo de murallas y baluartes que defiende la ciudad (una consecuencia de su carácter fronterizo y la historia de conflictos entre España y Portugal –su contrapartida en el otro lado de la raya es la ciudad de Almeida-). El Castillo de Ciudad Rodrigo (Feliciano de Silva, 4) es el eje de este sistema de fosos, muros y ‘puntas de diamante’. Fue construido en el siglo XIV por orden de Enrique II de Trastámara. Junto a la fortaleza medieval (reconvertida en Parador de Turismo) hay un verraco vetón prerromano (siglo IV AC) que pone de manifiesto las profundas raíces históricas de la villa.

Las calles de Ciudad Rodrigo son una colección de grandes edificios. Desde su Catedral de Santa María (Plaza de Herrasti, 4) que para sí la quisieran muchas capitales de provincia. Sólo por ver el claustro gótico, el coro o su portada románica del Enlosado ya merece acercarse a la ciudad (los impactos que puedes ver en su fachada son una huella de la Guerra de la Independencia contra los franceses –principios del siglo XIX-). El Camino de Ronda que recorre la muralla es una buena manera de moverse de acá para allá para ir descubriendo los tesoros de la ciudad aprovechando sus puertas monumentales para internarse en las calles (Puerta del Sol; Puerta del Conde; Puerta de la Colada; Puerta de Amayuelas…) y llegar hasta la Plaza Mayor, centro de la villa y asiento de su espectacular Ayuntamiento (Mayor, 27), uno de los mejores palacios renacentistas de toda España. Desde aquí puedes ir visitando los diferentes palacios y casonas que quedan a tiro de piedra del corazón de la ciudad. Los más lindos de ver son: el Palacio de los Águila (Juan Arias, 4) –Plateresco-; la Casa de los Vázquez (Plaza Cristóbal Castillejo, 16) –actual oficina de correos-; Casa del Marqués de Cerralbo (Mayor, 21); el Palacio de Montarco (Plaza Conde, 3) –gótico tardío- y el Palacio de los Moctezuma (Plaza Conde, 2), uno de los muchos palacetes que los descendientes del último ‘Tlatoani’ azteca en España.

¿Un museo de orinales? Pues sí. El Museo del Orinal (Pl. de Herrasti, sn) exhibe unas 1.300 piezas procedentes de una treintena de países que explican la evolución del orinal desde la Edad Media hasta el presente.

Un paseo hasta el Paleolítico en Siega Verde.- A pocos kilómetros de Ciudad Rodrigo se localiza uno de los puntos más importantes de Europa para el estudio de las sociedades cazadoras y recolectoras del Paleolítico. Siega Verde (SA-V-88 desde Martín Viejo) guarda una de las mayores concentraciones de grabados prehistóricos de Europa. Hablamos de unas 600 figuras que, en su mayoría, representan a la fauna de la zona hace unos 16.000 años (caballos, cabras, ciervos, bóvidos…). Estar por la zona y no venir a ver esta maravilla de sitio no tiene perdón viajero.

Bajar a las profundidades del mar a casi mil metros de altitud.- El pueblo de Monsagro es famoso entre los estudiosos del pasado más remoto del planeta por tener uno de los depósitos de fósiles más importantes de la Península Ibérica. Y para los glotones por sus embutidos. El Centro Interpretación de los Mares Antiguos (Campital, 20) ocupa las ‘afueras’ de un abigarrado casco urbano de casas tradicionales donde destacan algunas casonas nobiliarias con escudo y fachada de importancia. El museo es un sorprendente centro muy bien montado que cuenta con una buena colección de fósiles y recursos audiovisuales de altura. En el mismo pueblo hay una ruta que permite identificar los principales fósiles de este mar prehistórico en muchas de las piedras que forman parte de las casas. Una pasada.

La Alberca, la joya de la Sierra.- Es el pueblo bonito de la zona por antonomasia. Una joya de la arquitectura tradicional que hunde sus raíces en la Edad Media y que tiene en la casa con trama de madera su gran icono. El conjunto es uno de los pueblos más bonitos de España que tiene el honor de ser el primero en ser declarado Conjunto Histórico Artístico (en 1940). El eje que aglutina a la población es la Plaza Mayor, espacio histórico porticado al que se asoman algunos palacetes como la casona que sirve de sede al Ayuntamiento (Plaza Mayor, 20) o la Casa de los Duques de Alba (Plaza Mayor, 1) que aún siendo de nombre rimbombante sigue el esquema de la casa de trama de madera común en todo el pueblo (también hay que ver aquí el crucero del siglo XVIII que adorna la plaza). El otro punto de atención, junto a la Plaza Mayor, es el entorno de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (Iglesia, sn) que es uno de los mejores ejemplos de la provincia de transición del gótico tardío al renacentista (siglo XV y XVI). Otras visitas interesantes en la población son la Casa-Museo Satur Juanela (Mesón, 7) una casona tradicional que se ha convertido en el gran museo etnográfico de la comarca.

Gorrinos y almendras.- Junto a la Puerta del Solano de la Iglesia de la Asunción se encuentra uno de los iconos populares más querido de La Alberca. El Marrano de San Antón es una escultura que, en claro homenaje a los verracos vetones, rinde tributo al gorrino y a la matanza como eje de la gastronomía local. Los embutidos de La Alberca son sublimes. El otro producto estelar del pueblo es el turrón. La Catedral (Plaza Mayor, 8).- Cocina tradicional muy bien elaborada y con una estupenda relación calidad precio. Imprescindibles las patatas revolconas, las alcachofas y el cordero. De postre no olvides las torrijas. Precio Medio: 20 euros.

Mogarraz y Miranda del Castañar, dos joyas a los pies de la sierra.- Junto a La Alberca, estos dos pueblos forman el trío de reinas del sur de Salamanca. Mogarraz es una villa muy pequeña de casas abigarradas y callejones estrechísimos con una trama urbana totalmente medieval y una historia que habla de la expansión de los reinos cristianos hacia el sur (en este caso León) y de la importancia de las comunidades judías en la historia peninsular. Como sucede en La Alberca, la mayoría de las casas de Mogarraz presentan la típica estructura de trama de madera con grandes balconadas: la particularidad que lo hace único es su manera de recordar a los vecinos y vecinas a través de retratos colocados en las fachadas de sus casas. En el pueblo no hay grandes monumentos más allá de la Torre del Campanil (campanario de la iglesia) y el conjunto de fachadas de la Plaza Mayor. Pero el conjunto de todo el pueblo es de lo mejor que hay que ver en el Sur de Salamanca.

Miranda del Castañar si tiene ya un cierto porte monumental. El acceso al casco histórico se hace por la Puerta de San Ginés (San Ginés, 9), abertura de las antiguas murallas y parte del Castillo de Miranda (Los Toros, 16),una sólida fortaleza reformada en profundidad en el siglo XIII que según algunos historiadores pudo ser plaza fuerte de los templarios con anterioridad. Ciudad amurallada en su totalidad. Casi 700 metros de muros que se pueden recorrer por un Camino de Ronda que se mantiene en buenas condiciones en su práctica totalidad: al igual que sus cuatro puertas: Puerta de la Villa o de San Benito (norte), Puerta de Nuestra Señora (poniente), Puerta del Postigo (sur) y la ya mencionada Puerta de San Ginés (junto al Castillo). Y dentro una verdadera maravilla que parece congelada en el tiempo. Las cuatro construcciones más sobresalientes son el Castillo, la Cárcel Real (Llano de la Iglesia, 1,) la Iglesia de San Ginés y Santiago (Llano de la Iglesia, sn), de aspecto tosco aunque con pedigrí gótico –Siglo XIII- y la antigua Alhóndiga (Alhóndiga, 2), antiguo pósito de granos y mercado del siglo XIV y hoy sede del Ayuntamiento y la oficina de Turismo.

Más allá de las piedras más nobles de la localidad, conviene vagar sin rumbo para descubrir callejones inverosímiles y los numerosos blasones de piedra que muestran la presencia de grandes familias en la localidad. Un ejemplo de casona solariega es la llamada Casa del Escribano (Derecha, 32), una construcción del siglo XVII que muestra la característica estructura de las casas del lugar: primeros pisos de roca sólida y plantas superiores con la habitual trama de madera de la comarca. Otro lugar interesante es La Bodega de la Muralla (Llano de la Iglesia, 14), una bodega del siglo XVIII adosada al lienzo de los muros que aún sigue funcionando como despacho de vinos. Para finalizar la visita a Miranda del Castañar sal del burgo por la Puerta de Nuestra Señora y sigue la Calle del Arrabal (huella toponímica de la antigua judería) hasta la Ermita de la Virgen de la Cuesta. El edificio es un templo muy sencillo del XVIII, pero las vistas merecen la pena.

Subir hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia.- Por dos razones. Por las vistas que se tienen desde esta atalaya y para visitar un conjunto histórico artístico de gran importancia que no sólo incluye al santuario. Un buen acceso a las alturas de la sierra se hace desde el pequeño pueblo de El Cabaco (SA-201 desde La Alberca), apenas un centenar de casitas situado en una de las zonas boscosas más importantes del espacio natural de Las Batuecas. Aquí nos encontramos con un ecosistema muy complejo en el que conviven grandes masas de pinar, robledales y castaños (en zonas de umbría y cauces de riachuelos) y encinares en los sectores más bajos. Un paraíso natural en el que hay bichos emblemáticos de la fauna ibérica (ciervos, jabalíes, cabras montesas, linces, nutrias y hasta algún lobo despistado que va recuperando terreno hacia el sur). Aquí en El Cabaco nos encontramos con uno de los hitos históricos más importantes de esta comarca: el Sendero de las Minas Romanas. Este camino parte desde el Centro de Interpretación de la Minería Romana (SA-220), un pequeño museo que adelanta lo que nos vamos a encontrar de camino a Las Cavenes (apenas 1,9 kilómetros ida y vuelta), bocas de mina de las que se extraía oro para mantener el sistema monetario imperial (basado en el áureo, la moneda de 8 gramos de oro que suponía el eje de la economía romana).

Camino a las alturas de la Peña de Francia podemos parar en el Sendero de los Castaños Centenarios (Caserito de Abajo –SA-201-). Se trata de una ruta circular de 2,1 kilómetros que te pone frente a frente con algunos árboles monstruosos con varios siglos encima (sobre todo robles y castaños). El camino es muy fácil de hacer y se ha habilitado con pasarelas, miradores y paneles explicativos sobre la rica flora y fauna del lugar. Terminamos la visita a la comarca en la propia Peña de Francia junto al santuario del siglo XV. El edificio, con una apariencia tosca muy bonita, alterna partes góticas y neoclásicas y es interesante de ver. Pero lo mejor de llegar hasta aquí arriba es disfrutar de las vistas. Junto al santuario parte el sendero que sube hasta la Mesa del Francés por el Paso de Los Lobos, uno de los lugares míticos del Sistema Ibérico.

Fotos bajo Licencia CC: MARIA ROSA FERRÉ; Frayle; Jorge Tomé Hernando; Nacho Jorganes; Ángel M. Felicísimo; Raúl Hernández

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