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Marina Lombó: “La educación es un reto apasionante por lo que representa de evolución para Cantabria”

La consejera de Educación, Formación Profesional y Turismo, Marina Lombó. | JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

Laro García

Marina Lombó (La Cavada, 1950) es consejera de Educación, Formación Profesional y Turismo de Cantabria desde el pasado verano. Esta asistente social y diplomada en Trabajo Social es una amplia conocedora del engranaje de la Administración pública, primero como funcionaria de carrera y después al frente de distintos departamentos en los diferentes bipartitos PRC-PSOE durante los últimos años. Con ella, los regionalistas asumen por primera vez la cartera de Educación tras más de dos décadas desde que se transfirieran las competencias educativas a la comunidad y dos palabras rigen su cometido después de una pasada legislatura convulsa: diálogo y consenso. “Desde la discrepancia y el respeto, pero siempre con datos y argumentos, se pueden llegar a acuerdos”, reitera una y otra vez Lombó. Por si el reto no fuera suficiente, tiene a su cargo el área de Turismo, que representa cada vez un mayor porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) de Cantabria.

La primera pregunta es obligada: ¿A quién quiere más, a papá o a mamá? Es decir, ¿se siente más consejera de Educación o de Turismo?

Quiero a los dos por igual. Cuando tomé posesión era consciente de la dificultad de encajar ambos ámbitos, pero creo que son un complemento. La educación es un reto apasionante por lo que representa de evolución para nuestra comunidad, pero el turismo es un área fundamental que lo enriquece. A lo largo del día siento la necesidad de guardar un equilibrio. De todas formas, es evidente que la educación te absorbe la mayor parte del tiempo y la dedicación a esta Consejería.

Por esa combinación tan poco habitual, ¿no le da la sensación de que está al frente de dos consejerías en lugar de una?

No, no, no. Lo tengo totalmente integrado y el equipo está perfectamente cohesionado. Son áreas diferentes, pero que no entorpecen para nada el desarrollo del trabajo en ambos aspectos. Creo que hemos conseguido ese equilibrio tan necesario.

Por el volumen presupuestario que supone Educación, por lo que absorbe, por esos cerca de 8.000 docentes y casi 90.000 alumnos que hay en la enseñanza pública de Cantabria, e incluso por los tiempos en los que se formó el Gobierno y la necesidad de preparar el arranque del nuevo curso escolar, ¿la prioridad y los primeros esfuerzos han estado centrados ahí tras su llegada?

Ha habido un esfuerzo superior al normal porque, efectivamente, cuando tomas posesión en esta Consejería te encuentras con que es el mes de julio y el arranque del curso está a la vuelta de la esquina, así que hay que organizar todo para que esté listo a principios de septiembre y todo se desarrolle con normalidad. Eso hace que la Consejería sea especial en la parte que afecta a Educación, porque tienes que poner toda la maquinaria en marcha en tiempo récord. Esa ha sido quizás la parte más intensa, no voy a decir difícil, de cara al inicio. Pero, ¿qué ocurre? Que el turismo es esencial en nuestra comunidad autónoma y el verano es la época puntera del sector, con lo que también ha requerido una presencia permanente. Aun así, creo que hemos sido capaces de hacerlo gracias a unos buenos equipos directivos y a unos excelentes funcionarios. Gracias a ellos ha sido más sencillo.

¿Cómo ha sido ese aterrizaje? ¿Le costó formar equipo al ser la primera vez que su partido asumía las competencias de Educación?

Para mí ha sido muy fácil. Quizás el conocimiento de la Administración ha hecho que tuviera muy claro el equipo directivo desde el primer momento que tome posesión, lo que ha facilitado mucho la marcha de la Consejería. Hay que tener en cuenta que los cargos directivos que están en el ámbito de Educación proceden del propio ámbito educativo, tienen todos un conocimiento muy profundo de la comunidad educativa, y son inspectores, orientadores, docentes, personal que conoce la Formación Profesional… Eso facilita muchísimo las posibilidades de éxito de que el curso empezara con normalidad. El encaje ha sido mucho más sencillo de lo que aparentemente desde fuera se podía pensar.

¿Y a nivel personal tiene una presión añadida por el hecho de ser la primera consejera de Educación del PRC?

No, no. Lo llevo con mucha normalidad. Sabía a lo que me enfrentaba. Estar al frente de una Consejería supone una responsabilidad importantísima, y la de Educación especialmente. No estamos hablando de algo baladí, sino del futuro de nuestros niños y niñas, es decir, el futuro de Cantabria. No hay presión añadida, sino tiempo y esfuerzo, pero contaba con ello. Todo el equipo lo tenía asumido de antemano.

El hecho de que los regionalistas estén al frente por primera vez desde que se transfirieron las competencias educativas a Cantabria, ¿se va a notar o el éxito pasa precisamente por lo contrario, porque no se note y haya una transición ordenada y una normalidad dentro del sistema educativo?

Espero que se note, pero a mejor. La educación en Cantabria tiene una posición extraordinaria y nosotros buscamos la excelencia. Mi objetivo es que las tensiones que se produzcan se resuelvan con diálogo. Es fundamental. En materia educativa, todo lo que podamos aportar es beneficioso. Por lo tanto, una de mis prioridades es abordar por la vía del diálogo cualquier situación que se pueda producir en la que haya discrepancias, que supongo que a lo largo de la legislatura se darán. Hablo de partidos políticos, sindicatos, colectivos… Quien sea. No sé si se va a notar o no la llegada del PRC, pero intentaré que sea a mejor, porque partimos de una buena situación. En el poco tiempo que llevo, siento y percibo que nuestra forma de hacer ha sido bien recibida, tanto en los centros educativos como en las asociaciones, que están bastante satisfechas. Me siento muy ilusionada y responsabilizada. No nos podemos conformar con buenos resultados, tenemos que seguir avanzando. En eso estamos.

En todas sus comparecencias públicas siempre repite dos palabras: diálogo y consenso. ¿Cree que es posible en un área con tantos actores implicados y, en algunos casos, con intereses contrapuestos? ¿Cuál es la fórmula mágica?

La fórmula no es mágica, pasa por el diálogo y los argumentos. Te digo por qué: El consenso es fundamental porque hay que intentar que todo el mundo valore que en la educación nada es blanco o negro. Eso no nos va a conducir a nada que sea positivo. Cuando hablo de diálogo, quiero decir que desde la discrepancia y el respeto, pero siempre analizando con datos y argumentos, se pueden llegar a acuerdos. Lo hemos visto. Aquí se ha dado y no estaba yo de consejera: ocurrió en el Parlamento de Cantabria la pasada legislatura, cuando fue posible poner de acuerdo a partidos políticos muy distintos en el Pacto por la Educación. Esa es una guía que nos facilita a todos el trabajo para seguir con el desarrollo y la evolución del sistema educativo. Se pusieron encima de la mesa argumentos contrapuestos y se llegó a ese consenso. Por eso sigo peleando. Desde que he llegado ha habido distintas mesas de negociación, ha habido distintos frentes, y a eso me refiero: no podemos eludir esos frentes, los tenemos que asumir y afrontar con argumentos encima de la mesa.

Por su trayectoria profesional en la Administración pública está acostumbrada a esas negociaciones y una de las principales reivindicaciones desde los sindicatos docentes es siempre la interinidad que existe en las aulas. ¿Hay algún plan para afrontarlo a corto plazo?

Cuando yo llegué ya había convocada una oferta de empleo público muy importante, de más de 500 plazas de Primaria. El Consejo de Gobierno acaba de aprobar hace unos días la oferta para Secundaria, que desarrollaremos el año que viene. Y así seguiremos. Vamos a estabilizar las plantillas docentes, pero también creo que es justo decir que esta comunidad tiene mucho personal docente interino porque la ratio profesor-alumno es una de las más bajas, sino la más baja de todo el territorio español. Hay que tener en cuenta que esa ratio está en un 9,3, que ha hecho que esa calidad de la educación se perciba porque se ha hecho un esfuerzo muy importante para tener docentes suficientes.

Es una cuestión económica y de recursos, supongo. Y en los últimos meses se está haciendo mucho hincapié en un problema global como la despoblación, donde las escuelas rurales son vitales para fijar a los habitantes en el territorio. ¿Qué resultado están dando las nuevas medidas que se han desarrollado en este ámbito?

La idea surgió porque es un tema al que tenemos que buscar soluciones sin demora. Al inicio del curso escolar vimos que había zonas rurales, en concreto siete municipios, en donde si no hacíamos algo de manera excepcional había unidades que desaparecían. Que desaparezcan en un municipio que ya tiene problemas de despoblamiento es colaborar de manera más rápida a que el problema sea mayor. Surgió como una reivindicación del alcalde de Valderredible, que nos planteó que se iban a quedar sin una unidad y suponía un grave problema. Estuvimos trabajando para introducir este mismo año algún elemento corrector en el tema del cupo y vimos que esta era la posibilidad, que ha sido muy bien aceptada por los siete ayuntamientos donde lo hemos puesto en marcha. Vamos a seguir trabajando de cara a ver cómo buscamos incentivos para aquellos docentes que permanezcan más tiempo en zonas rurales de estas características. Vamos a intentar compensar en aquellos centros que sean de especial dificultad su desempeño y seguiremos buscando fórmulas que incentiven que no se produzca ese despoblamiento, al menos en materia escolar.

Más allá de las escuelas rurales, la pérdida de alumnado es un hecho que tiene que ver con las cifras de natalidad en una comunidad autónoma como Cantabria, con índices de envejecimiento muy pronunciados. ¿Le preocupa que se pierdan alumnos año tras año?

Es preocupante, es preocupante. En Secundaria no se ha producido todavía, pero sí en Infantil y Primaria. Vamos a encargar a un grupo de trabajo, en colaboración con el Consejo Escolar, que analice el futuro y dónde nos lleva en cuanto a recursos humanos y recursos de centros escolares. Hay ayuntamientos que están reclamando nuevos centros y tenemos que valorar qué va a ocurrir con esta disminución de alumnos.

En relación a la gestión del personal, hay dos conflictos laborales abiertos por las reivindicaciones del colectivo de subalternos y de las técnicas de las aulas de dos años. ¿Hay vías de solución a corto plazo?

En el caso de las aulas de dos años, hay un conflicto antiguo. Viene del año 2003. Parece que con el cambio de consejera se ha despertado este asunto… Pero bueno, creo que hemos encauzado una parte. Aquí hay una división muy clara de dos colectivos, donde una parte estaba contratada a través de la Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte, y otra parte, muy pequeñita, en concreto seis plazas, estaban contratadas a través de la RPT del Gobierno de Cantabria. Ahora mismo hay un conflicto entre las dos partes. Nosotros nos hemos pronunciado dando solución a las que dependen de la Sociedad, que es un colectivo muy importante, que lleva muchos años trabajando, que tienen un carácter fijo, que en 2016 su comité de empresa, formado por los mismos sindicatos que también están en el Gobierno de Cantabria firmaron un documento con esta Consejería apostando porque continuaran en la Sociedad, pero cada uno juega sus bazas y ahora hay una contradicción entre ambos comités de empresa. En el futuro, no sabemos lo que ocurrirá.

Las aulas de dos años son quizás de las novedades educativas de la última década mejor valoradas a nivel social. ¿Le preocupa que este conflicto enturbie un poco esa imagen?

Aunque haya un conflicto con la Consejería, estoy convencida de que los técnicos son unos profesionales. Están cualificados y estoy segura de que es una reivindicación laboral que en nada va a afectar a las aulas de dos años porque son unos buenos profesionales. Lo han demostrado. La mayoría de ellos lleva trabajando desde 2003 y estoy muy tranquila de que no habrá ninguna repercusión ni para los niños ni para las familias.

En cuanto a la educación temprana, ¿se puede seguir creciendo y ofertar plazas para niños más pequeños incluso?

La verdad es que no nos lo hemos planteado. Tiene un coste elevadísimo y ahora mismo no estamos en disposición.

Esta pasada semana se han producido buenas noticias con los resultados del Informe PISA. ¿Está satisfecha con el rendimiento del alumnado cántabro?

Estoy contenta por el nivel, que demuestra una vez más que la educación de Cantabria está muy bien posicionada, pero yo creo que esto nos tiene que servir como aliciente para mejorar. Creo que cuando tienes un premio, o una buena noticia, eso te tiene que animar para seguir en el mismo camino de mejora constante de la educación. No nos podemos conformar.

Pasando al área del Turismo, ¿qué planes hay para conseguir esa tan ansiada desestacionalización?

Creo que es difícil, pero estamos avanzando en la desestacionalización. Por ejemplo, en el tema del aeropuerto. Seguimos trabajando para conseguir más conexiones con nuevos países, estamos hablando de incentivar el turismo gastronómico, que en nuestra región es un destino por sí solo, estamos trabajando en el ecoturismo, el surf, el golf… Estamos abriendo posibilidades para un tipo de personas que van a poder venir a Cantabria y que no buscan sol y playa, sino otro tipo de actividades. Ya se empieza a notar. Hay datos muy buenos de turismo en los meses de mayo, junio y septiembre e incluso octubre.

En los últimos días se ha cumplido con una tarea pendiente y que había sido una de sus primeras promesas, con ese decreto para regular las viviendas turísticas que se encontraban en un limbo hasta ahora. ¿Qué resultados esperan conseguir con ello? ¿Cuál es el objetivo final?

El objetivo es regular algo que estaba pendiente de abordar y que estaba generando muchísimos problemas en el sector turístico. Era una demanda muy acuciante. Era necesario que se regulara conforme a la legalidad, con todos pagando sus impuestos como corresponde. Ha sido un decreto pactado y consensuado, que yo me comprometí a sacar antes de final de año. Hemos trabajado intensamente y era algo esperado por todo el sector. Y hemos dado un plazo de tres meses para que todo el mundo tenga la posibilidad de estar dentro del sistema y adaptarse si lo necesita.

Mencionaba antes el aeropuerto, que se ha convertido en una de las principales fortalezas de Cantabria. ¿Llegarán buenas noticias pronto en forma de conexiones con más ciudades o nuevas aerolíneas operando en Parayas?

Hemos incorporado recientemente dos nuevas conexiones, con Bolonia y Viena, y seguimos trabajando. Nos parece que el aeropuerto es lo mejor que le ha podido pasar a Cantabria para estar conectados con muchos países. Hemos acabado con ese aislamiento tan negativo y eso ha permitido el incremento constante de turistas. Cada uno de los nuevos destinos es un éxito. Esperamos tener alguna nueva conexión a lo largo de 2020. El turismo que llega, cada vez más fuera de temporada, lo hace para conocer Cantabria y normalmente repite. Y eso sí que es importante.

En el horizonte de la legislatura está el próximo Año Jubilar Lebaniego, tras desinflarse mucho las expectativas de la última edición. ¿Qué aprendizaje han sacado de ese pinchazo?

Ese horizonte nos lleva hasta 2023. Es verdad que hay que trabajar sin prisa pero sin pausa, pero queda lejos. A corto plazo estoy pensando en Fitur. El Año Jubilar Lebaniego no es ahora una prioridad en absoluto.

La oposición ha sido muy crítica con el nombramiento de Bernardo Colsa al frente de la empresa pública Cantur. ¿Qué opinión le merece? ¿Ha pasado ya la marejada?

Si me preguntas a mí, tengo la mejor de las opiniones y te digo por qué: creo que es una persona con gran capacidad de trabajo y de resolución de problemas, es una persona que conocía Cantur, que no sé cuál es el problema que tiene la oposición con él, y yo como consejera estoy encantada de tenerlo como director gerente. Espero que tanto la oposición como los ciudadanos de Cantabria comprendan a lo largo de la legislatura que Bernardo Colsa era la persona idónea para gestionar Cantur.

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