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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

¿Por qué el Club Náutico de Castro Urdiales es privado cuando podría ser público?

El Club Naútico de Castro, desde el paso marítimo en un día de marea baja. 9 de marzo de 2019. | JUANTXU BAZÁN

Juantxu Bazán

Quiero empezar mi reflexión con la pregunta enunciada: ¿Por qué el Club Náutico de Castro Urdiales es privado cuando podría ser público?

Más que un respuesta precisa me interesa abrir un espacio a la necesidad de hacerse preguntas allí donde todo parece ya asentado por una realidad incuestionable justamente por no hacerse preguntas.

La noticia es que Puertos de Cantabria, más concretamente la Dirección General de Obras Públicas de Cantabria, ha sacado a licitación la concesión del Club Náutico de Castro Urdiales por 35 años. La “no noticia” es el desinterés de grupos políticos y población en general por este asunto. Me propongo acentuar justamente aquello que no es noticiable , que la ocupación del dominio público del Puerto de Castro Urdiales le importe un bledo a todo el mundo excepto a las empresas o sociedades con capacidad para hacerse con el edificio del Club Náutico, el embarcadero, y los amarres, una superficie muy considerable de la lámina de agua del Puerto de Castro Urdiales. Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que la sociedad castreña se revolvió contra la ocupación del dominio público de la bahía de Castro, cuando se plantó frente al intento del Gobierno de Cantabria de rellenar de hormigón buena parte de la dársena con aquel proyecto de puerto deportivo que de momento descansa en paz, alejado del Plan de Puertos de Cantabria. Todo lo que acontece en la bahía de Castro es de máximo interés, pero lo que sucede puertas adentro del Club Náutico escapa de nuestra atención, como si fuera otra jurisdicción.

Entiendo que el hecho de que el Club Náutico siga siendo privado por 35 años más no es un asunto que preocupe, puesto que así ha sido siempre en la vida de este Club, desde 1955. La escenografía del Club Naútico, enclavado en un magnífico edificio, es la de una pasarela a la que solo pueden acceder los socios, o personas que gozan de alguno de sus casi doscientos embarques. Ciertamente, en los últimos años, se ha permitido el paso a clientes que de lunes a viernes han comido en su restaurante (accediendo solo al restaurante, y nunca en los meses de verano), y también los alumnos matriculados en el curso de vela que durante el verano se imparte en estas aguas. Pero lo cierto es que el Real Club Naútico de Castro Urdiales tiene derecho de admisión, es un club privado en el que la masa social son sus propios socios, unos ochocientos, por lo general personas de clase alta, o medio alta, entre los que apenas hay cien familias castreñas. Es el propio Club quien gestiona sus actividades, y se nutre de las cuotas de sus socios, inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos. En resumen, son muy pocas las personas que utilizan el dominio público, tan pocas que haciendo suyo lo que es público, resulta que no lo es.

Esta forma de gestión indirecta y privatizada del dominio público, para contribuir, se dice, a las actividades náuticas y de recreo, es bastante habitual en España (de hecho me dicen que el Real Club Marítimo de Santander es aún más elitista). Pero no es la única. La tendencia en algunas ciudades es plantear otro modelo de gestión pública (gestión directa, o bien a través de una empresa pública, o una empresa mixta) sobre la base de promover que los clubes náuticos sean un espacio abierto para la promoción de los deportes náuticos, de la pesca deportiva, del buceo, de la cultura del mar y del cuidado de la costa, y con ello contribuir a que esta parte del dominio público sea un magnífico recurso para la ciudadanía, además de un referente del turismo deportivo sostenible para las ciudades costeras. En el caso de Castro, me gustaría añadir, el dominio público resulta estar ocupado también por una caótica red de amarres sin concierto ni control que han ido paulatinamente ocupando la mayor parte de la lámina de agua quitando espacio a las actividades deportivas y pesqueras del Puerto de Castro.

Sin embargo, la entidad publica empresarial Puertos de Cantabria no se ha planteado otra forma de gestión que quizás pudiera cumplir mejor con el objetivo de preservar y mejorar de forma más eficaz el dominio público portuario, y acaso también, para cumplir el propio Plan de Puertos de Cantabria que en el capitulo referente a las actividades náutico deportivas se plantea “potenciar la actividad recreativa como alternativa económica”, “diversificar la demanda”, “la interacción con la ciudad”, “mejorar las instalaciones para atender nuevas necesidades…”, no sigo. Todo resulta vacuo y falso si observamos que lo que hace Puertos de Cantabria es simplemente privatizar el dominio público para tener unos escasos ingresos y quitarse de encima la obligación de hacer una gestión más adecuada del dominio público. Con esta licitación se introduce además la posibilidad de que la sociedad sin ánimo de lucro que ha gestionado hasta ahora el Club Náutico se vea apartada por una empresa privada más interesada en las plusvalias económicas que pueda implicar su gestión. En cualquier caso, el Club Náutico será privado, descartando la gestion directa por una entidad pública, y obviando otro tipo de iniciativas con la participación del Ayuntamiento, de las asociaciones deportivas de remo y piragüismo, de la cofradía de pescadores, de la red de microempresas cada vez más creciente… en fin de eso que denominan unos “masa social”, “demanda diversificada” para otros, y que yo prefiero pensar que son ciudadanía, sin comillas, siempre ausente en estos procesos.

Se me antojan muchas razones por las que el Club Náutico de Castro Urdiales podría ser un magnifico recurso público para la bahía de Castro, y para la ciudad de Castro Urdiales, y se me ocurren unas cuantas preguntas dirigidas a entidades y personas que han dejado pasar esta oportunidad. Pero no sé por qué me extraño, por qué me hago preguntas, como si estuviéramos en una clase de filosofía de bachillerato. El Club Naútico seguirá siendo privado porque nadie se ha preguntado que acaso podría ser público.

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