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Cantabria adelanta la llegada del verano y desborda las expectativas turísticas: “Esto no lo he visto yo en estas fechas en mi vida”

Playa del Sardinero en Santander este fin de semana.

Rubén Alonso / Blanca Sáinz / Celia Álvarez

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El verano ha llegado a Cantabria antes de lo esperado, y lo ha hecho con todas sus consecuencias: buen tiempo y turismo masivo. Y es que este fin de semana, cuando todavía no se había superado la primera quincena de junio, la comunidad ha visto adelantada la estación estival con estampas propias de meses como julio o agosto, en las que tanto en las playas como en las terrazas de los bares no cabe un alfiler. “Esto no lo he visto yo en estas fechas en mi vida”, asegura un hostelero cántabro a elDiario.es.

La relajación de las restricciones gracias a los buenos datos epidemiológicos de la región ha propiciado afluencias masivas de visitantes en municipios como Castro Urdiales, Comillas, Suances o Santillana del Mar, cuyo sector turístico ha recibido un balón de oxígeno tras meses mermado por la pandemia.

Así, estas localidades tradicionalmente turísticas de Cantabria han visto sus calles, playas, bares y restaurantes desbordados este fin de semana, sobre todo de personas provenientes de Euskadi. Castro Urdiales, el municipio más oriental de la comunidad y más próximo a la región vecina, ha sido el principal atractivo para los visitantes vizcaínos.

Los atascos en la autovía A-8, el viernes en dirección a Cantabria y el domingo a última hora en sentido contrario, y las continuas y largas colas en las diferentes paradas de autobús repartidas por la localidad de la línea que conecta Castro y Bilbao dan buena cuenta de la avalancha de visitantes que ha tenido este municipio.

Y eso, sumado a la supresión de la limitación de horario de cierre de la hostelería y el ocio nocturno, ha supuesto que este sector, especialmente castigado por las medidas sanitarias aplicadas durante este año y medio para contener el avance de la COVID-19, pueda hablar de satisfacción sin paliativos tras el trabajo que han podido desarrollar este fin de semana.

“La valoración no puede ser más positiva”, subraya Cristian Antuñano, uno de los dueños del Pub La Rua, ubicado en la tradicional zona de bares del casco antiguo de Castro. Y es que el hecho de poder hacer uso de su licencia horaria ha supuesto “un alivio” para él y su socio, que arrancaron el negocio en plena pandemia. “Hasta ahora íbamos funcionando, pero nos faltaba el empujón de poder usar el horario completo”, reconoce en conversación con este medio.

Así, explica que han notado “muchísima más gente”, en su mayoría del País Vasco, pero también de La Rioja o Burgos. “A corto plazo esperamos que esto siga así, pero a medida que las comunidades vecinas vayan ampliando los horarios y recuperen la normalidad bajará un poco la afluencia de turistas de noche”, apunta este hostelero. Así todo, está tranquilo, puesto que, según dice, “se suplirá por los turistas castreños que todavía no han dado el paso de salir de noche, bien por la pandemia o bien por cualquier otro motivo”.

Respecto a las reyertas y conflictos que empiezan a ser una tónica habitual en este municipio durante la noche, y que este fin de semana se han saldado con tres heridos por arma blanca, Antuñano defiende que en su caso han tenido suerte porque sus clientes son “tranquilos” y “agradables”, lo que les permiten “disfrutar del servicio”. “Estamos muy contentos, vemos que hay futuro otra vez”, manifiesta con entusiasmo. “Nos vienen tres o cuatro meses de trabajo duro e intenso; hasta este momento hemos aguantado, pero ahora ya vemos las noches más claras”, concluye Antuñano.

Por su parte, José Boyero, gerente de tres locales de hostelería en Castro Urdiales -El Almacén 27, La Vespa y La Bicicleta- comparte la impresión de que son muchos los turistas que llegan, pero hace referencia a “un público que no conviene ni al municipio ni a la hostelería”. Se trata del “público joven de botellón y peleas”, aludiendo también a los conflictos que se están generando en los últimos fines de semana. “Vienen a disfrutar de la fiesta porque en el País Vasco los horarios no son los de aquí, pero no están haciendo ningún bien”, critica, resaltando, no obstante, que será algo “puntual” hasta que la comunidad vecina amplíe el límite de hora de cierre.

Así todo, considera positiva la mayor afluencia de gente: “Nos está viniendo muy bien para reflotar los negocios porque ha sido un invierno muy duro”. Y es que, según relata a elDiario.es, el trabajo “no para” desde la mañana hasta la noche en cualquiera de los tres establecimientos. “Los clientes pasan del marianito a la comida y empalman con la copa”, resume. “Los fines de semana van a ser cada vez mejores, estamos entrando en el verano y todo apunta a que vamos a poder trabajar más y con mayor tranquilidad”, concluye, haciendo referencia al alivio en las medidas restrictivas aplicado por la mejora de los datos COVID.

“Un junio nunca visto”

En el caso de Suances, el buen tiempo también ha propiciado la llegada masiva de turistas al municipio en una fecha en la que, en años anteriores, estarían empezando a llegar los primeros visitantes. “El volumen de trabajo que hemos tenido este fin de semana en Suances yo no lo conozco. Esto no lo he visto yo en estas fechas en mi vida”, asegura Carlos Valle, responsable de El Boss Suances, a este periódico.

Por su parte, Beatriz Ruiz, responsable del Asador El Álamo, comenta que “los últimos años la temporada fuerte se había centrado del 15 de julio al 15 de agosto”. “Este año parece que vamos a poder disfrutar de un verano completo de mediados de junio a septiembre”, celebra. Todo ello a pesar de las dificultades de los turistas para encontrar aparcamiento, ya que el consistorio municipal ha cedido gran parte de él a los establecimientos de hostelería y restauración para que puedan instalar parte de sus terrazas y, así, compensar la reducción de aforo en el interior.

Algo parecido ha ocurrido en Comillas, donde el turismo suele repartirse entre aquellos que visitan el pueblo y los que prefieren la playa. Durante el viernes, el sábado y el domingo el ambiente parecía de pleno verano en esta villa marinera y Tom Pomar, dueño del restaurante La Pérgola, que se encuentra a pie de playa, reconoce que este fin de semana se ha batido cualquier récord. superando incluso a agosto. “Esto no se ha vivido nunca, nosotros ya abrimos a diario cuando otros años esperábamos a final de mes, pero es que se puede decir que el verano ya empezó la semana pasada”, explica este empresario.

Por su parte, una de las villas más conocidas de la comunidad, Santillana del Mar, ya ofrece un panorama “muy similar al de la segunda quincena de julio”. Así lo manifiesta Dolores Allende, propietaria de la Posada Revolgo, quien aclara que los primeros quince días de julio “suelen ser más flojos”, por lo que la situación actual se asemeja más a la temporada “más alta”: “Ahora estamos que no paramos incluso entre semana, está siendo un junio nunca visto”, sentencia.

Santander también ha notado los efectos de la pronta llegada de visitantes y sus playas han lucido este fin de semana su mejor aspecto prepandemia. La capital cántabra ha contado con sus terrazas a pleno rendimiento, después del fin de las restricciones más duras al sector de la hostelería y la apertura de los locales de ocio nocturno. Y es que esta ha sido la tónica general de la comunidad. Tanto es así que el presidente, Miguel Ángel Revilla (PRC), ha tildado este lunes de “overbooking” lo vivido este fin de semana en la región. “Es el mejor mes de junio que hayamos conocido”, ha indicado, reiterando que se prevé un verano “extraordinario”, no sin apelar de nuevo a que se sigan respetando las medidas sanitarias, y expresando su preocupación por la expansión de la variante Delta de la COVID-19. “El virus no está acabado”, ha recordado.

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