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Cantabria multiplica casi por cinco su presión hospitalaria por la COVID en menos de 20 días

UCI de Valdecilla

Blanca Sáinz

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A pesar de que Cantabria lleva varias semanas aplicando medidas más y más restrictivas, parece que por el momento están teniendo poco efecto en lo que a contagios y presión hospitalaria se refiere, o al menos así lo demuestran los datos.

Y es que en apenas 18 días la comunidad ha pasado de tener 34 hospitalizados a 157, por lo que ha multiplicado casi por cinco (concretamente 4,62) su presión hospitalaria. Unos datos que no dejan de ser preocupantes por la velocidad a la que crecen, aunque continúen estando a bastante distancia de los registrados en el momento más álgido de la pandemia donde se llegó a tener 403 camas ocupadas por pacientes COVID.

Este mismo martes, por ejemplo, han crecido en diez los ingresos en los hospitales cántabros respecto al día anterior, y esta tendencia corre el riesgo de ser la habitual durante los próximos días puesto que el número de contagios diarios no baja desde hace días de los 150.

Otro dato que evidencia ese cambio de tendencia hacia peor es el de los ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), que desde el 16 de octubre ha crecido en más del doble, pasando de ocho a 17 pacientes. Una cifra similar al de los profesionales sanitarios contagiados, que ha pasado de situarse a mediados de octubre en 19 a los 48 casos actuales.

Sin embargo, algo que preocupa especialmente por su alto índice de mortalidad así como por su probabilidad de contagio son las residencias de ancianos. Y pese a que en un principio parecía que estaban conteniendo al virus con un informe que el 1 de octubre confirmaba cuatro enfermos, solo un mes más tarde han alcanzado los 90, es decir, han multiplicado por 22,5 sus casos.

Cabe recordar que esta tendencia comenzó a romperse a raíz del brote que surgió en la residencia de Villacarriedo a mediados de octubre con una veintena de contagiados. Aunque, según reflejan los informes diarios, da la sensación de que en estos momentos la incidencia de la COVID podría llegar a una situación crítica como la que se vivió en la primera ola de la pandemia, donde llegó a haber, según el registro que arrancó el 18 de mayo, 128 ancianos y profesionales infectados.

Pese al llamativo incremento, el presidente del Gobierno autonómico, Miguel Ángel Revilla, anunciaba el lunes en su comparecencia en el Parlamento que Cantabria era la cuarta comunidad menos afectada en presión hospitalaria después de Canarias, Baleares y Galicia, con una ocupación de camas por pacientes COVID del 7,06% (frente al 14,73% nacional). También se refirió entonces a que la autonomía era la menos afectada en la ocupación de las UCI, con un 9.40% (la media española es del 26,59%).

Restricciones hasta la fecha

Respecto a las medidas que se han ido aplicando desde que la segunda ola comenzase a coger fuerza en Cantabria, la primera fue la del 17 de octubre, cuando el Gobierno recomendó el autoconfinamiento y limitar la actividad social “a lo estrictamente necesario”. Unos días más tarde y tras varios avisos del consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, la comunidad endurecía las restricciones que ya estaban en vigor -como el cierre de la hostelería a las 01.00- y pasaba a permitir reuniones de hasta diez personas y la hora de cierre de bares y restaurantes a las 23.00.

El 25 de octubre Cantabria se sumaba al toque de queda generalizado, aunque ligeramente menos restrictivo ya que tendría un horario de 'parón' entre las 00.00 y las 06.00, a diferencia de la propuesta del Gobierno central de que este fuese entre las 23.00 y las 06.00. Y solo un día después, la comunidad endurecía las medidas aplicadas previamente y limitaba aún más las reuniones sociales con un máximo de seis personas.

El 29 de octubre llegó el momento de aplicar el cierre perimetral que ya estaba vigente en la mayoría de las comunidades españolas, aunque esa noticia no fue la más llamativa de la rueda de prensa ofrecida por el Gobierno, ya que la cancelación de las vacaciones escolares de noviembre “para reducir la movilidad” suscitó un aluvión de críticas que todavía no han conseguido rebajar la tensión entre el Ejecutivo y los padres y docentes.

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